María Luisa Merlo es una fuerza de la naturaleza. Conversar con ella es muy simpático y hermoso, muy ágil, con la fluidez de dos amigas en la cafetería de los Teatros Luchana en una tarde de tormenta en Madrid. Hablamos de hombres y de libertad. Hablamos de cultura. Es tan pizpireta, es tan lista e incansable… una diva total de las tablas y del mundo, con mucha calle encima, con un ramillete incomparable de aventuras.
Tres maridos, muchos libros, un platonismo por Gary Cooper en Solo ante el peligro, discos de Luis Miguel, de John Hoffman y los conciertos de Brandenburgo de Bach. Una rebeldía luminosa, pura alegría de vivir. Vuelve este animal escénico con Mentiras inteligentes.
Cuarta temporada, ¿eh?
Hija, sí. Gustan mucho estas funciones. Es que es una obra muy inteligente. Es alta comedia, que es lo que a mí me gusta hacer, hacer reír pero tocar los sentimientos con los personajes… porque son reales y tienen alma.
¿Cómo distingues tú la inteligencia, María Luisa?
Cuando pongo amor, todo el mundo se me pone inteligente. Los hago más listos.
"A mí me ha ido mucho la marcha. Me ha divertido pelearme y reconciliarme"
Esta obra va de secretos matrimoniales. ¿Tú has contado muchas mentiras o te las han contado a ti?
Yo no he sido nada mentirosa, y eso que siendo actriz podía haberme aprovechado un poquito, ¿no? Sólo alguna cosita, alguna mentira cotidiana. A mí no me gusta, pero eso sí, me han metido mucho.
¿Quién?
Cariño: los maridos.
¡Anda!
Vamos, que yo he topado con gente que era muy mentirosa. Pero les pillaba, porque además los hombres suelen mentir bastante mal. Mienten mucho, pero mal.
Esa es mi experiencia.
¿A que sí? La mía también. Y cuando ya les pillaba pues teníamos una bronca, pero era muy divertido porque luego venía la reconciliación. Yo siempre he tenido unas relaciones muy movidas.
¿Te va la marcha?
Totalmente. Me iba, me iba. Me fue la marcha. Me divertía pelearme, reconciliarme y todo.
Eres una mujer pasional.
Sí que lo soy, pero la mente no la dejo nunca de lado, ¿eh? Todo el rato la tengo analizando.

María Luisa Merlo.
¿Hace falta una pareja para algo?
Hombre, de joven te da felicidad, pero yo ya estoy liberada de eso. ¡Liberada de hombres!
¿Cómo es la vida sin hombres?
A esta edad, una maravilla. ¡Un descanso! Puedes hacer todo lo que te da la gana, ¿tú sabes lo que es eso? Yo tengo una disciplina brutal que un hombre no aguantaría.
"Yo tenía que contenerme delante de los hombres porque no soportaban que fuera más culta que ellos ni que hablase cuatro idiomas. Acomplejados"
Cuéntame un día normal en tu vida.
Yo me levanto y hago ejercicio. Físico pero también mental. Hago meditación y hago de todo. Y escucho música, y leo, y me lo paso muy bien. Tengo mucho mundo interior y también exterior, con mis hijos, con mis nietos y bisnietos, que nos lo pasamos bomba. Los hombres no me dejaban ser como yo era. Me querían siempre a su servicio, pero yo era rebelde y feminista… he tenido tres maridos, ¿sabes? Me he casado tres veces.
Mi fantasía es casarme tres veces, María Luisa, me parece un planazo. Tres planazos. Tres bromas…
Si es que el matrimonio tiene mucho de broma, cariño. Yo te lo recomiendo. Habrá que ir probando, ¿no? Ya te digo, yo tres veces me he casado y la última con un inglés. Y todavía no nos hemos separado porque nos tenemos mucho afecto y porque ya da pereza. Sabemos que no vamos a volver, pero no vamos a molestarnos tampoco en divorciarnos.
¿Cómo fue cada uno de tus hombres?
El primero fue muy divertido, además tengo cuatro hijos con él, es un poco la historia de mi vida. Yo con Carlos siempre me he llevado muy bien porque éramos muy parecidos. Nos gustaba jugar. Los demás también han estado bien.

La Merlo.
Naciste en el 41, con Franco vivito y coleando.
Sí, vivo estaba, pero yo tuve una juventud estupenda, porque tenía unos padres muy cultos que me hicieron prepararme muy bien. En el mundo en el que yo vivía no había libertad, pero yo tampoco era muy consciente en ese momento, sobre todo porque no me lo había contado nadie. Luego me politicé. A los 30 años empecé a espabilarme en ese sentido. Y fue genial. Era muy divertido estar protestando todo el rato, yo iba a todas las manifestaciones, no fallaba una, ¿eh?
Creo que te han tenido corajillo a ti por ser tan culta en una época de tanta mansedumbre femenina.
Totalmente, vamos. He tenido muchos problemas con eso. Yo tenía que contenerme delante de los hombres para que no sintieran que era más culta que ellos, y no podía hablar idiomas, que sé cuatro. Inglés, italiano, francés, español… y algo de valenciano. ¡Se ponían negros…! Acomplejados. Y eso que eran tipos estupendos, pues imagínate.
Tú eres muy matriarca, me parece a mí.
Eso me cambió la vida y me hizo totalmente feliz. Ya tenía lo que quería desde siempre, desde el principio. Toda la vida había deseado yo ser madre. Y tengo a mi Juan Carlos, a mi Amparo, a mi Pedro y a mi Luis. Y tengo una relación fortísima con ellos, pero también con mucho respeto a la libertad de cada uno. Mis nietos también son brillantes, son importantes. Son niños divinos.

María Luisa Merlo.
¿Cómo lo llevaste todo para adelante?
Pues con agotamiento y con una fuerza muy brutal que yo tengo. Lo conseguí. Conseguí estar en todas partes. Por eso ahora soy libre, porque les he cuidado mucho y ellos me cuidan mucho a mí también.
¿Se hacen papeles interesantes para mujeres maduras?
Nunca los suficientes, y mira que la madurez es el momento mejor. Y hay gente muy entrenada para decir muy bien los papeles. Mi papel favorito siempre es el último, pero yo he tenido pasión por uno que era un monólogo de Leonor de Aquitania. Yo hacía de ella y contaba mi vida. Era muy feminista. Yo la admiraba mucho. Me la escribió el autor prácticamente a mí, con mis costuras. Lo que pasa que no acabó muy bien, te puedes imaginar. Ésta terminó encerrada.
"Yo ya no tengo libido y eso es liberador: muchas veces confundimos el sexo y el amor y nos metemos en líos"
¿Qué se aprende de la libertad en el teatro?
Todo. Yo desde pequeña ya veía a la gente en el teatro que era muy libre y viajaba con ellos, y sabía que Fulano y Mengana habían “juntado los baúles”.
¿Qué es eso?
Pues iba todo el mundo con mucha ropa para las funciones que había que hacer y cuando juntaban los baúles es que ya estaban liados. Y eso se hacía con una naturalidad maravillosa. ¡Sin traumatismos! Éramos unos adelantados, la verdad. España iba más lentita. Yo sigo siendo muy feminista y sé que falta mucho por conseguir. Hay mujeres luchadoras y estupendas, pero para que esto llegue a funcionar del todo… mira, por ejemplo, en España no ha habido todavía mujer presidenta porque los hombres tienen mucho miedo de las mujeres fuertes. Nos han tenido miedo siempre. La mujer siempre se ha tenido que hacer pequeña ante los hombres. Yo les he querido mucho, aún así, sobre todo después de dejarles. Mis maridos me han caído mejor cuando me he separado de ellos. Hemos sido amigos y todo.

La Merlo.
¿Ellos quisieron volver contigo?
Claro que querían, con sus egos… (ríe). Pero no se me ocurrió volver con ninguno. La vida sin libido es mejor, es liberadora, porque confundimos mucho sexo y amor y nos metemos en unos líos… no es lo mismo, amiga.
¿Cómo observas la cultura ahora en España?
Muy bien, veo un gran avance, y además siento que los artistas somos muy queridos, es muy raro que alguien hable mal de nosotros. Todo lo contrario. Mira que con el ‘no a la guerra’ la cosa se puso chunga y caímos muy mal. Yo iba a todas las manifestaciones y entré cuando los políticos estaban hablando con la camiseta del ‘no a la guerra’ y todo. Sigo siendo una rebelde. Y estoy agradecida también, porque los políticos han comprendido que yo era así y no he sido castigada por ningún partido.