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“Miras a los agentes a los que se les ha concedido el traslado fuera de Cataluña y los ves llorando de felicidad. Eso no tendría que ser así, pero es como estamos ahora aquí los policías nacionales”.

Lo cuenta un veterano agente del Cuerpo Nacional de Policía (CNP) destinado en Barcelona. Se refiere a la sangría de policías nacionales en Cataluña. Se marchan en desbandada. Los que están piden largarse, y los que han de pedir destino no eligen nunca Cataluña. Y los que se van, ya no es que soliciten irse a su casa: es que piden el traslado a cualquier otra parte. La situación que están viviendo los policías nacionales ahora mismo es insostenible. Cataluña se ha convertido en el destino menos atractivo para los agentes de la Policía Nacional, y el Procés tiene mucho que ver con ello. Igual que en los 80 y 90 los agentes sufrían el “Síndrome del Norte” porque no se querían ir al País Vasco, el Procés ha dado pie al denominado “Síndrome del Este”.

Unos números alarmantes

El martes 8 de mayo se publicaron los datos del denominado concurso de méritos. Un proceso anual en el que se asignan los cambios de destino a los agentes que lo soliciten. Y un año más, Cataluña se lleva la palma del desequilibrio: en esta ocasión han sido 260 a los que se les ha aprobado la salida de la Comunidad Autónoma. ¿Y cuántos han pedido ir a Cataluña? Solamente 10.

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Los números son tan alarmantes como los de 2017, año en el que se marcharon 300 y vinieron 20. Esto desemboca en un desequilibrio brutal respecto a la cifra ideal de agentes que tendría que haber en la comunidad, y la cruda realidad: el catálogo policial dice que Cataluña tendría que tener 3.800 efectivos de la Policía Nacional. La realidad es que hay 2.700.

"Antes echaban raíces"

“Cataluña nunca ha sido un destino atractivo para lo agentes. Y menos en los últimos años: la mayoría son de fuera. El catalán se mete en los Mossos d'Esquadra, no en la Policía Nacional. Pero antes, los que llegaban se quedaban. Echaban raíces porque en Cataluña se vivía bastante bien. Pero ahora la cosa ha cambiado mucho y casi nadie quiere quedarse aquí”, explican fuentes sindicales.

¿Qué ha cambiado? El factor político y el social. Desde los sindicatos subrayan tres motivos que convierten Cataluña en un destino poco apetecible. El primero es el económico. Siempre ha sido el más relevante. Barcelona es una de las ciudades con el coste de vida más alto de España. En vivienda, por ejemplo, es comparable sólo a Madrid o San Sebastián. Pero en el País Vasco, por ejemplo, hay unos complementos salariales por peligrosidad que compensan. Dichos complementos también existen en lugares como Canarias, Ceuta o Melilla, donde vivir es mucho más barato que en Barcelona. En Cataluña no se cobra ese plus.

Esa descompensación económica quedaba equilibrada por la calidad de vida. Cataluña en general es un lugar donde siempre se ha vivido bien: tiene un buen clima, buenas comunicaciones... y Barcelona en particular es una de las ciudades más importantes de Europa. Así, muchos de los agentes que llegaban a Cataluña, se quedaban porque se vivía bien.

El factor político y el social, claves

¿Qué ha sucedido? Que los otros dos factores de la ecuación han experimentado una tremenda transformación: el factor político y el social, que en realidad van de la mano. El proceso independentista ha provocado un rechazo frontal de parte de la sociedad catalana al Cuerpo Nacional de Policía. “Ya era una cosa palpable desde los últimos 3 o 4 años, desde que el independentismo empezó con fuerza. Pero desde mediados de 2017 aquí ha sido terrible. Desde los meses previos al referéndum, desde el 1 de octubre…”, cuentan agentes de comisarías de la capital catalana.

El separatismo aborrece a la Policía Nacional. Tanto en el ámbito político (los políticos independentistas no han ocultado su rechazo al cuerpo) como en el social (las manifestaciones y atentados contra vehículos policiales han sido numerosos en el último año). Y esa es una situación que no sólo sufren los agentes. También lo hacen sus familias. Hijos de policías nacionales, así como de agentes de la Guardia Civil, han sufrido problemas en sus propios colegios. Eso ha provocado que nadie quiera quedarse aquí. “Antes, la gente pedía irse a sus respectivos lugares de origen. Ahora les da igual donde los manden. Lo que sea con tal de salir de aquí”, concluyen.

Cataluña: un páramo policial

Estos datos se reflejan en el número de plazas desiertas. Cataluña es, con mucha diferencia, el territorio español con mayor número de vacantes. De las 10 comisarías con más plazas desiertas de España, 9 están en Cataluña. Son las siguientes:

La Jefatura Superior de Cataluña (Barcelona) tiene 178 plazas desiertas, contando agentes y mandos. La segunda es el Aeropuerto de El Prat, con un total de 41. Le sigue la Unidad de Extranjería de La Junquera, con 31, la Comisaría de Terrassa, con 27, la de Lleida y la de Sabadell, con 21 cada una, la de Reus con 17, la de Girona con 16 y la de Portbou con 14. El único territorio español con un número similar de plazas desiertas es Madrid Centro, aunque también es la zona de España con más agentes. 

Por una parte está el elevado número de agentes que han pedido irse y les han concedido el traslado (560 en los dos últimos años). Pero el lado oculto de este drama es el número de agentes que lo han pedido y no se les ha concedido. Los que se tienen que quedar aquí obligados suponen una cifra incalculable. El problema es que para que les concedan el cambio de destino deseado necesitan reunir una serie de puntos que les otorgan cada año. A menudo, esta cantidad de puntos es tan elevada que tardan más de diez años en reunirlos.

“Todos queremos salir de aquí”, cuenta un agente canario de Barcelona, que lleva en la Ciudad Condal 7 años. “Quiero volver a casa porque he estado ya mucho tiempo aquí, pero no hay manera. Me hacen falta como 10 años más, porque cada año te suman 3,90 puntos de méritos si estás en la Jefatura, y 3,70 si estás en una comisaría local. A mí, para mandarme de nuevo a Las Palmas, me piden 41 puntos”.

¿En qué deriva esta situación? “En que te quemas. Psicológicamente estamos mal. Aquí estamos mal mirados, somos pocos, cada vez se van más compañeros. Cobramos menos que los Mossos d'Esquadra o que otros compañeros que están por ejemplo en el País Vasco, pero vivir aquí es muy caro. La gente no nos quiere. Pedimos largarnos pero no nos lo permiten. Es una situación en la que nunca acabas de ver la luz. Nunca tienes los puntos suficientes para marcharte. Eso deriva en bajas psicológicas. En que ya no quieres hacer más tu trabajo. Y en algunos casos, en suicidios”. Por eso la Policía Nacional es uno de los sectores con mayor número de suicidios de España.

Faltan policías

A todo esto se le debe sumar la falta de efectivos policiales en general. Ya no sólo en Cataluña, sino en todo el territorio español. Cada vez hay menos inversión estatal. Cada vez hay menos agentes, y la cosa no tiene visos de cambiar. Lamentan desde los sindicatos policiales que el estado va a hacer trampas para cuadrar las cifras: “Ahora, el catálogo de puestos de trabajo (es decir, la estimación del numero ideal de agentes de policía en toda España) es de 76.000, pero en realidad hay 64.000. Algo más del 84%. Pues lo que van a hacer no es sacar más plazas, sino cambiar el catálogo para que les quede en un 98%”, explican fuentes sindicales. Surrealista.

Respecto a la situación de la Policía Nacional en Cataluña, ahora mismo es un páramo. Y si en los dos últimos años se han ido más de 500 y han venido sólo 30, cada vez hay menos efectivos para hacer el trabajo. Esto, en un principio, se va a cubrir con 800 policías en prácticas, que serán destinados a Cataluña. Pero de forma obligatoria, porque ahora mismo, ningún policía nacional quiere venir a Cataluña.