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A principios de este año, el chef Martín Berasategui se sentó a conversar con Javier Cirujeda en un lugar muy especial, El Hilo de Ariadna, el primer gastrobar del chef, situado en la Bodega Yllera.

¿El motivo? La grabación de un nuevo episodio del podcast La Picaeta, un referente del panorama gastronómico actual en España por donde ha ido pasando lo más granado del sector.

El chef no necesita presentación. Berasategui es el cocinero español que luce más estrellas en la Guía Michelin. Un hito que, según sus propias palabras, ha cambiado no solo su vida, sino también la forma de entender la cocina en todo el mundo.

A lo largo de la entrevista, se muestra como un "eterno aprendiz", apasionado defensor del garrote, ese término tan suyo que condensa actitud, perseverancia y superación diaria y que hasta la Real Academia Española de la Lengua ha incluido con esa acepción.

Desde su origen en el bodegón Alejandro hasta sus múltiples restaurantes de renombre, Berasategui no pierde de vista su esencia, la generosidad al compartir conocimiento "sin guardar ni una coma" y el disfrute por la cocina como acto de felicidad colectiva.

No es un empresario, insiste, sino un "disfrutón transportista de felicidades desde la cocina".

El pecado inconfesable de Martín Berasategui

Al más puro estilo de los programas de Broncano, los presentadores de La Picaeta acostumbran a terminar sus programas poniendo en un pequeño aprieto a sus invitados.

Les piden que cuenten a la audiencia cuál es su pecado inconfesable, gastronómicamente hablando, se entiende.

El objetivo es que todos nos enteremos de cuál es ese producto ultraprocesado o considerado de dudosa calidad, pero que, aun así, les encanta.

Llegados a este punto, Martín Berasategui confiesa sin ruborizarse que, aunque de pequeño era goloso, nunca fue de "porquería" o comida basura.

Tampoco duda en reconocer que lo que sí prepara muy de vez en cuando es una "guarrindongada, pero de las ricas" que se prepara en cinco minutos con una lata de sardinas.

Según explica, esta crema de sardinas puede usarse para desayunar, como acompañamiento de una ensalada, en una tostada o incluso con un filete de pollo.

Ahora bien, tal como sugiere su interlocutor, lo que el chef considera un pequeño vicio, damos fe de que para muchos es un auténtico bocado gourmet.

Ingredientes para hacer el paté de sardinas de Martín Berasategui

  • Sardinas de lata en aceite, 120 g (peso escurrido)
  • Quesitos tipo El Caserío, 3 ud
  • Mostaza suave, 15 g
  • Zumo de limón, 5 g
  • Perejil fresco picado, 2 g
  • Aceite de oliva virgen extra, 80-100 g

Paso 1

Colocamos las sardinas escurridas en el vaso de un triturador, retirando previamente la espina central si la tienen.

Paso 2

Añadimos los quesitos, la mostaza, el zumo de limón y el perejil picado.

Paso 3

Trituramos todos los ingredientes a máxima potencia hasta obtener una mezcla homogénea.

Paso 4

Sin dejar de triturar, incorporamos poco a poco el aceite de oliva virgen extra en hilo, para emulsionar el paté y lograr una textura untuosa.

Paso 5

Una vez integrado el aceite, rectificamos de sal si es necesario y reservamos en frío hasta el momento de servir.

Proteínas y grasas buenas para el corazón

Desde el punto de vista nutricional, el paté de sardinas de Martín Berasategui es una opción muy interesante para tomar como aperitivo, siempre que se consuma con moderación.

Las sardinas en conserva aportan una excelente fuente de proteínas de alta calidad, ácidos grasos omega-3, calcio y vitamina D, nutrientes esenciales para la salud cardiovascular, ósea y cerebral. También contiene micronutrientes como el selenio, el fósforo y varias vitaminas del grupo B.

La inclusión de quesitos y aceite de oliva virgen extra mejora la textura y la untuosidad del paté, pero también aumenta su densidad calórica.

No obstante, el aceite de oliva aporta grasas monoinsaturadas beneficiosas para el corazón, mientras que los quesitos añaden calcio y proteínas.

Por tanto, como preparación para el aperitivo, se trata de una combinación equilibrada y sabrosa, especialmente, si se acompaña de pan integral, crudités o tostas ligeras.

Es una forma práctica de integrar pescado azul en la dieta y una alternativa más nutritiva frente a otros patés industriales ricos en grasas saturadas y aditivos.