Vladímir Livhan (i) durante el incendio de Valencia; a la derecha, su hermana Viktoria y la hija de esta, Mia, en una imagen de archivo

Vladímir Livhan (i) durante el incendio de Valencia; a la derecha, su hermana Viktoria y la hija de esta, Mia, en una imagen de archivo Facebook / Imagen cedida

Reportajes

Vladímir Lihvan y otros 20 ucranianos huyeron de la guerra de Putin y hallaron el infierno en Valencia

Él y su hermana Viktoria son dos de las cientos de víctimas que han perdido su hogar en el incendio de Campanar, que además ha segado la vida de 10 personas. Hay al menos 20 refugiados afectados. 

25 febrero, 2024 01:54

Las voraces llamas que han carbonizado los apartamentos del edificio Campanar, en Valencia, se han llevado también la vida de diez personas y las ilusiones de otras 105 que tuvieron que escapar del incendio con lo puesto para salvar la vida. Entre los afectados se encuentran 8 familias refugiadas en España que habían huido previamente de la guerra de Putin en Ucrania y que suman 20 residentes de esa nacionalidad en el inmueble.

"Han perdido la documentación, los pasaportes, los ordenadores", asegura a EL ESPAÑOL Pablo Gil, cónsul de Ucrania en Valencia, mientras se dirige a una concentración para, paradójicamente, condenar el segundo año del estallido de la guerra de Ucrania. "Se trata mayoritariamente de personas jóvenes con familias a su cargo. Principalmente, gente que viene de la guerra. Lo han perdido todo por segunda vez".

Entre los afectados se encuentra Vladímir Lihvan, ucraniano de 35 años, originario de Járkov, quien cuenta que escapó de Rusia porque en su ciudad caían "entre 20 y 30 misiles cada día", un "auténtico horror" que les forzó a él y a los suyos a abandonar el país fronterizo con Rusia para salvar la vida. "Cogimos a nuestros padres, a mis perros, a Mia, la hija de mi hermana Viktoria, y nos dirigimos directamente a Lituania porque ahí teníamos un tío. Viktoria siempre quiso venir a Valencia, así que en verano de 2023 acabamos aquí".

Viktoria (i) y Vladímir (d) durante un paseo en la naturaleza.

Viktoria (i) y Vladímir (d) durante un paseo en la naturaleza. Imagen cedida

"Recibimos información de algunos amigos que tenían a otros viviendo en unos apartamentos en la ciudad. Nos dijeron que nos podían ayudar para quedarnos a residir aquí", explica el joven ucraniano. El cónsul confirma que el "boca oreja" es una de las razones por las que había tantos eslavos en el edificio. 

"Entré en estado de shock"

El incendio le cogió fuera de casa con Mia. "Habíamos ido al instituto de estudios chinos, porque ella está aprendiendo el idioma. Es un cerebrito: habla inglés, chino, lituano, ucraniano, ruso y ahora está aprendiendo español. Y tiene sólo trece años", explica con orgullo. Pero cuando llegó y vio las llamas devorando el complejo de edificios, sintió un vuelco en el corazón. "Entré en estado de shock".

Su hermana Viktoria estaba dentro del apartamento cuando el fuego comenzó unas plantas más abajo. Ellos vivían en el apartamento 116, planta 10. "Mucha gente se quedó en sus casas porque en el edificio no hay alarma de fuegos", confiesa Vladímir. "Mi hermana se asomó al balcón cuando olió el incendio. A los dos minutos, el apartamento estaba inundado de humo. Fue todo muy rápido. Sólo tuvo un par de minutos para coger a nuestro perro y salir corriendo". Todos, gracias a Dios, salieron ilesos. "No sé qué suerte corrieron los del 119. La puerta estaba cerrada al salir y no los hemos visto desde entonces. Allí vivía una familia, madre, padre y sus dos hijos...".

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Al ver su hogar preso de las llamas, y sabedor de que su familia estaba a salvo, lo primero que hizo Vladímir fue coger su móvil y grabarse frente al edificio. Quería contarle al mundo lo que estaba pasando. Y como él es experto en vídeo y marketing y ostenta una suculenta cartera de seguidores en Instagram [@vovi_likhvan] y TikTok, muchos de ellos ucranianos, quiso contarle al mundo lo que estaba sufriendo.

"Amigos, desafortunadamente, todo lo que hemos conseguido recuperar acaba de quemarse", escribió presto en sus redes sociales. "Me será de gran apoyo si piden algún servicio o compran un curso las veces que puedan a través del enlace que aparece en el encabezado de mi perfil. Todos mis contactos están allí también. Estamos vivos pero nos va a tocar empezar de nuevo", escribió. 

"Lo hemos perdido todo", continúa en conversación con EL ESPAÑOL en un inglés con fuerte acento eslavo. "Sólo tenemos un poco de ropa. Lo que llevábamos puesto. En nuestra casa había unos 20.000 o 30.000 euros en material. Tres ordenadores. Tres iPhones. Unos iPads. Equipo de trabajo: cámaras, luces y micrófonos. Hace medio año vendí mi apartamento en Ucrania por el precio mínimo... También teníamos dos coches. Uno lo quisimos vender para enviar dinero a mi padre. Lo hemos perdido junto al pasaporte, los certificados de nacimiento y de estudio, documentos estatales. Se ha quemado todo. Y no teníamos ningún seguro contratado".

Ante la pregunta más difícil, qué van a hacer ahora, Vladímir Livhan se atora. No sabe qué responder. "Dicen que van a suministrarnos nuevas casas, pero desconocemos cómo van a ser. Nadie nos da información real. Estamos alojados en un hotel hasta el 29 de febrero y luego ya veremos. Yo lo único que espero es que alguien pueda contratarme. Soy experto en marketing y en audiovisuales. Tengo una alta cualificación –está formado en Psicología y Publicidad y desde hace 14 años tiene su propio negocio online de formación en marketing, creación de contenido en redes sociales y generación de tráfico– y necesito trabajar aún más para recuperar lo perdido".

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La historia de Vladímir Lihvan, su hermana Viktoria y la hija de esta, Mía, no es la única que ha trascendido a los medios de comunicación estos días. EL ESPAÑOL ha podido conocer la traumática experiencia que han vivido Laura y Manu, una jovencísima pareja que decidió ir a vivirse juntos hace tres años, o el relato de Julián, el conserje del edificio, quien en un acto de heroicidad sin límites fue casa por casa, arriesgando su vida, mientras trataba de salvar a los vecinos de Campanar.