El creador de la Terapia del rechazo, Jason Comely, junto con su comprador, Jia Jiang.

El creador de la "Terapia del rechazo", Jason Comely, junto con su comprador, Jia Jiang. P.G.S.

Salud RELACIONES PERSONALES

Jason Comely, el último gurú de la autoayuda: miles de dólares, un juego de cartas y nada de ciencia

Psicólogos españoles ya han mostrado su rechazo total a la terapia de Comely, que han seguido millones de personas en Estados Unidos y Canadá.

22 agosto, 2022 02:26

"Mi mujer me dejó por otro hombre y fue ahí cuando empezó todo", confiesa Jason Comely. Sin embargo, no "fue ahí cuando empezó todo", pues la primera vez que se sintió rechazado iba al colegio y llevaba unos pantalones que provocó que sus compañeros de clase le hicieran bullying. En su defensa reconoce que sus padres "no tenían dinero para más ropa". Aunque a esa edad desconocía todavía que se iba a convertir en el gurú del "no".

La primera pregunta es obligada, ¿cómo lo hizo? Pues bien, este canadiense que se autodefine como "emprendedor social" colaboraba con varios proyectos que le daban para vivir cuando su mujer le abandonó. Pero cuando esto ocurrió, se vio solo en su casa. "No era capaz de salir un viernes por la noche para tratar de sociabilizar", dice en una entrevista concedida a EL ESPAÑOL. El sentimiento de soledad aumentaba tanto que Comely dijo un día "hasta aquí".

Se puso lo primero que encontró por su casa, salió a la calle y le preguntó a un desconocido si podía llevarle al otro lado de su ciudad, Oxford (Canadá). "No", le respondió sorprendido el conductor, pero él reconoce que se sentía "muy bien" al haber recibido este rechazo. En el país norteamericano quizás no conozcan el refrán de "lo bueno si breve dos veces bueno", pues Comely quería que le rechazaran en más ocasiones, más en concreto, buscó 30 "noes" que acabó consiguiendo.

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Hasta aquí, se trataría de un buen ejemplo de superación a través de lo que los expertos conocen como terapia de exposición. Sin embargo, no debemos olvidar cuál era su "profesión". Así que, como buen empresario, pensó que podía convertir su experiencia en un juego de cartas que llamaría "Terapia del rechazo" y consistiría en 30 retos en los que su objetivo era recibir un "no" por respuesta.

Millonarios por un "no"

Lo que pudo acabar siendo un entretenimiento más que pasase desapercibido en un centro comercial entre una baraja de cartas españolas o el UNO, terminó siendo "el último éxito de autoayuda en los Estados Unidos", según el Daily Mail. Tanto es así, que a Comely le "invitaron a una boda de una pareja" que se había conocido gracias a su invento que desde un principio tuvo "claro que se trataba de un juego".

Pero no dejaba de ser un producto sin base científica ni apoyado por profesionales de la salud mental que prometía poner solución a un problema como el rechazo social, y por el que Comely estaba lucrándose. Aunque no iba a ser el único, Jia Jiang también se iba a subir al 'carro'.

Este desarrollador de aplicaciones móviles fue uno de los miles de compradores del juego de la "Terapia del rechazo". Pero le supo a poco, y decidió ampliar el número de retos hasta 100. De nuevo, hasta ahí nada extraño, pues simplemente buscaba enfrentarse a su miedo al rechazo social que, al igual que Comely, se remontaba a su infancia.

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También le supo a poco esto de hacer los 100 retos y decidió contar su experiencia en un blog que recibió ocho millones de visitas. De ahí, pasó a publicar un libro, dar una charla TED que se hizo viral y, por último, terminó comprándole la idea al propio Comely.

Así, de desarrollador de aplicaciones móviles, este chino afincado en Estados Unidos ha convertido esta "Terapia del rechazo" en su forma de ganarse —nada mal— la vida. Pero ¿hasta qué punto es legal o moral que haya quien se lucre con este tipo de terapias sin ninguna prueba científica? Psicólogos españoles responden a este periódico acerca de lo que catalogan desde un principio como una "práctica pseudocientífica".

Qué piensan los expertos

El psicólogo y vicepresidente del Instituto Europeo de Innovación en Inteligencia Emocional, José Antón López-Acevedo, asegura que el uso de este tipo de herramientas puede ser válido. Aunque añade un matiz importante, que "estén basadas en principios de actuación en el método científico", como no sucede en el caso de las cartas de Comely.

Por su parte, Comely asegura a este periódico que en su país natal no ha tenido ningún problema con utilizar la palabra "terapia" ni tampoco ha recibido críticas de psicólogos o psiquiatras. El resultado hubiera sido distinto de haber sucedido en España, "hubiera sido denunciado por emplear el término 'terapia'", dice Antón, quien también advierte de que en ninguna de sus titulaciones aparece la palabra "Psicología".

Es por esto por lo que el psicólogo Jesús Martos defiende en declaraciones a este periódico que los problemas de rechazo social deben tratarse por "profesionales de la salud mental", que sepan "evaluar las variables que influyen en el bienestar del paciente".

Aunque Jiang lo cuente en sus virales conferencias como un hito sin precedentes, lo cierto es que no viene sino a explicar la denominada "terapia de choque", como le reprocha Martos. Además, resulta extraño que millones de personas hayan visto sus consejos para hacer frente al rechazo social cuando "los tratamientos psicológicos se caracterizan sobre todo por su carácter individualizado".

Del mismo modo, Antón, como profesional colegiado de la Psicología, tampoco se aventura con afirmaciones que no estén avaladas por los datos suficientes. Sus más de 30 años de experiencia sí que le permiten distinguir el concepto de "autoasertividad" del de "heteroasertividad". Mientras el primero consiste en "la capacidad de una persona para saber decir no", la heteroasertividad se refiere a "saber recibir un no" por respuesta. Y la presencia de uno no va de la mano del otro.

Cómo enfrentar la heteroasertividad

Si en algo 'coinciden' Jiang y Antón, aunque no sirva de precedente, es que ambos apuntan a la infancia como la causante de este miedo al rechazo social, pues se trata de un período de la vida, junto con la adolescencia, en el que "se forma la identidad".

Por un lado, el 'heredero' de Comely pone soluciones como pedirle un selfi a un desconocido o preguntar si le dejan quedarse gratis en una habitación de hotel. Por el otro, el del experto, Martos se decanta, por lo pronto, por buscar las causas que llevan a este temor social: "Las regiones del cerebro que se activan cuando alguien se siente excluido son las mismas que las del dolor físico", como lo demuestra este estudio realizado por psicólogas de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA).

Y he aquí la pregunta que toda persona que ha escuchado un "no" como respuesta estaba esperando: ¿Se puede poner solución a la heteroasertividad? Tanto Martos como Antón vuelven a coincidir en que es normal tener miedo, ya que, como explica este último, "es una emoción básica en la supervivencia del ser humano, que nos mueve a acciones de bloqueo, evitación o huida ante un estímulo presente que catalogamos como potencialmente dañino".

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Ahora bien, sí que se puede trabajar, según Antón, a través de "conductas asertivas que nos hagan asumir como normal que el otro pueda rechazar nuestra propuesta". Para esto hace falta cultivar la habilidad social de la asertividad, con la que "defiendes tus derechos sin pisar los derechos de los demás".

Y es que no se trata de conseguir esos derechos que uno hace públicos, sino simplemente ser capaces de afrontar situaciones como las siguientes: "Hacer peticiones a otros o rechazarlas, pedir a otra persona que cambie una conducta que nos está afectando o aceptar las críticas", son algunos ejemplos expuestos por Antón.

Qué factores influyen

En primer lugar, el contexto es uno de los aspectos que más afecta a la asertividad de una persona, pues "alguien puede ser muy asertivo en su trabajo, pero no serlo con su pareja", como ejemplifica Martos. Las diferencias de género también influyen en el desarrollo de "una autoestima más sana y autopercepción más positiva que pueden impactar en la presencia de un mayor temor al rechazo social", señala Antón citando a este estudio de la Universidad de Buenos Aires (UBA).

El pasado mayo la presidenta de la Sociedad de Psiquiatría de Madrid, Marina Díaz Marsá, advertía durante el XX Seminario de Lundbeck Depresión y género, en femenino y plural que "los problemas de salud mental en jóvenes nos tienen desbordados". Pero ¿significa esto que las generaciones actuales son más vulnerables al rechazo social?

Antón continúa en la línea de no afirmar nada que no esté apoyado en datos científicos, por lo que cree que "han podido influir los nuevos esquemas de relación y crianza basados en las nuevas condiciones socioeconómicas que se han desarrollado en un marco temporal de unos 60 años" como, por ejemplo, una menor presencia de la figura de apego en el hogar.

Aún así, considera que "una educación que potencie la autonomía al mismo tiempo que una socialización fructífera" ayudarán a promover personas con una mayor autoestima y capacidad asertiva. Al final de su entrevista, Antón quiere realizar una recomendación: "Si cualquier persona que lee esto cree tener síntomas de rechazo social o dificultades a la hora de abordar una conducta asertiva, le recomiendo que se ponga en contacto con un profesional de la Psicología, y sobre todo que exija prueba científica del trabajo y la persona que se le presente como 'sanador'".