Lee Sedol, campeón del mundo de Go, pero derrotado por la máquina.

Lee Sedol, campeón del mundo de Go, pero derrotado por la máquina. Kim Hong-Ji Reuters

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Cae la última frontera de la inteligencia artificial

El algoritmo AlphaGo ha vencido al surcoreano Lee Sedol, campeón del mundo del milenario juego de Go y toda una estrella en países como Corea, China y Japón. ¿Qué supone este hito tecnológico?

16 marzo, 2016 00:36

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Los mentideros del juego de Go se hallan en plena efervescencia las últimas semanas porque, por primera vez, un sistema informático ha derrotado a un gran maestro en esta disciplina, el coreano Lee Sedol.

El hecho no es anecdótico: a diferencia de lo que ocurría en ajedrez, donde hace décadas que una máquina fue capaz de derrotar a un gran campeón, este milenario juego chino se presentaba como una fortaleza casi inexpugnable en la que el honor de las capacidades humanas se resguardaba de la creciente competencia de la inteligencia artificial aplicada a los juegos de mesa.

Ahora, la última frontera ha sido traspasada gracias a (o por culpa de, si quieren) un ingenio conocido como AlphaGo, creado por una filial británica de Google llamada DeepMind, dedicada a la inteligencia artificial. Y su victoria ha sido, además doble: el sistema desarrollado por el gigante de la Red se ha adelantado a Facebook, que trabajaba también en un sistema para jugar -y ganar- al Go. 

Como en tantas otras actividades y deportes desconocidos por lo general en Europa, cuesta imaginar la fama que aglutina el coreano Lee Sedol en Asia. Por hacer una analogía fácil piensen en él como en una suerte de Gary Kasparov del ajedrez. De hecho, los paralelismos con el ruso han ido más allá de las presentaciones. Ambos ya son historia de sus respectivos juegos no solo por los éxitos deportivos sino por haber asumido el reto de exponerse a la derrota frente a un ordenador.

Sedol, de 32 años, al menos tuvo la precaución de no acudir al reto sacando pecho como hizo Kasparov en 1997 ante la máquina Deep Blue, de la que dijo que no le ganaría en ese milenio. Muy en consonancia con la armonía que transmite el tablero de Go, el coreano afrontó la cita sabiéndose superior pero sin muchos aspavientos. No había motivos para creer que el momento en el que un gran campeón doblaría la rodilla aún ante los ceros y los unos había llegado, pero...

La complejidad del juego

El Go -o baduk, o weiqi- es un juego tan simple en sus reglas como profundo en su estrategia. Creado en China en el siglo VI a.C., presenta a dos oponentes que colocan por turnos piedras sobre una cuadrícula vacía con el objetivo de cercar el máximo territorio posible. Su cariz histórico es patente: estuvo considerada como una de las artes de la cultura china; y en la actualidad es uno de los entretenimientos más populares en Asia, especialmente en China, Corea y Japón, donde el grado de profesionalismo es comparable a algunos de los deportes más conocidos.

La dificultad para perfilar un sistema artificial que compita con un humano radica en el número de jugadas posibles. A diferencia de un sistema cerrado como el ajedrez, donde las piezas tienen movimientos prefijados y el tablero es más pequeño (64 casillas por las 361 del Go), el cálculo de las jugadas posibles en el weiqi ha sido casi inabordable mediante la tecnología precedente. Uno de los tópicos más recurridos para explicar esto es que hay más posibilidades de movimientos sobre el tablero que átomos en el universo.

Sea o no una exageración, la realidad es que en el pasado reciente varios sistemas habían ganado a profesionales aunque siempre contaron con algún tipo de ventaja, asumiendo de partida su inferioridad. En octubre de 2015 llegó el primer aviso: la primera versión de AlphaGo derrotó, sin ningún hándicap, al campeón europeo, Fan Hui, lo que fue recogido con grandilocuencia por los medios pero con notable escepticismo en el mundillo.

El campeón de Go derrotado junto a su hija.

El campeón de Go derrotado junto a su hija. Kim Hong-Ji Reuters

Y es que, como apuntan desde el Club de Go Nam Bam de Madrid, el nivel de Hui, aun siendo el mejor de Europa, no tiene nada que ver con el de Asia. "Puede que no estuviera ni entre los 100 mejores jugadores allí", comentan. Sin embargo, era una advertencia. ¿Tendría el gran campeón Lee Sedol que tomarse en serio a su rival electrónico? ¿Existía realmente un riesgo de derrota para un jugador que ostenta el rango máximo de este juego? Esta asociación madrileña, en consonancia con otros foros, lo tenían claro: "No era esperable tal cosa".

Tampoco lo esperaba José Manuel Vega, presidente de la Asociación de Go de Andalucía -una de las más activas de España, con acuerdos de colaboración con la Diputación de Sevilla y la Universidad de Sevilla para organizar torneos-, que confiesa a EL ESPAÑOL que "se hablaba de un plazo de una década" antes de que la máquina pudiera derrotar a todo un campeón como Sedol.

Un oponente "demasiado fuerte"

Pero sucedió que en la primera partida de la confrontación, que arrancó el 9 de marzo y se planteó al mejor de cinco, "Sedol no fue Sedol". Resultado: derrota clara. ¿Exceso de confianza, nervios, presión? "Pareciera que estaba dando una clase pero no ofreció su talento habitual, no sabía a lo que se enfrentaba", señalan desde el club.

La segunda partida tampoco fue mucho mejor. De hecho, los expertos en la materia hablan de "errores significativos" del humano, reconocidos por el propio jugador, que decantaron con cierta premura la partida en su contra, como si el campeón "no viera de dónde le estaban viniendo". Y en la tercera, ya decisiva para el devenir del reto, AlphaGo acabó por reventar las previsiones: había ganado 3-0, por la vía rápida, de manera incontestable y espectacular, "y con un estilo muy humano".

El jugador coreano pidió disculpas tras ese duelo y asumió que buena parte de su fracaso ante un oponente "demasiado fuerte" vino de un factor absolutamente humano: "Nunca había jugado sintiendo encima tanta presión y no fui capaz de manejarla", reconoció.

Nunca había jugado sintiendo encima tanta presión y no fui capaz de manejarla

Los creadores de AlphaGo se mostraron gratamente sorprendidos con el inesperado triunfo ya que sólo esperaban vencer "a no menos de cinco años vista, ya que se trataba de ver hasta dónde era capaz de llegar su programa y aprender de un gran jugador". Sergey Brin, cofundador de Google, asistió en Seúl a la partida decisiva y se mostró feliz ante la perspectiva de "incluir esa clase de belleza en sus proyectos".

Pero ¿cómo funciona AlphaGo? A diferencia del superordenador ajedrecista Deep Blue, que basaba su extraordinario potencial en el cálculo de posibilidades en base a su potente estructura física, el ingenio de Google es una máquina hecha a sí misma, aunque de inicio fue programada con las reglas del juego y con una biblioteca de 30 millones de partidas que, de por sí, hubieran bastado para derrotar a un jugador de nivel medio.

Pero el paso hacia la excelencia consistía en el entrenamiento: millones de partidas de la inteligencia artificial contra sí misma que le sirvieron, en base a sus algoritmos, para crecer en experiencia y elevar su nivel hasta ser capaz de noquear a una de las figuras más importantes del Go. El cambio de enfoque, de la fuerza bruta de DeepBlue a la eficiencia de la red de conexiones de AlphaGo, resultó casi milagroso. El Everest de los juegos de inteligencia artificial había sido, al fin, conquistado.

Importante victoria en la derrota

Pero el torneo continuó y la cuarta partida, el pasado domingo, volvió a sembrar la duda entre los ya convencidos. Lee Sedol mantuvo la partida equilibrada hasta el movimiento 78. Ahí llegó una jugada inesperada, que el mundo del Go considera una genialidad del humano, y que la máquina no podía haber previsto de ningún modo. "Fue algo increíble, que se ve sólo una vez en la vida", comenta Jorge, del Club Nam Bam. "Parece que le fundió los circuitos" a AlphaGo que inmediatamente hizo una respuesta que, por obvia, acabó por condenarle a la derrota poco después, relata este aficionado.

Puede que en el cómputo global el jugador de carne y hueso claudicara pero, al menos, su único triunfo en toda la serie había dejado entrever las debilidades del rival electrónico y había sembrado incógnitas que trazan una hoja de ruta para revisiones del mismo. Por ejemplo, ¿cuándo debe la máquina rendirse? En esa cuarta partida hizo jugadas ilógicas después de entender que ya no tenía un margen de remontada. ¿Hubiera jugado mejor de haber tenido más tiempo para elegir jugada? ¿Llegará el momento en el que AlphaGo invente una nueva forma de jugar que los humanos tengan que aprender?

Yasunari Kawabata, Nobel de Literatura en 1968, narró en su obra El maestro de Go uno de los momentos trascendentales en la historia reciente de este juego. Corría el año 1938 y el gran maestro de la época, el anciano Shusai Honnimbo, apuraba sus últimos meses de vida con un reto contra un joven y pujante oponente. La pugna era algo más que una batalla sobre un tablero: la narración describe una confrontación generacional.

Cerca de 80 años después, ocurre otro episodio que bien pudiera dar para una novela con el mismo fondo: el inicio de una nueva era en el Go, o Baduk, o weiqi. El ser humano dobló al fin la rodilla ante la inteligencia artificial.