Una ambulancia en el momento de la extracción de Ölzem. / Rafa Martí

Una ambulancia en el momento de la extracción de Ölzem. / Rafa Martí

Reportajes

Cuento de terror de dos recién casados en Turquía: un día para salvarla a ella, él murió a su lado

Ölzem estuvo atrapada durante más de 50 horas bajo los escombros de la ciudad turca de Kahramanmaras, situada a pocos kilómetros del epicentro del seísmo.

9 febrero, 2023 03:15
Kahramanmaras (enviado especial)

Ölzem estuvo atrapada más de 50 horas bajo los escombros. Pero pasaron más de 25 sin que nadie supiera nada de ella. Transcurrido este tiempo, un miembro del equipo de rescate del Ejército israelí destacado en la ciudad turca de Kahramanmaras escuchó su débil voz. Era martes al anochecer y la alegría volvió a dar un respiro a quienes trabajan sin descanso en el epicentro de una tragedia que deja ya 11.200 muertos y más de 55.00 heridos entre Siria y Turquía.

La joven Ölzem, de 25 años, permanecía sepultada en la planta baja de un edificio de siete pisos. 28 apartamentos y casi un centenar de almas atrapadas en lo que queda de él. La mayoría, muertos. Junto a Ölzem, bajo las ruinas, estaba también su marido Muzaffer. También vivo. Los paramédicos israelíes estuvieron junto a ella a lo largo del agónico rescate y pudieron conocer su historia: Ölzem y Muzaffer se acababan de casar y habían comenzado una nueva vida juntos.

Nada les preparó para que el mundo se les viniera encima. En la madrugada del domingo al lunes, la tierra tembló hasta 7.8 grados en la escala de Richter y arrasó su edificio y una treintena más del barrio cercano a la carretera principal de Kahramanmaras.

Equipo militar israelí participando en las tareas de rescate.

Equipo militar israelí participando en las tareas de rescate. Rafa Martí

Entre los siete pisos apilados, uno encima de otro, sin tabiques ni separación, como si se tratase de un acordeón plegado, asomaban peluches, mantas, alfombras, piezas de lavadoras… Un sinfín de objetos y mobiliario que ya son memoria de los que perecieron.

Pero la fortuna quiso que Ölzem y Muzaffer no cayeran en el primer golpe. Después de que el equipo de rescate diera con ellos, se puso en marcha un operativo que, en la zona del desastre, no llamó la atención: porque allí eran decenas las excavadoras, equipos de rescatistas y ambulancias que, en el mar de escombros de Kahramanmaras, tenían a sus propios Ölzem y Muzaffer.

[El otro drama del terremoto: 150.000 sin techo ni comida y sin tiempo para más rescates]

Transcurridas 72 horas desde el terremoto, los momentos finales del miércoles eran cruciales para encontrar a los últimos supervivientes. “Es posible que aparezca alguno más dentro de una semana, pero ya entramos en el terreno de los milagros”, confesó a EL ESPAÑOL Tiran, una paramédico israelí de Elad que participó en el operativo. El cuerpo humano no es capaz de sobrevivir sin agua, sin comida; con heridas graves y bajo un frío por debajo de los cero grados más que en esa escasa ventana de las 72 horas.

Edificio derruido en la zona cero del terremoto que afecta a Siria y Turquía.

Edificio derruido en la zona cero del terremoto que afecta a Siria y Turquía. Rafa Martí

En el límite de esa ventana se encontraban Ölzem y Muzaffer cuando los encontraron. Los israelíes desplegaron todo su material en un pequeño agujero que hacía las veces de entrada al edificio destruido. Apuntalaron los bloques de hormigón y comenzaron a trabajar. Hasta que dieron cómo entrar, habían transcurrido 18 horas. El rescate duró seis. La noche se cerraba sobre Kahramanmaras y el frío comenzó a arreciar.

Primero, los rescatistas lograron extraer a Muzaffer. Estaba inconsciente. Partió en la ambulancia aún vivo, pero no lo logró: falleció en el hospital. La extracción de Ölzem aún se demoraría tres horas más. Alrededor del agujero se arremolinaban curiosos, la mayoría vecinos o familiares de otros sepultados con menos suerte que ella. También estaban allí su padre y su hermano, inquietos, sufriendo la lentitud de cada minuto.

Pero al fin llegó el momento. Los rescatistas israelíes se hicieron gestos entre ellos dando a entender que ya estaba: que Ölzem iba a salir viva. La expectación creció. Un cordón de militares turcos hizo un pasillo con mantas para evitar la mirada de los presentes y de las pocas cámaras que había en el lugar. El padre de Ölzem gritó algo en turco que sería algo así como “¡Mi hija está desnuda y herida, por favor, tengan comprensión y váyanse!”.

Cordón militar turco cubriendo la extracción de Ölzme.

Cordón militar turco cubriendo la extracción de Ölzme. Rafa Martí

Ölzem fue sorprendida por el temblor en pijama, de madrugada, y con los restos de lo que quedaba de la prenda había permanecido todo este tiempo. Finalmente, los israelíes la lograron sacar, en camilla, inmovilizada y con una herida en la pierna. “No es una herida grave, no le hemos tenido que amputar ningún miembro”, apuntó tras el rescate Shani, portavoz de las Fuerzas de Defensa de Israel. “Ella vivirá”, dijo a este periódico.

El rescate había concluido con éxito. Los aplausos sonaron durante tres segundos eternos en la zona cero del terremoto. Desde ahí, los israelíes dieron por concluida su jornada, con un motivo de alegría entre tanta tragedia y dureza. Un autobús los llevó al campamento de la AFAD (Agencia de Emergencias de Turquía) a las afueras de Kahramanmaras.

Allí se concentran centenares de militares y equipos especializados, perros de búsqueda y vehículos todoterreno de decenas de países del mundo que apoyan a Turquía en esta emergencia. Duermen en el suelo o en tiendas de campaña, para recobrar fuerzas y volver al día siguiente a rescatar a otra Özlem. A partir de este jueves, sin embargo, eso ya entra en el terreno de los milagros.