La imposición de aranceles por parte de Estados Unidos, en los últimos años, ha supuesto una sacudida en el tablero comercial internacional, reconfigurando las relaciones tradicionales y poniendo a prueba la resiliencia de las economías regionales. Galicia, que mantiene una relación comercial estratégica con el mercado estadounidense, no ha sido ajena a estas tensiones. La Confederación de Empresarios de Galicia (CEG), ha expresado con claridad su preocupación por este escenario, al tiempo que hemos reivindicado una postura más proactiva de las administraciones públicas para proteger los intereses del tejido empresarial gallego.

Hemos subrayado en reiteradas ocasiones la importancia de Estados Unidos como socio comercial. Las exportaciones gallegas hacia ese país han crecido de manera sostenida, abarcando sectores clave como el agroalimentario, el textil, el tecnológico o el industrial. Las medidas proteccionistas impulsadas desde Washington suponen un obstáculo evidente para esa dinámica. Los aranceles no solo encarecen el acceso a un mercado vital, sino que también generan incertidumbre e inestabilidad para empresas que ya operan en un entorno global altamente competitivo.

El empresariado gallego ha mostrado su inquietud ante lo que consideramos una política comercial injusta, arbitraria y perjudicial. Los aranceles no son la solución a los desequilibrios comerciales, sino una amenaza directa al crecimiento, la inversión y la proyección internacional de las empresas gallegas. La necesidad de abrir mercados, no de cerrarlos, es uno de los principios que más defiende el empresariado gallego.

Frente a esta ofensiva arancelaria, la Unión Europea ha respondido con medidas de reciprocidad y ha defendido en foros multilaterales la necesidad de preservar las reglas del comercio internacional. Sin embargo, desde Galicia se percibe que la reacción europea ha sido tibia y, en ocasiones, tardía. Para la CEG, es fundamental que Bruselas actúe con firmeza, pero también con inteligencia diplomática, para evitar una escalada de represalias que acabe afectando aún más a las empresas europeas —y por extensión, gallegas— que operan en Estados Unidos.

En el contexto español, el Gobierno central ha mostrado su apoyo al empresariado afectado, pero las declaraciones institucionales deben traducirse en medidas de más amplio alcance. El empresariado gallego reclama acciones más contundentes, tanto en la defensa de los sectores afectados como en la promoción de instrumentos que permitan sortear estas barreras comerciales. Incentivos fiscales, apoyo a la diversificación de mercados y refuerzo de los mecanismos de diplomacia comercial son algunas de las demandas que desde la CEG se han puesto sobre la mesa.

Hemos insistido, además, en que esta crisis debe ser también una oportunidad para reforzar la internacionalización del tejido productivo gallego. La CEG ha intensificado su labor de promoción exterior, organizando acciones y foros de inversión que han puesto el foco en otros mercados. Pero el esfuerzo de las organizaciones empresariales necesita el respaldo decidido de las instituciones. Galicia, con su peso industrial y exportador, no puede permitirse quedar al margen de los grandes acuerdos comerciales que se negocian a nivel internacional.

En este sentido, la postura del empresariado gallego no es meramente reactiva; es también propositiva. Frente al proteccionismo, proponemos apertura. Frente a la incertidumbre, exigimos planificación. Y frente a la debilidad institucional, reclamamos liderazgo. La política comercial debe dejar de ser rehén de tensiones geopolíticas y convertirse en una herramienta de desarrollo económico equilibrado, sostenible y justo.

Nuestra postura es un reflejo del sentir de muchas pymes y grandes compañías que ven en Estados Unidos un mercado de oportunidades, pero también de riesgos crecientes. El empresariado gallego no pide privilegios, sino reglas claras, justicia comercial y un entorno institucional que entienda que en la era global, quien no protege su capacidad de competir, está condenado a perder. El momento exige altura de miras y coordinación entre Europa, España y las comunidades autónomas. Galicia, por su parte, ya ha alzado la voz.

Juan Manuel Vieites 

Presidente de la Confederación de Empresarios de Galicia (CEG)