Sonia (35), Miriam (33) y Claudia (35), tres mujeres en la treintena que han decidido congelar sus óvulos.

Sonia (35), Miriam (33) y Claudia (35), tres mujeres en la treintena que han decidido congelar sus óvulos. Cedidas

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Tres mujeres ante el dilema de congelar óvulos: pagar 4.000 € o arriesgarse a no tener hijos

Las ayudas a la reproducción asistida anunciadas por Ayuso en Madrid ponen de manifiesto que las españolas cada vez retrasan más tener hijos.

12 enero, 2022 06:03

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El reciente anuncio de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz-Ayuso, de ampliar las ayudas a la reproducción asistida, como ampliar la edad de tratamiento de los 40 a los 45 años, ha puesto de manifiesto una vez más una realidad que afecta cada vez a más mujeres españolas: el retraso en el momento de tener hijos y que haya más mujeres que se queden sin tenerlos.

Los últimos datos públicos recogidos por un informe de la Fundación La Caixa en noviembre de 2021, indican que la media de edad en que las mujeres tienen su primer hijo en España de 30,9 años. Esto sitúa a las españolas como las que más retrasan tener hijos de toda la Unión Europea, solo por detrás de Italia.

Si nos vamos al porcentaje de mujeres sin hijos, este supera el 50% en la franja de 30 a 34 años, alcanza casi el 30% en las de 35 a 39 y se queda en el 19% entre las que tienen más de 45 años, cuando las posibilidades de quedarse embarazada de forma natural son mínimas o directamente nulas.

Ante este panorama, Miriam, Claudia y Sonia, de 33 años las dos primeras y de 35 la última, aún no han tenido hijos y tampoco quieren pasar a engrosar, de momento, el grupo de las que terminan sin tenerlos. Por eso, según dice Claudia a EL ESPAÑOL, han "comprado tiempo".

"Tengo 33 años y en enero de 2021 lo dejé con mi pareja, con la que había estado 10 años. Estando con él, no veíamos claro el momento de tener hijos y, cuando la relación se terminó, ni me lo pensé. Me congelé los óvulos. Fue un proceso emocional y físicamente muy duro, pero es una de las mejores decisiones que he tomado y se lo recomiendo a todo el mundo", explica en conversación telefónica.

Años antes de tomar la decisión, Claudia se había informado con una médica de su entorno y es con quien se hizo el tratamiento. Este consiste en una serie de pruebas evaluatorias, tras las cuales, si se superan, se continúa con una toma de medicamentos y de pinchazos de hormonas que dura entre 12 y 15 días para generar folículos y ovocitos. Entre estos, se seleccionan los aptos para ser inseminados por el esperma de la pareja o de un donante en el futuro. Así, se extraen en una operación quirúrgica y son vitrificados.

El coste de un procedimiento así, en el caso de Claudia, fue de 2.600 euros, a los cuales hay que sumar otros 1.000 por los medicamentos y entre 100 y 300 euros anuales por conservar los óvulos congelados en el laboratorio, transcurridos unos años que están incluidos en el precio inicial. En total, la congelación de óvulos media en España oscila entre los 3.000 y los 4.000 euros.

Una de las entrevistadas por este periódico explica que la empresa en la que trabaja le financió el tratamiento. Pero otras dos tuvieron que pagarlo de su bolsillo. "Miré las ayudas públicas o los requisitos de la Seguridad Social y sus coberturas para la reproducción asistida, pero esta no incluye la congelación de óvulos con el fin de posponer la maternidad", dice Sonia, por su parte.

La Sanidad pública solo cubre este tratamiento cuando hay un diagnóstico de fertilidad como, por ejemplo, que la toma de un medicamento para otra enfermedad la termine por afectar. Sin embargo, y a pesar de no tener cobertura pública, son cada vez más las mujeres que optan por esta vía: según los últimos datos disponibles de la Sociedad Española de Fertilidad, en España hubo un aumento del 142% en las vitrificaciones o congelaciones de óvulos en los nueve años comprendidos entre 2009 y 2017: pasaron de 2.174 en 2009 a 5.264 en el 2017.

Tema "tabú"

Las tres entrevistadas para este reportaje coinciden en que tomaron la decisión gracias a conocer a mujeres de su entorno que habían dado el paso. "Como la regla, la congelación de óvulos es un tema tabú, aunque cada vez menos", dice Sonia. En su caso, se planteó la congelación en 2019 pero la ausencia de referencias cercanas o de información al respecto la hizo echarse para atrás. "Se trata de un tratamiento hormonal que, en ese momento me daba miedo", continúa Sonia, que se congeló los óvulos en junio de 2021.

Ahora reconoce que lo hubiese hecho antes: "El límite que te recomiendan para someterte a una congelación de óvulos es los 35 años, la edad en la que inevitablemente, por cuestiones biológicas, la producción de óvulos aptos que puedan propiciar un embarazo, se reduce a la mitad. Lo hubiera hecho con 25".

Al mismo miedo e incertidumbre tuvo que enfrentarse Miriam, a quien con 23 años, además, le extirparon el 80% de un ovario. "Tenía miedo de que afectase a mi fertilidad natural, que sigue siendo la vía que contemplo para quedarme embarazada", asegura a este periódico.

Después de visitar varias clínicas y encontrar una de su confianza, hizo las pruebas evaluatorias y se sometió al tratamiento. Sin embargo, este no tiene una respuesta automática. Es decir, no se trata de un mero trámite. En su caso, después de los pinchazos y de la extracción de ovocitos, quedaron tres aptos para ser congelados, un número que reduce las probabilidades de éxito en el futuro, por lo que se someterá a un segundo intento. Lo ha pospuesto un año.

"Te dicen que todas las hormonas que te inyectas para la operación las acabas expulsando, pero el coste físico y emocional no es el de ir a una revisión médica ordinaria. Conozco a otras mujeres que han seguido haciendo vida normal, pero en mi caso, hubiera agradecido un acompañamiento psicológico del cual la mayoría de estos tratamientos carecen", apunta.

Miriam asegura que, por las alteraciones hormonales, pasó momentos de mucha soledad y se llegó a plantear cómo había llegado a ese momento de su vida. "Piensas que no va contigo, hasta que te ves cerca de los 35 años y lo haces, no con alegría, sino como quien se toma una medicina", dice. Aún así, al igual que Claudia y Sonia, no se arrepiente de su decisión y coindice con ellas en que lo hubiera hecho antes, de haber conocido más casos cercanos.

Sobre las nuevas ayudas que se presentaron en Madrid, Miriam apunta al fenómeno que subyace a que cada vez más las mujeres retrasen la edad para tener a su primer hijo. "Estas ayudas están muy bien, pero las ayudas de fondo -y que son las importantes- deberían enfocarse en evitar que las mujeres se vean obligadas a retrasar la natalidad en contra de su voluntad, porque no podemos independizarnos, ni tener una estabilidad financiera hasta entrados los 30. Y, a veces, ni eso", concluye.