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El que tiene hambre con pan sueña

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Y yo sueño con que gane Ciudadanos las elecciones generales, sueño, apoyo y aplaudo a Ciudadanos. Y dicho esto, me siento como si fuera un gay saliendo del armario. Es curioso, en este mundo libre y democrático en el que pensamos que vivimos, es más difícil decir el partido que uno apoya que cualquier opción sexual que se haya elegido. No creo que a nadie que me conozca mínimamente le sorprenda esta declaración y, sin embargo, muchos se sorprenderán de que la haga, como si eso fuera una forma de buscarme problemas innecesarios. 

Quiero que gane Ciudadanos porque es el partido del equilibrio político, lo cual no debe confundirse con escaquearse de los problemas o valorarlos con miedo. Porque quiere que los impuestos se apliquen en resolver problemas, no en crearlos. Porque cree que juntos podemos tener un país que vuelva a ser referencia de civilización y cultura. Porque quiere que sus ciudadanos tengan igualdad de oportunidades para dar lo mejor de sí mismos al mundo, no igualdad de resultados a base de subvencionar la vagancia y la ineptitud. Porque quiere que cada cual se sienta sin miedo a proclamar no solo su orientación sexual, sino también su pensamiento político.

Pero en mi sueño no hay mayoría absoluta y me alegro, las mayorías absolutas crean oposiciones absolutas y corrupciones sin control, y en esta época, que ha perdido el respeto al que piensa diferente, en este país de las mil voces disonantes que se maridan como en un Bach sublime si hace falta, no necesitamos un gobierno que domine por decreto o por sus santas proyecciones infraabdominales gracias a una mayoría en la que otros se sienten desplazados y ninguneados, necesitamos cooperación, consenso y mucho amor, amor como el que proclamara Salinas: "Sacar de ti tu mejor tú".

Comentaban en RT que los americanos se gastan al año 2200 millones de dólares en videntes, así que si algún gurú de las encuestas se queda sin trabajo en mayo puede buscar sustento por allí. Porque cuando falta un mes para las elecciones, los datos de las encuestas no tienen más valor que los de un vidente o los sueños de cada uno. Por eso, que nadie busque evidencias entre tanta videncia para decidir su voto. Que cada cual piense en el país al que le llevarían sus sueños, el país por el que está dispuesto a trabajar en ese sentido del amor del poeta y quién considera capaz de gestionar ese amor, esos sueños y, por supuesto, el dinero que en este mes de abril empezaremos a declarar esa gran clase media trabajadora que no quiere volver a contemplar los mismos políticos corruptos y trepas que colmaron de sectarismo y política de bar nuestro país. Porque votemos a quien votemos, todos queremos políticos honrados que se pueden equivocar en las palabras pero no en el origen de su patrimonio

“Amemos a la patria aunque no sea más que por sus inmerecidas desgracias” decía D. Santiago Ramón y Cajal, “amémosla para que no vuelvan más desgracias” me permito añadir, y que el futuro tenga esa misma ilusión que a nuestro gran científico le llevo a soñar y construir bases importantes del conocimiento, a pesar de ese sentimiento triste cuajado en el sufrimiento de su vida militar en la Cuba aun española, por la miseria, la decadencia, la enfermedad y la desesperante administración corrupta que encontró. Esa España decadente de nuestros bisa o tatarabuelos que no conseguimos abandonar en el mar del pasado, para de una vez coger los vientos que nos dirijan al mar del futuro.