"El invierno está llegando" era la amenaza que se repetía en la ya mítica serie Juego de tronos. Mas nadie sabía con certeza qué significaba ni qué era aquello que iba llegando. El presente continuo del inglés nos confundía cada capítulo y al final las decepciones fueron astronómicas.

Facultativos atienden a un paciente con Covid-19 en la UCI del Hospital Reina Sofía de Córdoba.

Facultativos atienden a un paciente con Covid-19 en la UCI del Hospital Reina Sofía de Córdoba.

Desde que la Covid-19 irrumpió en nuestras vidas, cada otoño revivimos el desasosiego de los Siete Reinos por la llegada de un invierno que no logramos predecir del todo.

Antes de la catástrofe vírica planetaria, la estación fría del año nos traía un gripazo que combatíamos con una mezcla de vacunas, medidas higiénicas y control de la socialización exagerada promovida por las fiestas navideñas.

Sin embargo, el SARS-CoV-2, el causante de la Covid-19, añade una variable poco controlable al juego sin tronos de la época invernal.

¿Qué se prevé? 

Antes de responderte esta pregunta sería conveniente recalcar algo: todos los virus, incluido el SARS-CoV-2, cambian con el tiempo. La mayoría de las transformaciones tienen escaso impacto en las características esenciales del virus y su interacción con los entes que infectan.

Sin embargo, algunos cambios pueden modificar su propagación haciéndolo más infeccioso. También la gravedad de la enfermedad que causa. O incluso la eficiencia de vacunas, medicamentos y medidas para su control.  

[Los nuevos síntomas relacionados con BQ.1, la variante protagonista del cuarto invierno Covid]

Sabemos que la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Centro Europeo para la Prevención y el Control de las Enfermedades (ECDC), con la colaboración de instituciones sanitarias y científicos, han vigilado la evolución del SARS-CoV-2 desde su aparición, poniendo el foco en aquellas variantes del virus clasificadas como de interés o preocupantes. Todo ello con el objetivo de adaptar las medidas de protección a la realidad biológica del patógeno.

Según una actualización epidemiológica publicada recientemente por la ECDC, a las variantes del virus conocidas como BA.4 y BA.5 se le ha sumado una llamada BQ.1. Todas provienen de la famosa ómicron, que puso patas arribas a la humanidad durante las navidades del 2021.

Esta nueva actriz, la BQ.1, quiere dejar de ser personaje secundario para asumir roles protagónicos en los capítulos venideros de esta serie pandémica.

Los datos que se disponen de BQ.1 son escasos. Sabemos que se ha detectado en varios países, que España se posiciona en lista y que se extiende rápidamente. Las predicciones conservadoras nos dicen que a finales de noviembre supondrá el 50% de los casos que se reporten de Covid-19 y que en invierno superará el 80% de los contagios. 

Esta variante, y sigo hablándote de la BQ.1, presenta cinco mutaciones con respecto a la que hasta ahora era mayoritaria, la BA.5. Pero no viene sola. Se ha detectado otra parecida, que se denomina BQ.1.1 y que eleva a siete las mutaciones respecto a BA.5.

Y, como si esto no fuera poco, otra prima hermana de ómicron que lleva por nombre XBB comienza a ser importante en Singapur y otros lugares de Asia, aunque aún no en Occidente. 

¿Y esto qué quiere decir? 

Las mutaciones hacen que tanto BQ.1 como BQ.1.1 esquiven los anticuerpos que hemos logrado por las vacunas o la infección previa. De hecho, algunos datos sugieren que estas variantes contagian con facilidad a personas que ya tienen una inmunidad potente adquirida por el contacto con las anteriores "versiones" del virus.

Aún no hay pruebas que asocien a las "hermanas" BQ a una mayor gravedad de la infección en comparación con las variantes previas. Por ahora, sólo sabemos que en Alemania, uno de los países con un mayor incremento de estas variantes, también se ha notado el aumento de ingresos hospitalarios. Pero no podemos concluir que las nuevas variantes provoquen una Covid-19 más peligrosa. 

¿Los síntomas? 

Muy parecidos a los que se han venido observando con otras variantes de ómicron: dolor de cabeza y garganta, fiebre, debilidad general y dolor muscular.

Debemos tener en cuenta que es difícil, cuando no imposible, distinguir una gripe estacional de la Covid-19 si sólo tenemos en cuenta los síntomas. Pero es muy recomendable intentar diferenciarlas mediante las pruebas específicas que están disponibles.

[BQ.1.1, BF.7 y BA.2.75.2: así son las variantes que protagonizarán el temido cuarto invierno de la Covid]

¿Por qué?

Recuerda que la gripe estacional no deviene en enfermedad persistente y la Covid-19 sí. Cuando alguien se sabe infectado, debería evitar contagiar usando mascarilla en todo momento y prescindiendo de los contactos innecesarios. Las múltiples infecciones aumentan las probabilidades de sufrir una Covid persistente y, por otra parte, aún hay que aclarar si el aumento de los accidentes vasculares que se está observando son un efecto tardío de la enfermedad. Además, el impacto en inmunodeprimidos y población anciana es significativamente mayor. 

¿Se complica el tratamiento y la inmunidad que proveen las vacunas?

Aún es pronto para responderte esta pregunta. Los tratamientos basados en anticuerpos seguramente quedarán obsoletos, no así aquellos que usan antirretrovirales. En cuanto a las vacunas, la cuarta dosis que se está empezando a poner en España está diseñada contra el virus original y las variantes BA.4 y  BA.5, por lo que habrá que ver cuánta protección ofrece frente a las emergentes.

Irremediablemente, vamos siempre unos pasos por detrás del virus en este sentido y no será por falta de investigación y empeño. 

Habrá que estar muy pendiente de ese invierno que se retrasa por eso del cambio climático y, como si de un Juego por el Trono fuera, buscar refugio en el sentido común que se ampara en la ciencia.