Una mujer camina por la calle con la mascarilla puesta.

Una mujer camina por la calle con la mascarilla puesta. EFE

Salud Covid-19

España alcanza el pico de ómicron con récord de muertos notificados en 10 meses y futuro incierto

Sanidad notifica 94.472 casos y 284 muertes mientras los expertos avisan de que no está tan claro que estemos ante el final de la pandemia.

19 enero, 2022 06:01

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La bajada de la incidencia acumulada en España por primera vez en tres meses aventura el inicio de la salida de la sexta ola. Es lo que se desprende de los últimos datos del Ministerio de Sanidad, que apuntan que, con 94.472 casos y 284 muertes notificadas en un día (la mayor cifra en 10 meses), España podría haber llegado al pico máximo de contagios. Sin embargo, todavía queda un camino largo y no exento de baches.

Pese a que son muchas las voces que se han alzado para aventurar el final de la Covid tras ómicron, lo cierto es que la sexta ola está aún lejos de remitir y ya deja más de 4.000 muertes notificadas desde el pasado 14 de octubre, fecha en la que el Instituto de Salud Carlos III sitúa el inicio de esta última onda epidémica. Por comparar: las muertes atribuibles a la gripe en la última temporada preCovid (2019-2020) fueron de 3.900, lo que evidencia la imposibilidad aún de 'gripalizar' el virus.

Precisamente, el principal asesor del presidente estadounidense Joe Biden, Anthony Fauci, ha advertido de que no está claro que la variante ómicron sea el final de la pandemia. Según Fauci, un coronavirus "endémico" es posible, pero "sólo se dará si no aparecen nuevas variantes que eludan la inmunidad de las cepas anteriores". Por otro lado, los datos sobre la cuarta dosis en Israel son un jarro de agua fría a la confianza de los gobiernos en la vacunación de refuerzo como principal motor para superar la crisis provocada por la última cepa preocupante.

Los discretos resultados del primer ensayo sobre la efectividad de la cuarta dosis de la vacuna Covid en Israel evidencian la imposibilidad de fiar el fin de la pandemia única y exclusivamente a la vacunación masiva, y exige buscar otras estrategias enfocadas no tanto al grueso de la población como a las personas vulnerables.

El 'refuerzo del refuerzo' ha sido estudiado por el Centro Médico Sheba, en Israel, país que ya tiene a más de medio millón de individuos con este nuevo pinchazo que ha sido puesto en tela de juicio. Los resultados preliminares del ensayo (que todavía no ha sido publicado ni revisado por expertos independientes) revelan que los anticuerpos aumentan pero esto no es suficiente para evitar los contagios por la variante ómicron.

Esto, unido a que la protección contra enfermedad grave conferida por la pauta completa de la vacuna sigue siendo alta (más aún con la tercera dosis), deja a la cuarta dosis en una posición de irrelevancia que no extraña a los expertos, que siguen viendo con suspicacia la inoculación de un refuerzo en toda la población.

"A pesar de las cuatro dosis, los resultados no ofrecen ventajas sobre el contagio", comenta Eva Martínez Cáceres, vicepresidenta de la Sociedad Española de Inmunología. "La tercera dosis no es necesaria en los grupos de edad menores de 40 años pero no tiene un efecto perjudicial, pero la cuarta dosis ni es adecuada ni va a reportar beneficio y debería replantearse a nivel de salud pública".

El gobierno israelí ya ha indicado que va a mantener su actual estrategia de inoculación a profesionales sanitarios, personas inmunodeprimidas y mayores de 60 años. Pese a lo avanzado de su campaña de vacunación de refuerzo (más de la mitad de la población ya ha recibido la tercera dosis), esto no ha logrado frenar los contagios: con más de 4.000 casos diarios por cada 100.000 habitantes, se encuentra en plena fase ascendente de ómicron cuando otros países como Reino Unido ya han iniciado su descenso.

Mes y medio después de la llegada de ómicron "no se ha demostrado que [la vacunación de refuerzo] sea una buena estrategia para reducir los contagios", señala Martínez, que ve más lógico esperar a la llegada de nuevas vacunas antes que seguir insistiendo con las actuales, desarrolladas partiendo de la variante original surgida en Wuhan (China) y que se habían mantenido efectivas frente a las variantes predominantes en Europa.

De hecho, la semana pasada, el CEO de Pfizer, Albert Bourla, anunció que pueden tener lista una vacuna contra ómicron para marzo, en poco menos de dos meses. Por su parte, Stéphane Bancel, director general de Moderna, apuntó recientemente que su dosis de refuerzo contra la nueva variante entrará pronto en ensayos clínicos y podría estar disponible en otoño.

La vacuna española, desarrollada por la empresa Hipra, está a punto de entrar en la fase III de ensayos clínicos, la última previa a su aprobación. Su potencial consiste en que está desarrollada partiendo de la unión de una proteína que combina la variante alfa y la beta, cuyas mutaciones están contenidas en ómicron, lo que le daría una teórica ventaja frente a las que están aprobadas.

Para más adelante en el tiempo está la posibilidad de una vacuna que sirva para todos los coronavirus, basadas en células T de memoria que funcionan contra los distintos miembros de esta familia de microorganismos. Sin embargo, todavía están en las fases de experimentación en animales, por lo que tardarán todavía en llegar.

Antivirales y anticuerpos monoclonales

Por eso, apunta Martínez, la posibilidad de contar en breve espacio de tiempo con inmunizaciones específicas contra ómicron es algo positivo aunque siempre existe el temor de que surja una nueva variante que deje a esta atrás. "Si en marzo podemos tener una habría que esperarla en lugar de estar vacunando a las personas en riesgo con las actuales", considera.

Los inmunólogos ya se han posicionado en contra de mantener los refuerzos a toda la población y echan en falta estudios de coste-beneficio para determinar qué estrategia debe suceder a la actual, que ha tenido un gran éxito evitando hospitalizaciones y muertes pero que no ha mostrado idéntica fuerza frente a los contagios.

Así, a la espera de nuevas vacunas existen otras posibilidades que apuntalen la protección de los vulnerables. Por ejemplo, AstraZeneca reportó hace unos meses resultados positivos de su anticuerpo monoclonal AZD7442 que, administrado antes de exponerse al virus, mostró una reducción del 88% del riesgo de desarrollar enfermedad grave.

Existen otros anticuerpos monoclonales para pacientes de riesgo que se han contagiado y se utilizan antes de que la enfermedad evolucione hacia formas graves, así como antivirales orales con esa misma indicación. De estos últimos, concretamente de Paxlovid, medicamento del que Pfizer ha anunciado una eficacia del 89% frente a hospitalización y muerte, ha adquirido España 344.000 tratamientos, anunció Pedro Sánchez la semana pasada.

Martínez insiste en que tiene que probarse la relación positiva entre los riesgos y beneficios de aplicar estas opciones a toda la población, a la vez que señala que estos avances son positivos para los inmunocomprometidos. Otras personas frágiles, por edad u otras condiciones, podrían ser candidatos tras una evaluación de ese beneficio-riesgo. "Es importante que se hagan estudios para saber en qué tipo de población son aplicables".

Los inmunólogos no son los únicos que se han manifestado en contra de las cuartas dosis. La propia Agencia Europea del Medicamento ha advertido que no es sostenible una estrategia de vacunación periódica contra la Covid, y que esas dosis continuadas pueden dejar un sistema inmune exhausto que no responda como debe ante la infección real.

Más directo es Rafael Ortí, presidente de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública y Gestión Sanitaria, que indica que dar dosis de recuerdo "con tanta precocidad es una barbaridad. Si vamos a virus con mutaciones, como la gripe, la vacunación es anual, no cada cinco meses".

También recuerda que, en la mayoría de vacunas, "lo lógico es darlas a personas de riesgo", así como es lógico que la inmunidad humoral, la de los anticuerpos, baje tras la vacunación, mientras que la celular, más a largo plazo, se mantiene con el paso de los meses.

Ortí confiesa que está esperando la llegada de las nuevas vacunas para tener su dosis de recuerdo. "No se trata de ser antivacunas, sino de ser provacunas cuando están bien prescritas y bien utilizadas a nivel poblacional. Hay que devolver la vacunología a los médicos y empezar a atender a las personas de una manera humana e individualizada en base a su situación clínica, no utilizando vacunódromos como una falsa respuesta de salvación de la pandemia", arguye.

Por eso se muestra también crítico con el uso de otros medicamentos y antivirales, que sin duda pueden servir en individuos específicos (hay un pequeño grupo de personas en las que, más allá de su condición de salud, las vacunas no generan protección).

"Esto es hacer medicina. Si estás resfriado, que es lo que produce el coronavirus, te quedas en tu casa. Si estás en riesgo o notas algún problema, habla con tu médico. Nos vamos a gastar millones de euros que pagará Sanidad detrayendo otros recursos al ciudadano", lamenta.