Pedro Sánchez, durante su comparecencia ante la comisión de investigación del 'caso Koldo' en el Senado.
Morante y Sánchez, toreros en las portadas de la prensa
El pasado 12 de octubre en la Plaza de Toros de Las Ventas, Morante de la Puebla, vestido de chenel y oro se cortó la coleta treinta años después de tomar la alternativa, por honestidad y por su salud mental, ya que padece un "trastorno disociativo".
El 30 de octubre en el coso de una comisión de investigación en el Senado, Pedro Sánchez, vestido de evasivas y estadísticas sigue toreando como Presidente tras siete años de llegar al Gobierno de España después de una moción de censura, por su salud política, con su "síndrome de amnesia presidencial intermitente".
Morante salió junto con su cuadrilla por la puerta grande, dejando a la afición huérfana y a la tauromaquia sin su genio. Sánchez sigue haciendo paseíllos con división de opiniones, entre vítores y abucheos, con su mayoría parlamentaria saliendo por la puerta de atrás.
Morante, torero de arte, heredero moderno del estilo de Curro Romero y de Rafael de Paula. Sánchez, torero de la resistencia, reniega de Felipe González y de Alfonso Guerra.
Morante, maestro del capote, doctorado en la verónica, en la chicuelina y la tafallera. Sánchez, maestro de estrategia y de alianzas imposibles, doctorado en economía plagiada.
Morante se enfrentaba a astados de verdad. Sánchez lidia con la Comisión del caso Koldo y con su cuadrilla del Peugeot en el callejón judicial.
Morante iniciaba sus faenas en el tercio medio y se desplazaba hacia el centro del ruedo para culminar sus faenas. Sánchez se agarra al burladero y se desplaza hacia los extremos para sus chicuelinas presupuestarias.
Morante brindaba toros nobles y fuertes, morlacos con pitones afilados y mucho peligro. Sánchez brinda silencios a la oposición y decretos a socios parlamentarios que embisten con amenazas y condiciones.
Morante emocionaba con la muleta y daba estocadas a volapié. Sánchez confunde con el CIS y da estocadas de ironía.
Uno se ha ido cuando todavía le seguían aplaudiendo, otro se queda mientras los suyos le van abandonando. Uno se cortó la coleta sin previo aviso, otro avisa que "no tiraré la toalla". Uno se retiró del toreo en Las Ventas, otro sigue toreando desde la Moncloa. Uno se apartó con dignidad, otro sigue con insistencia.
Morante y Sánchez, dos toreros singulares del siglo XXI, cada uno en su ruedo.