Cerezas y picotas son unas de las golosinas naturales más deseadas de estos días del año. Aún así, es fácil confundirlas o incluso pensar que ambas son la misma fruta y eso no es exactamente así, por eso te vamos a enseñar a distinguirlas.

Cerezas y picotas, las diferencias

Las picotas son una variedad concreta de cerezas con características muy particulares, así que aunque podamos decir que las picotas son cerezas, lo que sí es un error es llamar picotas a las cerezas.

La principal diferencia entre ambas es el pedúnculo, el popular rabito. Las cerezas vienen siempre con rabito y normalmente unidas en grupos de dos o tres. Las picotas no traen ese rabito y no es porque alguien se dedique a quitárselo, sino porque durante la recolección, al tirar de la picota, esta se desprende del árbol separándose del pedúnculo. Con las cerezas pasa lo contrario.

Las picotas son de color más oscuro que las cerezas.

Las picotas tienen un tamaño un poco más grande que el de las cerezas.

El hueso de las picotas es ligeramente más grande que el de las cerezas.

Aunque depende del grado de maduración, las picotas son, por lo general, más dulces y las cerezas son algo más ácidas.

Guindas, las terceras en discordia

Son una especie diferente, ya que las guindas son el fruto del guindo, un árbol que es una especie de cerezo silvestre. Las guindas son más pequeñas, más oscuras y de sabor mucho más ácido que las cerezas.

Su uso gastronómico se reduce a las conservas en almíbar y a la elaboración de licores y aguardientes como el kirsch o el marrasquino. En Galicia también se usan para elaborar licor de guindas, una bebida que suele prepararse en las casas dejando macerar las guindas en aguardiente con azúcar y que es tan popular como el licor café o el licor de hierbas.

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