A la izquierda, un paquete de 'Chorizos Hijoputa' y a la derecha, el empresario Rubén Lavandera.

A la izquierda, un paquete de 'Chorizos Hijoputa' y a la derecha, el empresario Rubén Lavandera. Cedidas

Reportajes

La lucha de Rubén Lavandera por registrar su marca 'Chorizos Hijoputa': "¿Dónde está la libertad?"

El empresario denuncia que su marca 'Chorizos Hijoputa' fue rechazada por la Oficina de Patentes y Marcas por "atentar contra las buenas costumbres".

24 marzo, 2023 02:45

Desde hace más de 20 años, la palabra "hijoputa" persigue a Rubén Lavandera allá donde va. La historia comienza en el año 2002 cuando era jefe de ventas de una empresa hostelera y decide proponer a sus compañeros la "brillante idea" de sacar una marca de licores que se llamasen "hijoputa". La idea, cuanto menos revolucionaria, provocó el rechazo de sus superiores, quienes decían "que era una locura y que no se iba a vender", cuenta Rubén en una entrevista con EL ESPAÑOL.

"Como nadie creía en mí, convencí a mis jefes para que me dejaran venderlos yo solo". Finalmente, accedieron y "Licores hijoputa" se convirtió en el producto más vendido de la empresa, "por encima de los vinos Ramón Bilbao o el cava Codorníu que comercializábamos", explica el empresario, que decidió marcharse de la sociedad y constituir su propia empresa: "Licores y Aguardientes Hijoputa", cuyo producto estrella, los "Licores hijoputa", se convertirían en un rotundo éxito de ventas. Sería el primer producto de una larga cadena de artículos que este gijonés ha sacado al mercado, entre los que se encuentran los licores "Cojonudos", las galletas "Chochinos" y "Dulces orgías", los aguardientes "Don Pedo", el arroz con leche "Satisfacer" —cuyas botellas tienen forma fálica— o el licor de hierbas "Sin Vergüenza".

Sin embargo, en su camino hacia la gloria ha tenido que lidiar con una cruzada contra la Oficina Española de Patentes y Marcas, quien le ha rechazado en reiteradas ocasiones el registro de sus productos. "Me dicen que atentan contra las buenas costumbres", comenta Lavandera, a quien el año pasado le denegaron el registro de "Chorizos Hijoputa", su última gran idea, considerando "que atenta contra las buenas costumbres, ya que puede herir la sensibilidad de un amplio sector de la sociedad por ofensivo y malsonante".

Rubén Lavandera, posando con un paquete de 'Chorizos Hijoputa'.

Rubén Lavandera, posando con un paquete de 'Chorizos Hijoputa'. Cedida

La idea surgió a raíz de que la empresa proveedora con la que trabaja el empresario tuviera unos chorizos "picantes rabiosos" que "no se vendían nada". Así que Rubén aprovechó y compró 100 paquetes para venderlos bajo el nombre de “hijoputa”. "Me decían que estaba loco, que 100 paquetes son los que se podrían vender en todo un año. Y, al cambiarles el nombre por el de "hijoputa", vendí los 100 paquetes en un sólo día", relata.

Hasta el momento, la Oficina de Patentes y Marcas han rechazado todas las apelaciones de Lavandera para poder registrar la marca “Chorizos Hijoputa” que, a pesar de no estar inscrita, puede ser comercializada, aunque eso puede acarrear algún tipo de sanción penal —en el caso de que constituya delito de odio— o llevar a la retirada del producto del mercado. Por todo ello, por recomendación de su abogado, hace tres semanas decidió presentar una demanda civil ante la Audiencia Provincial de Madrid. "Quiero que sean los jueces los que me digan si esto atenta contra las buenas costumbres, y dónde está el límite", expresa.

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En ese sentido, el asturiano argumenta que Patentes y Marcas está actuando como una especie de censor. "No es normal que, en los tiempos que vivimos, donde se supone que tenemos libertad de expresión, me digan que mi marca atenta contra las buenas costumbres y que puede herir la sensibilidad de la gente... ¿Pero ellos qué saben? Nadie me ha puesto una denuncia por haberse sentido ofendido", exclama.

Asimismo, Lavandera no entiende el criterio bajo el que Patentes y Marcas rechaza un registro, ya que, según cuenta este empresario, hay una marca de galletas llamadas "Los cojones de Anticristo", o "Tetillas de monja", o el vino "Follador", que "están registradas sin problema". Asimismo, denuncia que exista otra marca de licores que se llama "Joputa". "A estos también los han dejado inscribirla, cuando claramente me han copiado", dice.

“Quemavirus” y “Artículo 155”

"Yo no tengo intención de insultar a nadie, lo hice en plan jocoso, para llamar la atención", explica Rubén, cuyas ideas no es la primera vez que le han acarreado problemas: en 2020, con la irrupción de la pandemia, Lavandera sacó a la venta una marca de licores y cervezas llamados "Quemavirus", a la que sí dejaron registrar.

Sin embargo, en febrero de 2022, tras una denuncia de la Consejería de Agricultura y Pesca del Gobierno de Madrid, en la que se alegaba que podría tratarse de un "engaño al consumidor", le retiraron la marca y le prohibieron vender este producto. Según la denuncia, alguna persona podría pensar que se trataría de un remedio para combatir la Covid-19. "Yo el 'Quemavirus' no lo vendía en las farmacias. ¿Estamos locos?", exclama irónico el empresario.

El arroz con leche Satisfacer, cuyas botellas tienen forma fálica.

El arroz con leche "Satisfacer", cuyas botellas tienen forma fálica.

En la misma línea, y aprovechando el tirón mediático que supuso el conflicto político de Cataluña, Rubén sacó al mercado una crema catalana llamada "Artículo 155" unas semanas antes de que Mariano Rajoy aprobase dicha norma en el Congreso. Una idea que generó un gran revuelo y que hizo que su producto apareciera en multitud de medios. "Las ventas se dispararon. Me llamaban de todas partes para pedirme la crema catalana. No me esperaba que tuviera tanto impacto", revela.

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“Se han apropiado de mis ideas”

Y es que si algo tiene claro este empresario gijonés es que, detrás de esos nombres irreverentes, hay una inteligente estrategia de marketing que, por el momento, está surtiendo efecto. "Si tú vas a una tienda y ves un licor que se llama 'Lágrimas de Santiago', por ejemplo, pues no te llama la atención, pero si se llama 'Hijoputa' pues igual te lo llevas. A veces estoy repartiendo y la gente se queda sorprendida cuando lee el nombre del producto", cuenta. La realidad es que el año pasado vendió, sólo de chorizos, “alrededor de 2.000 paquetes” —que se adquieren a través de su página web a un precio de 6,90 euros por unidad—, y este año estima que "triplicará las ventas".

Un paquete de 'Chorizos Hijoputa'.

Un paquete de 'Chorizos Hijoputa'. Cedida

Sin embargo, lejos de lo que pudiera parecer, la importancia de un buen nombre no lo es todo para este empresario, ya que un nombre llamativo te ayuda a vender, como ha quedado demostrado, pero lo importante es la calidad del producto. "Si llamas la atención de la gente por el nombre pues igual te compran una vez, pero la cuestión está en que les guste el chorizo y te quieran seguir comprando. Si un chorizo es malo, te lo compran un día por hacer la gracia y ya no más", explica.

“Estoy harto de luchar y de chocar contra la misma pared. Pero tengo que sacar a mi familia adelante y por ello voy a seguir luchando. El día que me dejen registrar el chorizo será el día más importante de mi vida”, revela Rubén, quien admite que lo que más le duele "es ver cómo hay otras marcas de este estilo que sí que están registradas, algunas incluso de forma descarada se han apropiado de mis ideas". Ideas que seguirán germinando de la mente genuina de este empresario, cuya astucia nadie puede poner en duda.