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Cabo de Hornos y el albatros errante

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Aquellos marinos que gustan sentir los límites de la navegación a vela y medir su coraje frente a toda adversidad, encuentran en la circunnavegación al cabo de Hornos las respuestas a todas sus interrogantes. Junto al cabo de Buena Esperanza y Agulhas, en Sudáfrica y de Leeuwin, en Australia occidental, completan los puntos geográficos más peligrosos del mundo para navegar.

Isla de Hornos se encuentra en el archipiélago de Tierra del Fuego, en la región de Magallanes y de la Antártica Chilena, es una de las siete islas que integra el archipiélago de las Hermite. Se encuentra en la coordenada geográfica 55° 57ʹ latitud sur. Su superficie es de 30 kms. cuadrados, existe un peñón de 425 metros de altura. Hay faro, un helipuerto y equipos tecnológicos para la navegación, dependiente todo de la Armada Chilena.

No es el territorio más austral de Chile, las islas Diego Ramírez se encuentran a 100 kms. al Sur, pero el cabo es más frecuentado por la navegación deportiva y la mercante de gran tonelaje.

Descubierto en 1525 por Francisco de Hoces en su carabela S. Lesmes, en la expedición a las islas Molucas de García Jofre de Loaisa que partió desde La Coruña. A la altura del estrecho de Magallanes fue arrastrada por un temporal que la llevó a los 55° Sur, divisando la isla, el cabo y el mar que se abría delante de ellos hacia la Antártida. Históricamente fue parte del Virreinato del Perú pasando desde 1776 al Virreinato del Río de la Plata y a la Capitanía General de Chile.

Hornos fue declarada parque nacional en 1945 y reserva de la biosfera en 2005. Su tierra alberga diversa riqueza animal y botánica.

En tierra pueden verse colonias de pingüinos Juanito y pingüinos de Magallanes. Como ave más característica se encuentra el albatros errante. Sus tres metros y medio impactan en tu vista y quedas seducido por el modo en cómo asciende las corrientes de aire, cayendo después, vertiginosamente, hasta la superficie de un mar de espuma y hielo.

De buen augurio para los marinos, es firme la convicción de que portan las almas de los náufragos de estos mares del Sur.

En el mar habitan ballenas, rayas, orcas, focas, elefantes marinos, lobos de mar...
De marzo a diciembre hiela, la humedad es constante, con vientos de hasta 200 km/h y olas que pueden reventar aparejos, incluso voltejear la embarcación, destruyéndola. En la literatura náutica es conocida la experiencia de Miles Smeeton y su nave Ketch Tzu en 1956.

Todas las regatas transoceánicas como la Vendée Globe; la Volvo Ocean Race y la Clipper Round The World Yacht Race doblan el cabo de Hornos en lo que es conocido en la náutica como Doblada del cabo duro. Punto atractivo por su dificultad y por su trágica historia de muertes y naufragios: lo inaccesible siempre estimula a hombres que son más que audaces.

En 1968 la Golden Globe organizó una regata que incluía el doblado del Cabo. Solamente un navegante de nueve participantes logró superarlo, fue el mítico Robin Knox-Johnston.

Viejas leyendas fijaban en casi mil las embarcaciones engullidas por las aguas y sobre quince mil desaparecidos por el capricho de una voluptuosidad atmosférica intratable. Desde hace siglos la peligrosidad de este Cabo fue conocida y escrita. De nuestra historia naval podemos destacar dos naufragios significativos.

El primero, en 1741. Se envió desde España una flota al mando del general Pizarro para defender las costas del Sur instigadas por una flotilla británica a cargo del comodoro Alson. Entre los navíos españoles se encontraba el Hermione, de 54 cañones y 500 hombres.

A últimos de febrero, al Oeste del cabo de Hornos, fueron sorprendidos por una violenta tempestad que dispersó toda la escuadra. No pasaron muchos días más, hasta que el 7 de marzo les sobrevino un temporal de nieve. En las cubiertas se acumuló hasta medio metro. Bajo esta adversidad el Hermione desapareció en las grises aguas australes dejando un rastro de silencio.

El segundo, en 1811. Organizada una división en Cádiz bajo la insignia del brigadier Rosendo Porlier para sofocar una insurrección en el virreinato del Río de la Plata parten varias embarcaciones, entre ellas, el NSMC S. Telmo, 2750 tn., 52 metros de eslora con 74 cañones y 644 hombres.

El mar del Sur recibió a la flotilla con tempestades. Fue visto, por última vez, desde la fragata Mariana el 2 de septiembre de 1811 con daños en el timón y en la verga mayor. Se encontrada en el párelo 62° Sur, en una de las zonas más desconocidas y violentadas por feroces vientos que reciben el nombre de los 60 bramadores.

El navegante Moitessier escribió que la isla solo ofrecía 10 días buenos al año. Lo demás, una imprevisión climática, en donde lo furtivo acecha, a veces, con nocturnidad. Subidas y bajadas del barómetro, lluvia, frío… nieblas, corrientes intensas, olas innegociables e icebergs a la deriva.

Aunque siempre podrá contemplarse al albatros para que nos inspire esperanza… en esas gélidas singladuras.