
León XIV se graduó en Matemáticas en 1977.
Robert Francis Prevost, el Papa que casó las matemáticas con Dios: "Era la persona más inteligente de la clase"
León XIV estudió Matemáticas en una universidad católica de Filadelfia y es el primer pontífice con una formación científica reglada.
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Entre las virtudes de León XIV está su condición políglota: habla seis idiomas, del latín al español pasando por inglés, francés y portugués. Pero también se expresa en el único lenguaje universal que existe, el de las matemáticas.
Robert Francis Prevost es el primer Papa que tiene una formación reglada en una disciplina científica: se graduó de Matemáticas en 1977 por la Universidad de Villanova, un centro privado católico ligado a la Orden de San Agustín y situado en Filadelfia, al noreste de Estados Unidos.
Mientras proseguía con sus estudios religiosos, Prevost enseñaba matemáticas a tiempo parcial en el Mendel Catholic High School, en Chicago, señalan desde la propia Orden en declaraciones recogidas por el Chicago Sun Times. También hizo sustituciones como profesor de física en otro centro ligado a los agustinos, el St. Rita of Cascia.
Hablando para el mismo periódico, un excompañero de clase señalaba que el ahora papa León XIV era "la persona más inteligente de la clase" y que en el aula los alumnos se tenían que sentar según el rendimiento, por lo que "él siempre se sentaba en el asiento número1, que estaba en la parte de atrás de la primera fila".
Aunque su vocación religiosa lo llevara por otros caminos, para el matemático Manuel de León, profesor investigador del Instituto de Ciencias Matemáticas del CSIC, es "una buena noticia" que el nuevo pontífice tenga una formación científica reglada, especialmente si se refiere a su disciplina.
No le extraña que así sea. "La idea de las matemáticas como lenguaje del universo es otra manera de convencernos de lo poco que sabemos y lo insignificantes que somos, metidos en peleas estériles", apunta.
Ignacio Sols Lucía, catedrático de Matemáticas de la Universidad Complutense de Madrid, ya jubilado, considera positiva esta formación académica para abordar los retos de su pontificado.
"Las matemáticas tienen la cualidad de ordenar la cabeza de una persona, de introducir en una cabeza una disciplina mental, un rigor que la hace más inmune al sofisma y que le permite abordar los problemas en un orden adecuado", indica a EL ESPAÑOL.
"Todo esto habrá ayudado a la formación de la mente de León XIV, que deberá resolver problemas, algunos muy difíciles, no de naturaleza matemática pero para los cuales le ayudará la disciplina mental adquirida en su hábito como matemático y profesor".
Tradición matemática eclesiástica
De León y Sols recuerdan, eso sí, que no es el primer Papa ligado a las matemáticas. Gerberto de Aurillac era un estudioso francés que accedió al Pontificado como Silvestre II en el año 999. Antes, había vivido tres años en el monasterio de Santa María de Ripoll (Gerona) y probablemente viajó a Córdoba y Sevilla, donde entró en contacto con la ciencia y el pensamiento árabe.
"Fue uno de los 'culpables' de introducir el cero [del que carecía el sistema grecolatino] en Europa", apunta De León. Eso sí, la representación numérica del vacío era algo tan esotérico que muchos le acusaron de haber hecho un pacto con el diablo.
Otros papas tuvieron una relación estrecha con la ciencia. Juan XXI, en el siglo XIII, fue autor de un manual de lógica y mostró interés por la medicina y la farmacología (le tocó lidiar con la epidemia europea de peste negra).
Gregorio XIII, asesorado por astrónomos y matemáticos, introdujo el calendario gregoriano, que sigue vigente en la actualidad, en el siglo XVI. León XIII, a quien Prevost ha querido rendir homenaje con su nombre papal, fue el fundador 'formal' del Observatorio Astronómico del Vaticano, como un reflejo de que ciencia y fe pueden coexistir sin problemas.
El Vaticano también cuenta con la Academia Pontificia de las Ciencias, centro que reúne a investigadores de gran prestigio y en el que los miembros de la Iglesia acuden a escuchar con atención.
Tomás Gómez, investigador del Instituto de Ciencias Matemáticas del CSIC, considera que la Academia Pontificia "sin duda es un marco privilegiado para el diálogo ciencia-religión, pues sus miembros son científicos del más alto nivel (muchos de ellos, galardonados con el Premio Nobel), tanto creyentes o no".
Destacados matemáticos como Luis Caffarelli (premio Abel en 2023), Cédric Villani (Medalla Fields en 2010) y Sergei Novikov (Medalla Fields en 1970) pertenecen o han pertenecido a la Academia, así como los físicos Stephen Hawking y Paul Dirac o los investigadores biomédicos Shinya Yamanaka o Jennifer Doudna.
"Ciertamente", apunta Gómez, "se puede esperar que el nuevo Papa dé un nuevo impulso a esta academia y a otras iniciativas en ese sentido".
"Seguro que León XIV tomará buena nota de sus consejos", apunta el matemático De León. Lejos de la imagen anclada en la tradición, el último pleno de la Academia, que tuvo lugar el pasado mes de septiembre, trató temas de gran actualidad: el Antropoceno, la inteligencia artificial (de la mano de Demis Hassabis, CEO de Google Deepmind) y el cambio climático.
Aunque Prevost no ha hecho grandes declaraciones en torno a la fe y la ciencia, sí que se ha manifestado sobre esta última cuestión, señalando que hay que pasar "de las palabras a la acción".
Se manifiesta en la misma línea que su antecesor, el papa Francisco, que publicó en 2015 la encíclica Laudato Si, que recurría a la evidencia científica para advertir sobre las consecuencias del calentamiento global y la pérdida de biodiversidad en el planeta.
El pontificado de León XIV es una oportunidad de oro para conciliar fe y ciencia. A lo largo del último siglo, los papas han hecho un esfuerzo por acercarse a la ciencia. Juan Pablo II revisó el caso de Galileo Galilei y reconoció errores en su juicio y condena, y lamentó la muerte de Giordano Bruno en la hoguera, aunque no lo rehabilitó.
Además, pidió perdón y rehabilitó a Charles Darwin, si bien la teoría de la evolución ya había sido aceptada antes, con Pío XII.
Francisco fue más claro y aludió en varias ocasiones a la ciencia como "recurso para construir la paz", ya que "nunca antes como en estos tiempos se siente la necesidad de un relanzamiento de la investigación científica para afrontar los retos de la sociedad contemporánea", señaló en un encuentro con científicos y académicos en la Universidad de Teramo en 2021.
Los antecesores de León XIV han allanado el camino. A él le toca lidiar con unos tiempos en que parte de la población muestra abiertamente su desconfianza en la ciencia y unos líderes mundiales que alientan la duda sobre temas en los que, precisamente, la ciencia es más necesaria que nunca.