
A la izquierda, una imagen del Frecciarossa 1000 que se ha quedado varado tras el gran apagón que ha vivido la península ibérica este lunes. A la derecha, una Jorge Barrera, en una declaración pública.
Jorge Barrena, el alcalde de un pueblo de Sevilla que salvó a los viajeros de un tren en medio de la nada: "Nadie se queda tirado"
El regidor, al darse cuenta de que cientos de personas permanecían encerradas en un ferrocarril a pocos kilómetros de su municipio, fue a darles auxilio.
Más información: España, sumida en la oscuridad: el lunes en el que el gran apagón dejó a millones en silencio.
Cuando el tren de alta velocidad Iryo se detuvo cerca de Brenes, un municipio a veinte kilómetros de Sevilla, sus pasajeros no sabían qué estaba ocurriendo a nivel nacional ni tampoco que quedarían atrapados durante horas bajo un sol implacable, sin aire, sin comunicación y sin una explicación clara. La escena, repetida en varios trenes de media y larga distancia a lo largo y ancho de la península, era solo un fragmento del caos que sacudió a España y Portugal este lunes, cuando un apagón masivo paralizó dos países enteros.
En Madrid, los trenes de la red del Metro se detuvieron, los semáforos se apagaron y las cafeterías cerraron mientras una gran mayoría se echaba a las calles para intentar llegar a pie a algún lado. En Barcelona, de igual manera, se hacía la compra a oscuras. En Murcia, agentes de policía regulaban el tráfico manualmente. En todo el territorio, millones quedaron incomunicados, atrapados en ascensores, en oficinas y en vagones. Nadie entendía qué pasaba: primero se dijo que había caído una línea de alta tensión entre Francia y España. Después, se comenzó a saber que el problema estaba en el seno de la red eléctrica española.
Durante cinco segundos "desaparecieron súbitamente" 15 GW de la red eléctrica, el equivalente al 60% de la energía que se estaba consumiendo en ese momento, según declaró el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. En medio de esa jornada que parecía interminable, mientras pasaban las horas dentro del tren varado, los pasajeros del Iryo entre Sevilla y Madrid intentaban hacer señales a los coches que pasaban a lo lejos. Nadie llegaba. El calor aumentaba. La desesperación crecía.

Tren de Iryo en la estación de Sevilla-Santa Justa.
Rescatados en Brenes
Ya caída la tarde, mientras muchos exigían poder salir del tren para poder respirar un poco, lograron hacer contacto con un coche que circulaba cerca de las vías. Entonces apareció Jorge Barrena, el alcalde de Brenes. Frente a un escenario desbordado y sin esperar refuerzos oficiales, tomó la iniciativa: buscó a la Guardia Civil, organizó el rescate y coordinó el traslado a pie de los pasajeros hasta la estación de trenes de Brenes, a mas de dos kilómetros de distancia.
Desde allí, mientras las autoridades nacionales seguían tratando de entender el origen de la avería, el pequeño municipio andaluz reaccionó con una rapidez que contrastaba con la parálisis nacional. El alcalde habilitó el polideportivo municipal, organizó una red de voluntarios para repartir agua, comida y ofrecer un sitio donde dormir a quienes no pudieran seguir su viaje. "Quiero dar las gracias al pueblo de Brenes por el comportamiento ejemplar que han demostrado", escribió luego en redes sociales. Los pasajeros del tren agradecieron el gesto en persona, primero; y en redes sociales, después.
En el polideportivo municipal pudieron dormir aquellos pasajeros varados que no tenían forma inmediata de continuar su viaje. "Hemos habilitado el pabellón municipal para aquellas personas que no tienen medios para trasladarse a su destino de manera inmediata. Esperamos volver a la normalidad lo antes posible. Por último, destacar la labor incalculable de Protección Civil Brenes en el día de hoy. Gracias, gracias y gracias", expresó el alcalde.

Los pasajeros del tren Iryo, una vez llegados a la estación de tren de Brenes.

En la imagen, pasajeros del Iryo que transitaba entre Sevilla y Madrid, tras ser refugiados en el polideportivo municipal de Brenes.
Mientras en otras ciudades como Madrid o Lisboa la vida intentaba recomponerse al día siguiente —cafeterías volviendo a servir café, colegios recibiendo apenas al 5% de sus alumnos, el tráfico retomando su curso—, en Brenes la noche anterior había quedado marcada por una lección sencilla: en los momentos de crisis, el calor humano puede más que cualquier corte de electricidad.
De hecho, otros trenes que circuluaban por las líneas de alta velocidad de Andalucía no tuvieron la misma suerte y quedaron varados en otros lugares más inaccesibles. Un Ouigo que cubría la ruta de Málaga a Madrid, por ejemplo, tuvo que ser asistido por miembros de la UME ante la imposibilidad de que los pasajeros dejaran el convoy.
Elena Isardo, periodista de EL ESPAÑOL y una de las pasajeras atrapadas en el tren, logró llegar finalmente a la estación de Santa Justa de Sevilla a las 0.30 horas tras hacer autostop para este martes por la mañana alquilar un coche y terminar su viaje a Madrid. Como muchos otros, pudo volver a casa gracias a la rápida y desinteresada actuación de un alcalde que, en medio del apagón más grande en décadas, demostró que la solidaridad no necesita energía eléctrica para funcionar. En palabras del propio Jorge Barrena, en Brenes "aquí no se queda nadie tirado".