Reunión del Comité Federal del PSOE. E.P
La corrupción de Sánchez evidencia la ausencia de democracia en España
En el último año, hemos sido testigos de cómo el Gobierno de Pedro Sánchez está envuelto en diversas causas de corrupción, que afectan tanto a su entorno profesional como a su entorno familiar.
Pero en realidad, más que la excepción, la corrupción en España ha sido la regla.
El Gobierno de Felipe González estuvo salpicado en varios casos de corrupción, siendo el más importante el caso de los GAL. El Gobierno de Aznar involucró a España en una Guerra con Irak contra la opinión unánime de los españoles. Zapatero estuvo salpicado por los ERE en Andalucía. Rajoy tuvo la Gürtel.
Por lo que la cuestión que, bajo mi criterio, debería estar en el centro del debate es: ¿por qué los políticos españoles parecen corromperse sistemáticamente?
Susan Rose-Ackerman, profesora emérita de ciencias políticas en la Universidad de Yale, en un artículo titulado Hyper-Presidentialism: Separation of Powers without checks and balances in Argentina and Philippines de 1996 da una respuesta a esta pregunta. Este artículo dicta, sintéticamente, que la corrupción se convierte en el factor único de Gobierno cuando se carece de separación de poderes y representación, algo propio de los Estados de Partidos.
Pero ¿qué es un Estado de Partidos? La forma política del Estado de Partidos es una forma de gobierno oligárquica en el que los partidos políticos acaparan y se reparten el poder y las instituciones del Estado, mediante el sistema electoral proporcional y su financiación pública, convirtiéndolos en órganos permanentes del Estado.
Como indica Manuel García-Pelayo, los partidos políticos: "operan como political enterprises que, al igual que cualquier empresa, tratan de maximizar sus beneficios satisfaciendo, de un lado, las demandas ya existentes en ciertos sectores de la sociedad y, de otro, creando artificialmente demandas seguidas de la oferta de satisfacerlas a fin de acrecer sus beneficios en el mercado electoral en una coyuntura dada".
Este régimen político tiene su origen histórico en la República alemana de Weimar y se consolida después de la II Guerra Mundial, cuando los generales Einsenhower y Marshall, en su búsqueda por encontrar interlocutores en las potencias vencidas, acuerdan con las mismas personas que fueron derrotadas por el fascismo (Adenauer, De Gasperis e incluso con Schuman) la aplicación del Plan Marshall, su apoyo a EEUU en la Guerra Fría y la reinstauración del Estado de Partidos.
Otras figuras importantísimas que definieron el Estado de Partidos fueron, por un lado, Gerhald Leibholz, el célebre jurisconsulto alemán y padre del término. En su ensayo titulado Representación e Identidad dijo literalmente: "La voluntad de la mayoría de partidos se identifica con la voluntad general del pueblo sin mezcla de elementos de representación. Esta es la doctrina oficial constitucionaria de la integración del pueblo en las repúblicas europeas. Todos los crímenes y corrupciones de los partidos estatales son pues crímenes y corrupciones del pueblo que los vota".
Y por otro, el célebre pensador repúblico y coordinador de la oposición antifranquista Antonio García-Trevijano, que en el año 1976, en un artículo de la revista Reporter ya advirtió que con este sistema España solo podría gobernarse mediante la corrupción.
Por lo que partiendo de esa premisa, lo correcto bajo este régimen político sería que los españoles no acudan a las urnas para deslegitimar a estos partidos.