Reportajes

Las 3 luchas del feminismo roto por Irene Montero afloran en la calle: sí es sí, ley trans y abolicionismo

Las leyes impulsadas por Igualdad han derivado en la división de un movimiento que no hace tanto se manifestaba unido. 

9 marzo, 2023 02:55
Madrid

La homogeniedad de la que disfrutaba hace unos años el movimiento feminista se ha roto definitivamente, con Irene Montero como frente común de cualquier discusión. Este miércoles 8 de marzo, Día internacional de la Mujer Trabajadora, el centro de Madrid cobijó dos manifestaciones simultáneas en las que se expusieron dos formas muy diferentes de entender la lucha feminista y hasta tres debates simultáneos: las que estaban a favor del abolicionismo y las que estaban en contra; las que estaban a favor de la ley trans y las que estaban en contra; y, por supuesto, las que estaban a favor de la ley del sí es sí y las que estaban en contra. 

División, también, que se ha dejado patente en las cifras de asistentes. Según datos de la Delegación del Gobierno de Madrid, a la marcha convocada por la Comisión 8-M, la principal, han acudido 17.000 personas (las organizadoras han elevado el dato hasta las 700.000 asistentes). Mientras, el organismo estima que a la del Movimiento Feminista de Madrid han ido unas 10.000 personas (35.000 según la organización). 

Los diferentes desacuerdos entre PSOE y Podemos, Irene Montero y Carmen Calvo, y los movimientos transincluyente y transexcluyente –todo ello aliñado por la polémica acaecida tras la reforma de la ley sí es sí y la crisis de gobierno– han terminado de materializarse en dos manifestaciones paralelas y antagónicas, aunque convocadas en un espacio físico y de tiempo casi idéntico. 

Por un lado, con algunas manifestantes pidiendo la "dimisión de Montero", con otras cantando aquello de "quien ese mete con Montero se mete con el feminismo" y con unas últimas, entre tanto jaleo, queriendo defender, simplemente, el feminismo, ya sean abolicionistas (o no), contrarias a la ley trans (o no) y a favor del sí o sí (o no).

Dos manifestaciones

En primer lugar, la manifestación “oficial” de la jornada, convocada por la Marcha de la Comisión 8M y secundada por partidos políticos como Podemos, PSOE o incluso el PP, se sustentaba bajo el lema ‘Somos el grito necesario. El feminismo lo está cambiando todo’. 

Esta marcha, la más multitudinaria de las dos con diferencia, daba su pistoletazo de salida a las siete de la tarde desde Atocha y recorría el Paseo del Prado, la calle Alcalá y la Gran Vía hasta Plaza de España. Además, en ella se defendía un planteamiento transinclusivo, una idea de feminismo que sostiene que las mujeres trans son mujeres, y dejaba la puerta abierta al regulacionismo de la prostitución por parte del Estado. 

Por otro lado, media hora antes, a las seis y media, desde Atocha, daba inicio la marcha organizada por el Movimiento Feminista de Madrid, el cual se amparaba en el lema ‘Feministas en lucha por los derechos de las mujeres’. 

Esta otra convocatoria, apodada desde los sectores feministas como “la contramanifestación”, recorrería toda la calle de Atocha hasta la Plaza de la Provincia, donde se encuentra además el Ministerio de Asuntos Exteriores.

En esta marcha, a diferencia de en la primera, se defendía un feminismo transexcluyente, apodado coloquialmente como ‘terfismo’, en el que las mujeres trans tendrían menos derechos que las mujeres cis. Además, en esta convocatoria se defendía una postura completamente abolicionista respecto a la prostitución, por no decir que Irene Montero, la ministra de Igualdad, no era demasiado bien considerada. 

"Soltar violadores"

“Irene Montero ha abandonado la lucha feminista”, asegura Francisca Fernández, quien, a sus 55 años, participa en la contramanifestación y porta un cartelito que reza ‘Irene Montero dimisión’. “Debería dimitir por su incompetencia […], ha borrado a las mujeres del mapa”, asegura, refiriéndose a la aprobación de la ley trans. “En lugar de pelear, por ejemplo, por abolir la prostitución, se ha dedicado, por incompetencia, a soltar violadores con la ley del solo sí es sí, aunque tuviera buena intención”, añade entre los primeros cánticos, vítores y pitidos en plena Plaza del Emperador Carlos V. 

“Hombre, cómo van a abolir la prostitución, qué hago yo”, ironiza Marga –nombre ficticio–, quien está justo al otro lado de la glorieta, al final de la Cuesta de Moyano, y cubre su cara con una careta blanca. Marga se encuentra en uno de los subgrupos de la manifestación oficial, un colectivo de trabajadoras sexuales que protestan por los derechos de las prostitutas, llevan paraguas rojos –símbolo ya de su lucha– y cubren sus rostros tras máscaras. 

“Yo creo que no hay que abolir porque el problema no se va. Tienen que darnos más derechos para que podamos trabajar con seguridad”, termina de añadir Marga, quien ve cómo sus palabras son interrumpidas por el sonido de los tambores de sus compañeros manifestantes. 

Mientras que el ala feminista radical, el de la contramanifestación, defiende la abolición –es decir: la prohibición– del trabajo sexual, el ala regulacionista busca proveer de derechos que permitan que este colectivo tenga más libertad y seguridad a la hora de ejercer su empeño. 

Cuando las dos manifestaciones terminan de separarse, una por el Paseo del Prado y otra por la calle de Atocha, los cánticos que se escuchan son muy diferentes. Mientras que en la primera se escuchan consignas como “aquí están las transfeministas”, en la segunda pueden leerse pancartas y oírse cánticos contra la integración de las personas trans.  

“Hemos decidido venir a esta manifestación [y no a la oficial] porque es la manifestación de las feministas de verdad”, le aseguran a esta cabecera Faina, Vera y Lucía, de cuarenta y dos años las tres, casualmente. “Defendemos que el feminismo es la lucha por la mujer y la mujer es la hembra adulta de la especie humana. [Irene Montero] sigue metida en su discurso circular y realmente no sabe ni la política que está haciendo. El sexo es una cuestión biológica, hacer una ley negando eso es como hacer una ley a partir del terraplanismo”, terminan de añadir estas tres chicas, que portan carteles en los que se lee ‘Ser mujer no es un sentimiento’.

“Uf, pues menos mal que no hemos visto nada contra las personas trans, porque nos habría puesto de mal cuerpo. No vamos a formar nunca parte de ningún lado opresor”, aseguran desde la convocatoria de la Marcha de la Comisión 8M Ana y Sara, dos mujeres de 45 y 46 años respectivamente.  

“Estamos en una única manifestación porque es una manifestación feminista, sin más. La verdad es que no entramos en otro tipo de pensamientos diferentes al nuestro, cada cual que piense lo que quiera. Nosotros pensamos que cualquiera que se sienta mujer es una mujer y debe tener los mismos derechos que todas, independientemente de otras cuestiones. Creemos que este tipo de manifestaciones [señalando a la contra] rompen el movimiento feminista. Además, convierten en importante un debate secundario”, terminan de asegurar. 

Ambas manifestaciones, que se han desarrollado sin incidentes, han puesto de manifiesto la gran ruptura del feminismo en cuestiones de suma importancia para el movimiento.