Adaptemos al mundo de hoy la cita más vigente de los dramas históricos de Shakespeare: "En la corona hueca que ciñe las sienes de un ególatra indispensable tiene su corte la muerte".

Lo del “ególatra indispensable” es un gran hallazgo de Fintan O’Toole en The New York Review of Books para definir a Trump. Pero puede aplicarse también a Putin, Xi Jing Ping, Erdogan, Orban, Narendra Modi o Sánchez.

Incluso a los 'difuntos' Boris Johnson, Sarkozy y Berlusconi. O al posible advenimiento de Marine Le Pen. Todos "indispensables".

Aznar se quedó el otro día sólo un peldaño más abajo, al hermanar a Trump y Sánchez en el "autoritarismo personalista", subrayando la analogía entre el perdón a los golpistas que asaltaron el Capitolio y la amnistía a los golpistas del 'procès'.

Lo importante es que la conciencia de que Sánchez sólo obedece a su ambición personal, y sacrifica a ella tanto las reglas de la democracia como la ideología del PSOE, cunde por doquier. Quien no haya leído el último artículo de Virgilio Zapatero que lo haga.

Pedro Sánchez resiste a la lluvia de escándalos que cae sobre él.

Pedro Sánchez resiste a la lluvia de escándalos que cae sobre él. Javier Muñoz

Lo peor del caso es que la receta elegida para perpetuarse en el poder -polarización en el desayuno, polarización a la hora de comer, polarización para cenar- está causando graves destrozos en nuestra convivencia.

De ahí la creciente ansiedad con que millones de españoles anhelan que deje de controlar el BOE, RTVE, el CIS, el Banco de España, el Instituto Nacional de Estadística, la Fiscalía, el Tribunal Constitucional, la Agencia Tributaria, las Fuerzas de Seguridad y demás tentáculos con que invade nuestras vidas.

Cuanto más apure Sánchez lo que resta de esta legislatura, menos opciones tendrá de revalidar o ampliar su poder

Incluso se puede detectar una cierta angustia, entre los más preocupados, cada vez que el presidente o sus ministros afirman categóricamente que completarán la legislatura que termina en julio de 2027 y luego ganarán las elecciones para continuar hasta 2031.

Tranquilidad, amigos. Que ambos pronósticos se manifiesten a la vez no significa que estén encadenados en su desenlace. Ocurre más bien lo contrario.

Cuanto más apure Sánchez lo que resta de esta legislatura insensata e impotente, menos opciones tendrá de revalidar o ampliar su poder en las próximas elecciones.

Es más, como lo verdaderamente peligroso para los españoles sería un Sánchez desencadenado con mayoría parlamentaria, lo conveniente es que siga languideciendo bajo su corona hueca el máximo de tiempo que le permita la ley.

Que siga creyéndose rey durante dos años más, para que no pueda reinar nunca. Esa es la ecuación.

No diré que tal propuesta deba formar parte de las resoluciones del congreso del PP, pero sí de las oraciones secretas del "padre Feijóo", como le llama Dani Ramírez.

Porque los anales del Reino seguirán escribiéndose después de Sánchez, pero de la forma en que cerremos su libro dependerá cómo abramos el siguiente.

Puesto que él ha confundido gobernar con relatar, relatemos bien el final de su desgobierno. En ello estamos. Sin insultar ni zaherir.

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El 29 de diciembre de 2006 Zapatero dijo en su balance anual: "Estamos mejor que hace un año y dentro de un año estaremos mejor que hoy". Veinticuatro horas después estalló la bomba en la T-4.

En enero de 2010, con la prima de riesgo contenida en los 100 puntos, los "brotes verdes" parecían abrirse camino en el tronco seco herido por el rayo de la crisis financiera. Pero en mayo Zapatero tuvo que hacer su ajuste de caballo y al año siguiente se fue a su casa con la prima de riesgo en 500.

Suárez dimitió por la envolvente que le hicieron Juan Carlos, el PSOE y los militares. Calvo Sotelo cayó con oprobio electoral. González estiró el chicle en el 93 y salió cargado de escándalos. A Aznar el 11-M le hundió la retirada digna. Y Rajoy todavía anda buscando el bolso de Soraya.

Aunque haya sido de formas distintas, todos los presidentes de la democracia han terminado mal porque gobernar es desgastarse. Y fingir que se gobierna no digamos.

Cada crepúsculo, las placas solares enmudecen y el alumbrado de la mayoría parlamentaria sigue sin encenderse

Nada repele tanto como el poder sin autoridad. El ordeno y mando sin aval legislativo.

"Experimental" o no, el apagón de Sánchez no fue cosa de un día. Dura ya casi dos años. Una legislatura sin presupuestos es como una ciudad a oscuras.

Los edificios, los despachos, los coches oficiales siguen estando ahí. Durante la jornada laboral se hacen nombramientos, se ponen multas y se redactan decretos.

Incluso se envían docenas de proyectos de ley al Congreso. El de la reducción de jornada, el de las familias, el de la protección al cine... Pronto saldrá para allí el del control de la publicidad desde la Moncloa, para que lo habitual parezca legal.

Sueños vanos. Cotufas en el golfo. Cada crepúsculo, las placas solares enmudecen y el alumbrado de la mayoría parlamentaria sigue sin encenderse.

Ni síntona, ni asíntona. En la política española no hay energía estable.

Ha bajado tanto el nivel de los ministros que algunos siguen creyendo que su jefe es el Mesías -o más bien el Mahdí-, Tezanos su profeta y TVE la BBC.

Pero los más respetables llevan la herida en la mirada y la cruz a cuestas en cada comparecencia pública.

Cada vez piensan menos lo que dicen y casi nunca dicen lo que piensan.

Ya se trate de los mañaneros o los más trasnochadores, apenas encienden la pantalla pública tropiezan con la consigna de la jornada. Se miran en el espejo de sus vergonzantes paladines -denunciados ya por el Consejo de Informativos- y se sienten muñecos de un mismo ventrílocuo.

Los designados como candidatos autonómicos saben que van camino del matadero. Sólo aspiran a que su sangre llene la nueva pila bautismal en la que, como en el 23, renazca el cordero pascual que borre sus pecados y preserve sus carteras.

Sería el milagro de la próxima generación del 27. La nueva edad de plata que ceñiría sus sienes.

Los más respetables llevan la herida en la mirada y la cruz a cuestas en cada comparecencia pública

Margarita, Marlaska y Luis Planas podrían ser ministros durante trece años como Javier Solana. Y María Jesús Montero, Óscar López, Pilar Alegría, Diana Morant y Ángel Víctor Torres optar a la repesca con menos de un tres de valoración.

Óscar Puente sería el vicepresidente político y sucesor 'in péctore'. En cambio, Félix Bolaños volvería a su plaza en el Banco de España y cultivaría su jardín con la satisfacción del deber cumplido.

Pero esas uvas nunca van a estar maduras. De ahí las ojeras, las arrugas prematuras, la mirada insomne, pendiente de cada roble, fresno o abedul que pueda dar un paso casi imperceptible en el bosque de Birnam.

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Un bosque que, sondeo tras sondeo, décima a décima, escaño a escaño, sigue acercándose a Dunsinane.

¿Y si resulta que este último tiro del aforamiento exprés de Gallardo nos sale por la culata y el Tribunal Superior de Extremadura da por buenos los fundados argumentos de la instructora y termina juzgando y condenando al líder del PSOE extremeño, al hermano del presidente y a su amigo del alma que trabajaba en la Moncloa?

¿Y si resulta que el juez Peinado, pese a sus malos modales y sus pifias procesales, es capaz de llenar de contenido la inquietante hipótesis que sobre la conducta de Begoña Gómez trazó en su último auto la Audiencia de Madrid y al final vemos a la propia esposa del presidente pasar de las almenas al banquillo?

¿Y si resulta que el juez Hurtado abre juicio oral por el delito de revelación de secretos contra el Fiscal General del Estado y el Gobierno lleva su desafío partidista, entre la estupefacción general, hasta el extremo de mantenerle en el cargo mientras esté siendo juzgado?

¿Y si resulta que el inminente informe de la UCO sobre Santos Cerdán -que sin duda ya se maneja en Moncloa y en Ferraz- desemboca en la imputación de un segundo Secretario de Organización del PSOE, cubriendo con la sombra de la corrupción el conjunto de la era Sánchez?

¿Qué pasará si el juez Peinado llena de contenido la hipótesis que sobre la conducta de Begoña Gómez trazó en su último auto la Audiencia de Madrid?

¿Y si resulta que, al verse perdidos, a medida que avance la instrucción, Ábalos, Koldo o algún otro de sus cómplices busca atenuar sus penas colaborando con la justicia y tirando de la manta de Air Europa?

¿Y si resulta que esa eventual confesión incluye nuevos mensajes mucho más embarazosos para el presidente que los hasta ahora proyectados durante la última sesión de fantasmagoría del profesor Ábalos?

¿Y si resulta que la amnistía a Puigdemont regurgita como un escándalo político de primera magnitud, bien porque quede encallada en el TJUE, bien porque se consume con el regreso triunfal y desafiante del prófugo convertido en 'partner in crime' del presidente?

¿Y si resulta que el debate sobre la financiación singular de Cataluña dispara el rechazo en el resto de España hacia lo que sería un trato privilegiado, lesivo para los demás bolsillos y disfuncional para el Estado, sin otra motivación que la perpetuación de Sánchez?

¿Y si resulta que entre tanto las goteras de nuestra economía se van volviendo cada vez más palpables al reducirse el crecimiento, la creación de empleo o la convergencia con Europa e incrementarse aun más la presión fiscal, el coste de la vida y el precio de la vivienda?

¿Y si resulta que al ir acercándose la fecha de las elecciones todos los socios del Gobierno empiezan a marcar distancias e incluso van dando por rotos sus acuerdos, acusando a Sánchez de incumplirlos y escenificando así la esterilidad del conjunto de la legislatura?

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Tomemos como punto de partida la encuesta de SocioMétrica de mañana. Será un poco mejor para el PP y un poco peor para el PSOE que la de hace un mes.

Pongamos que cada una de estas diez calamidades le da un escaño al PP y le quita otro al PSOE. Es obvio que no todas van a suceder y menos simultáneamente. Pero qué buen consejero sería el que susurrara en la oreja de Feijóo: 'Dale tiempo al tiempo'.

Claro que para que eso tenga sentido es condición sine qua non que el líder del PP haga entre tanto, uno por uno, sus deberes. Y no para salir del paso, sino con el esmero de quien va a por nota.

El primer envite es el congreso del partido. Era imprescindible convocarlo. Feijóo debe demostrar que no es un virrey periférico cogido a lazo, sin ideas ni programa.

A Feijóo le toca pedir el adelanto electoral día tras día, percutiendo sobre el amor propio de Sánchez con la suficiente fuerza como para que no suceda

De momento ha acertado al encomendar la ponencia política a Juanma Moreno, arropado por Mañueco -los dos primeros que tendrán que salir a la palestra electoral-, la pujante alcaldesa de Zaragoza y la prometedora Alma Ezcurra.

El presidente andaluz dudó durante unos días. Si el protagonismo le costaba perder la centralidad, podía hacer un pan como unas tortas de cara a la gran reválida andaluza.

Pero, como demostró el martes en nuestro Foro de Sevilla, ya ha encontrado el triple denominador común al que aferrarse: la protección de la propiedad privada, amenazada por la izquierda, la libertad de empresa como palanca del Estado de bienestar y la seguridad de las fronteras ante la inmigración ilegal.

Son las mismas ideas que han hecho prosperar a Madrid bajo los gobiernos de Ayuso. Ella tendrá la intervención estelar previa a la clausura del congreso por Feijóo y los tres sellarán su unidad con aquella ambición mayoritaria del centro reformista de Aznar.

Luego tocará formar un gobierno en la sombra con un par de notables incandescentes, siempre que, como dice Feijóo, en su casa les permitan ganar la tercera parte que ahora. Y de ahí al Debate del Estado de la Nación -si Sánchez se atreve-, a las urnas de Castilla y León y al magno prólogo andaluz.

No es cuestión ni de que a la oposición se le amontonen las victorias sin margen para contextualizarlas, ni de que vaya a ser Feijóo quien haga el cerclaje que impida el aborto de la legislatura.

Lo que le toca es pedir el adelanto electoral día tras día, percutiendo sobre el amor propio de Sánchez con la suficiente fuerza como para que no suceda.

Es justo y necesario que quien ha metido tantos elefantes patosos en la tienda de porcelana se encuentre con la puerta cerrada por fuera mientras va subiendo la factura por los daños.

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Puedo equivocarme, pero si las elecciones fueran este 2025, el PP lograría 155 escaños y Vox 35. Si fueran en 2026, el PP cosecharía 160 y Vox 30. Y si Sánchez aplicara su manual de resistencia hasta 2027, el PP llegaría al menos a 165 y Vox se quedaría como mucho en 25.

Eso significa que este año tendríamos un gobierno de derecha dura, el año próximo uno de derecha blanda y al siguiente uno de centro a lo UCD con ministros conservadores, liberales y progresistas moderados.

Elijo esperar con una copa de Rioja en la mano y escrutar a Sánchez, paladeando cada momento

Atención a lo que mostrará mañana nuestro sondeo sobre la transferencia de voto entre el PSOE y el PP.

Coincidí el otro día con Espinosa de los Monteros y me dijo cosas certeras como las que plantea en el 'Hablando sobre España' de hoy. Pero se equivoca en una muy importante: no es cierto que el PP no tenga ya nada que ganar por su flanco izquierdo.

Por eso, en lo que al flanco derecho se refiere, no se trata de que el PP pacte con Vox sino de que regresen al PP quienes como él creyeron que Vox podía ser lo que ya saben que no será nunca. En Génova asarán un cordero cada vez que vuelva un hijo pródigo.

Si yo tuviera cien años me comerían las prisas y haría cuanto estuviera en mi mano para acelerar el desenlace. Pero, como tengo muchísimos menos, prefiero esperar con una copa de Rioja en la mano y escrutar a Sánchez, paladeando cada momento, durante lo que será un bienio calcado del 94-95.

Observando con respeto y compasión cómo la parca "se mofa de su fasto, le concede un respiro, un soplo de su omnipotencia, una breve escena en la que pueda parecer que mata con la mirada, ilusionándole en su egoísmo, infundiéndole un vano concepto de sí mismo".

Será conmovedor, en cierto modo grandioso, contemplar ese autoengaño en todo su crepuscular despliegue, "cual si esta carne que amuralla nuestra vida fuese bronce inexpugnable".

Total, para al final "llegar, así de este humor, a ver perforar con una aguja -con la más simple e inesperada aguja- el muro del castillo, y ¡adiós rey!" Adiós Ricardo II.

"Cubríos y no os burléis con grave reverencia de lo que sólo es carne y hueso".

Sólo cuando Pedro 'El Indispensable' sea historia, necesitará un nuevo Secretario General el PSOE.