Rafael Amargo (Granada, 1975) corta el viento con sus palabras al mismo ritmo que lo hacen sus tacones sobre un tablao flamenco. Palabras que describen cómo, en 2020, su vida se convirtió en "un infierno". Aquel año fue acusado de tráfico de drogas, aunque finalmente fue absuelto por falta de pruebas tras pasar seis meses en prisión. "Hace un año de la absolución, y todavía no me han dado un trabajo como el que creo que merezco. Todavía estoy esperando a que alguien me pida perdón y me indemnice por los daños causados", denuncia en una entrevista con EL ESPAÑOL.
El bailarín y coreógrafo debuta ahora en la literatura con una novela de amor, 'El hijo de la Macorina', escrita de principio a fin entre rejas. Esa fue la única forma de volar de aquella celda de hormigón: "En el libro, el mar es más azul y el sol más claro aún, porque estaba todo en mi imaginación. Ese libro fue una vía de escape con la que soñar cuando lo has perdido todo", explica.
Ahora, Amargo denuncia haber sido víctima de una campaña mediática y judicial: "Decían que salían mulas de mi casa llevando droga. Eso es mentira. Yo llamé al periodista que publicó eso y me confesó llorando que le obligaron a firmar ese artículo". Y apunta más alto: "Creo que mi caso fue una cortina de humo para tapar otras cosas mayores. Estaba todo orquestado. Un chico que vivía en mi casa trabajaba como escort en la sauna gay del suegro de Pedro Sánchez, y me contó cosas", comenta.

El bailaor Rafael Amargo posando con su nuevo libro.
Aún hoy sigue pagando las consecuencias de todo aquello. El veto está siendo su mayor castigo. Asegura haber sido rechazado en su tierra, en Granada, donde se celebró la última edición de los Premios Goya. "No querían que yo fuera. Y, sin embargo, sí que fue el presidente del Gobierno, cuya mujer y hermano están imputados. Yo estoy absuelto de todo. Qué vergüenza", exclama.
Su exitosa vida como uno de los bailaores de flamenco más exitosos de nuestro país parece haber caído en el olvido, con consecuencias devastadoras. "He pasado hambre. Y gracias a mi padre no me he muerto de hambre. Él me paga la casa. Tuve que vender mis dos pisos y Hacienda se quedó con gran parte del dinero". Ante la necesidad, decidió recurrir a abrirse una cuenta de Onlyfans. "Prefiero hacerme pajas delante de la gente que aceptar más dinero de mi padre", revela.
PREGUNTA.– ¿Qué cuenta en este libro?
RESPUESTA.– Esta historia nace en la cárcel. En aquella prisión en la que estuve. Allí me aferré al papel y al boli para escapar de esa realidad, donde las horas y los días se hacen eternos. Y el libro se sitúa en lugares como Nueva York, La Habana y Granada, repletos de luz y color, los cuales describía rodeado de paredes de alquitrán y cemento. Así que en este libro, el mar es más azul y el sol es más claro aún, porque estaba todo en mi imaginación. Ese libro fue una vía de escape con la que soñar cuando has perdido todo.
P.– Nueva York y Granada, dos lugares donde la figura de Lorca está muy presente. Lorca, otro ajusticiado como usted (aunque su condena fue la muerte).
R.– Lorca estuvo presente, sin duda. En él reflejo también a los gitanos en el libro, a esa Andalucía profunda. Y también ese Nueva York que describo de Poeta en Nueva York. Y creo que hay muchos paralelismos. Y hay mucho de ficción en este libro, pero también hay mucho de verdad y de experiencias propias o de mi familia.

Rafael Amargo.
P.– ¿De dónde le viene la tradición por escribir?
R.– De mis dos abuelos. Los dos escribían. Y mi abuelo Florentino ya me compuso letras para mi espectáculo. Y ellos escribían divinamente, así que era una presión añadida. Ya sabes que la gente siempre critica y dice "¿ah pero que también es ahora escritor?". Hay mucha envidia en este país. Y si resulta que quiero probar con otro arte, ¿no puedo? En América tienes muchas oportunidades para hacer lo que quieras, aquí te consideran un intruso si haces algo que no va con tu profesión. Nos encasillamos.
P.–¿Ser Rafael Amargo no le salvó dentro de la cárcel?
R.– Allí no eres ni una persona, eres un número. Y me parece bien que por ser quién eres no haya tratos de favor. Eso me ha hecho conocer la vida de los internos. He visto las jerarquías que existen. He visto la llanura. He visto muchas cosas, y eso para mí ha sido un aprendizaje durante los seis meses en los que estuve encerrado de forma injusta. Un tiempo que nunca nadie me va a devolver.
P.– Allí descubrió otras vidas, pero perdió gran parte de la suya.
R.– Hace un año de la absolución, y todavía no me han dado un trabajo como el que creo que merezco. Todavía estoy esperando a que alguien me pida perdón. Le he escrito a todos los políticos, pero ninguno me responde. Yo sólo pido que se me devuelva todo el daño causado. Esto es muy duro, porque es como volver a empezar con la carrera ya hecha. Y eso es más difícil. Se habla mucho de ayudar a los jóvenes, pero ¿y a mí quién me ayuda ahora. Parece que aquí no ha pasado nada, pero lo que ha pasado es que le han destruido la vida a una persona, que soy yo.
P.– ¿Quién quiso arruinarle la vida?
R.– En primer lugar, mi casero. Con él negocié un alquiler con opción a compra y di un adelanto de 30.000 euros. Después decidí que prefería seguir de alquiler. A los siete meses me dijo que me fuera y yo respondí que tenía derecho a permanecer en mi piso hasta liquidar esos 30.000 euros. Entonces, mi casero dijo: "¿Qué no te vas? Pues verás qué rápido consigo echarte". Ahora estoy preparando una denuncia por falsa acusación contra él.
P.– Sin embargo, tras aquella denuncia de su casero, le condenan por tráfico de drogas en su piso de Madrid, pero se demuestra, tiempo después, de que las cantidades que poseía eran para consumo propio. Aun así, pasa por prisión y a los seis meses es absuelto.
R.– Pero si es que no había cantidades. Luego se demostró que ahí no había nada como para inculparme por un delito de tráfico de drogas. De hecho, yo llevaba tiempo sin hacer fiestas en mi casa, y en las fiestas, cada uno salía con menos droga que con la que entraba. Y decían que había testigos, y eso es mentira. Un periódico llegó a publicar que salían mulas de mi casa llevando droga para venderla. Y yo llamé al periodista que publicó esa información y le dije: "de mi casa qué van a salir llevando droga. Además tú que sabes si llevas dos años viviendo en Barcelona". Y él se calló. Pues a los dos meses tuvo una enfermedad y me llamó llorando diciéndome que le dieron el artículo hecho y que él tuvo que firmarlo porque si no le echaban.
P.– Y, según usted, ¿de dónde provenían esas presiones y ese interés en que acabara en la cárcel si no había pruebas firmes?
R.– Creo que mi caso fue una cortina de humo para tapar otras cosas mayores. No me cabe duda. Yo fui portada en 16 periódicos de España y el extranjero. Y claro, se puso el foco en mí. Yo me enteré que me iban a detener antes de que me detuvieran, porque ya habían medios hablando sobre la supuesta detención. Y a mí me pilló saliendo del teatro La Latina de Madrid. Cómo puede ser que se filtrase a la prensa que yo iba a ser detenido. Pues porque estaba todo orquestado.

Retrato de Rafael Amargo.
P.– ¿Qué otras cosas mayores querían tapar y quién?
R.: No lo sé, lo que sí sé es que a mi abogado le dijeron que me devolvían el pasaporte si reconocía que había cometido los delitos. Qué manera de coaccionar a alguien, ¿no? Y lo que hicimos fue esperarnos hasta el juicio para limpiar nuestro honor. Porque si me tenía que morir de hambre, iba a ser con dignidad. Y eso que, por no tener pasaporte, perdí un trabajo muy importante que tenía en Bollywood, al que no pude ir.
P.– Pero usted entra en la cárcel porque no se presenta a firmar en sede judicial, lo cual se puede interpretar de que hay riesgo de fuga.
R.– Yo solamente no fui a firmar en dos ocasiones en cuatro años. A las demás fui a todas. Y esas dos no me presento porque no estaba de acuerdo con lo que se me imputaba y también porque me hacía perder mucho tiempo en trasladarme. ¿Y por eso te meten en la cárcel? ¿Dónde está el muerto aquí? ¿Y qué riesgo de fuga? Si a mí mucho antes de eso me quitan el pasaporte y me dicen que no me puedo mover de mi casa. Yo estaba en mi casa como si estuviera en la cárcel. Y luego, me meten preso durante seis meses, y sin pruebas. Solo hay que ver la detención, cuando los policías se presentan en mi casa. Yo les pido que me expliquen por qué se me detiene. Les pregunto si tienen una orden de detención y me gritan que me fuera con ellos. Entonces, un policía se echa encima de mí y yo me intento defender dándole un mordisco.

Rafael con todas sus revistas.
P.– Usted afirmó que el chico que vivía en tu casa se dedicaba a trabajar como escort en la sauna de prostitución masculina del padre de Begoña Gómez, la mujer del presidente del Gobierno. En primer lugar, ¿qué hacía este chico viviendo en su casa?
R.– Este chico era amigo mío y no tenía papeles, así que decido hacerle el favor y acogerlo en casa. Estuvo en mi casa dos años. A mí me daba igual donde trabajase. Él se ganaba la vida como podía. Y todavía mantengo relación con él.
P.– ¿Este chico le proporcionó información delicada que pudiera comprometer a alguien del gobierno? Precisamente, esta semana, Manos Limpias ha denunciado que en las saunas del suegro de Pedro Sánchez se grabó a ministros.
R.– Me contó cosas, sí. Pero tampoco quise preguntarle mucho. Sí sé que iba gente conocida. Pero yo soy un caballero que se viste por los pies. Y no quiero hablar de eso. Eso sí, me parece muy hipócrita que Pedro Sánchez, a través de su Gobierno, decida prohibir los anuncios de prostitución en Internet mientras su suegro tiene una sauna gay donde se prostituyen hombres. Que me parece muy bien, cada uno hace lo que quiere. Pero Begoña ha comido toda su vida del pan que traía su padre a casa, y ahora prohíbe el negocio que le ha dado de comer a ella y a su familia.
P.– Quizá, si cuenta algo, deciden ayudarle para así silenciarle, ¿no?
R.– Pues quizá sí, pero no lo voy a hacer. Eso sí, te voy a contar algo. El otro día me crucé por la Calle del Barquillo a Yolanda Díaz y le dije, "señora, a ver cuándo me contesta a un mail". Y la asistenta que llevaba al lado la cogió del brazo y tiraron para adelante. Ella es ministra de Trabajo, pero de trabajo sé yo, que he estado dando trabajo toda mi carrera profesional a muchas personas. Y ella lo que hace es cobrar dinero de los españoles. ¡De dar trabajo sé yo y no esa señora!
P.– ¿Con qué políticos se ha intentado poner en contacto para subsanar el daño que le han causado?
R.– Con Pedro Sánchez, sin ir más lejos. Le he escrito varias cartas tanto a la sede de Ferraz como a la Moncloa. Y no me ha contestado a ninguna. Me tendrían que indemnizar, o por lo menos echarme una mano dándome algún trabajo.
P.– ¿Se siente defraudado por este Gobierno?
R.– Yo soy un tío que no tiene ideología política exacta, pero me gusta la gente humanista. Y, sobre todo, me gusta la gente que no utiliza su cargo para ejercer abusos de poder. Así que estoy muy distanciado de este Gobierno. Y dicen que la justicia es igual para todos y eso es mentira. Yo estuve tres años esperando un juicio, y Cándido Conde-Pumpido sólo 11 días. Y se habla mucho de Nacho Cano (acusado de un presunto delito de contratación ilegal de inmigrantes) y él sí que ha recibido apoyos. Hasta su amiga Ayuso ha salido en su defensa (la presidenta de la Comunidad de Madrid dijo que Cano estaba sufriendo una "campaña de desprestigio con fines políticos", lo cual catalogó de "estalinismo"). Y a mí no me ha apoyado nadie. Pobre Nacho Cano, no. Pobre yo.
P.– ¿Y por qué a Rafael Amargo no le apoyan?
R.– Pues buena pregunta. Yo creo que tiene mucho que ver que, en el momento en que me ocurre todo esto, yo no tenía ningún espectáculo en cartel. Y Nacho sí que tenía espectáculos en cartel. Y eso hace mucho, porque si te condenan, mucha gente cae contigo. Yo no he ido este año a los Goya, que se celebraban en mi tierra sagrada, en Granada, porque no querían que estuviera allí. Mientras que tuve que ver cómo iba a la gala el presidente del Gobierno, cuya mujer y hermano están imputados. Mientras que yo estoy absuelto de todo. Y dejan que vayan ellos y yo no. Qué vergüenza.
P.– ¿Quién le vetó? ¿La organización de los Goya?
R.– El ayuntamiento de Granada. Y de Granada somos Lola Índigo, Estrella Morente, Miguel Ríos. Y de todos, el más internacional, que ha estado en Londres, Japón, China, Estados Unidos... soy yo. Pero a mí me vetan porque no quieren que haya algún tipo de confrontación con los políticos que allí van, porque saben que yo tengo mucho que decirles, pero no lo voy a hacer. Son ellos los que deberían decir, "pobre hombre, vamos a echarle una mano que ha sido muy injusto todo lo que ha pasado". Los únicos que se están portando bien conmigo ahora es la Comunidad de Madrid, que por lo menos me han aceptado en la Feria del Libro, donde voy a ir a firmar. Pero eso es lo único. A mí me han vetado por todas partes. Yo sólo pido aunque sea trabajar como maestro en un conservatorio. Lo que sea.
P.– ¿Ha llegado a sufrir penurias por culpa de esa falta de trabajo?
R.– Yo he pasado fatiga y hambre. Y gracias a mi santo padre, que me ha ayudado y me sigue ayudando, no me he muerto de hambre. Y también mis padres me pagan la casa. A mí, con la edad que tengo. Y yo tengo dos pies y dos manos, y me duele mucho ver cómo mi padre me está ayudando a sobrevivir. Y tengo que aceptárselo, pero me duele mucho.
P.– ¿No le queda dinero de su etapa anterior a todo este infierno?
R.– Pues he tenido que vender los dos pisos que tenía y, al venderlos, Hacienda se quedó una gran parte, porque tenía una deuda con ellos, como tiene todo el mundo. Y he tenido que vivir con lo poco que me sobró y con la ayuda de mi padre. Ni siquiera me quedó una pensión después de la cárcel. Porque cuando sales de la cárcel, si estás más de seis meses, te dan una pensión. Pues a mí me sacaron una semana antes de cumplir esos seis meses para no darme la pensión. Y yo les decía que me dejaran una semana más ahí dentro para poder cobrar luego. Y eran 500 euros de pensión, eh. Pero ni eso, hijo.
P.– Al margen del mundo artístico, ¿ha intentado encontrar trabajo en otros oficios?
R.– Intenté trabajar como dependiente en Louis Vuitton, porque el encargado era amigo mío. Yo le dije que yo hablaba cuatro idiomas y que me pongo divino hablando con la gente. Pero no quiso contratarme. Porque claro, cuando tienes la imagen manchada y eres un personaje mediático, pues no les interesa. Da igual que el que te venda trajes tenga una Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, sino lo importante es la mancha que te queda por haber estado en la cárcel por un tema de narcotráfico, aún de forma injusta.
P.– Tengo entendido que, para paliar esa necesidad económica, incluso recurrió a abrirse una cuenta de OnlyFans. ¿La tiene activa todavía?
R.– Por supuesto. Y es muy digno. Aunque desde hace tres meses no subo contenido. Me da vergüenza, porque yo no lo hago con nadie, lo hago solo.

El granadino Rafael Amargo.
P.– Pero empezó a hacerlo con el actor de cine porno Marco Bandera, ¿no?
R.– Sí, pero su mujer no quería que él hiciera OnlyFans. Así que un día, su mujer le cambió la contraseña para que no entrara más.
P.– ¿Y tiene pensado subir contenido de nuevo?
R.– Sí, me he abierto una cuenta yo solo. Y me llevo mi dinerito. Y lo necesito. Pero yo no tengo por qué estar ahí haciéndome pajas delante de la gente. Con lo que yo he sido: un baluarte de este país.
P.– ¿Y cómo afronta el pudor?
R.– Pues es que el pudor se te quita rápido cuando te entra el hambre. Y, sobre todo, no hay más vergüenza que ver a un señor como mi padre dejándose la vida por mí. Así que me hago pajas delante de la gente antes que pedirle dinero a mi padre.

P.– ¿Cuánto puede ganar a la semana, o al mes?
R.– Pues unos 500 euros a la semana más o menos. Así que cuando estoy apurado de dinero me hago tres pajas y las subo.
P.– Dice en el libro que el amor más puro no es el que arde en el cuerpo, sino el que se instala en el alma. ¿No le provoca confrontación con su mujer el hecho de hacer este tipo de vídeos?
R.– El deseo es para un rato, y el amor es otra cosa. El amor es la compañía, el amor es que te entiendan. Lo otro es folla que te folla y pelos a la olla. Y Luciana, mi mujer, es una persona maravillosa que me quiere como soy. Y ya está, no me juzga. Y siempre ha estado ahí.
P.– Incluso cuando ella también ingresó en prisión por el mismo delito que usted.
R.– Ahí sobre todo. Aunque a ella la absolvieron antes que a mí. Lo cual es absurdo ya que compartimos techo. Pero ella ha sido un pilar fundamental también a la hora de cuidar a nuestros hijos, los cuales lo han pasado muy mal con todo esto.

Rafael Amargo.
P.–¿Le ha molestado alguna vez que cuestionen su bisexualidad y le llamen "maricón"?
R.– Eso está muy superado ya, por suerte. Y yo no he tenido problema en contar lo que soy, porque lo que soy me hace feliz.
P.– Hay una idea, errónea o no, que dice que amar a las personas, independientemente de su género, es una forma de repartir el amor sin ningún tipo de prejuicio. Y el amor es lo único que se engrandece cuando se reparte.
R.– Sí, puedo estar de acuerdo. Aunque a mí me cuesta mucho decir "te quiero". Hay mucha gente que habla contigo y te dice "te quiero" muy a la ligera. Pero dime "te quiero" cuando sea verdad. Hay que medir el valor de las palabras y su contenido. Yo cuando digo que amo a una persona es porque la amo de verdad. Y las personas que te quieren toda la vida, se mueren en los corazones de las personas que han amado.
P.– ¿Ha acudido a terapia psicológica durante este tiempo?
R.– Sí, antes de ingresar en prisión estuve en un centro psiquiátrico, y cuando fui al juicio se me caía la baba debido a la medicación tan fuerte que tomaba. Y no me podía defender bien, no es que estuviera loco. Yo loco no estoy, como algunos han intentado decir.

Rafael Amargo.
P.– Y las drogas, ¿las apartó de su vida?
R.– Completamente. La droga no me ha traído nada bueno en la vida, así que cuanto más lejos, mejor. Ya no consumo nada. No me merece la pena.
P.– ¿Qué le pide a la vida ahora?
R.– Le pido, como decía Camarón, que en el jardín de mi casa no falte nunca la alegría. Ni la alegría, ni la salud. Y que vuelva ya el trabajo, que eso es lo que más feliz me hace del mundo entero. Me encanta trabajar. Me entrego mucho. Es la pasión más grande que tengo.