Vladímir Putin, la semana pasada, en Estados Unidos.

Vladímir Putin, la semana pasada, en Estados Unidos. Jeenah Moon Reuters

Europa

Putin sube los impuestos y recorta el gasto público para poder pagar la cara maquinaria de guerra rusa contra Ucrania

El presupuesto para 2025 prevé destinar el 41% del gasto estatal a defensa y seguridad, el mayor porcentaje desde la Guerra Fría.

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Jorge Raya Pons
Publicada

El Kremlin se prepara para una profunda reestructuración fiscal con un único objetivo: sostener la cara maquinaria de guerra aplicada contra Ucrania. Vladímir Putin necesita consolidar sus cuentas públicas ante un déficit presupuestario creciente, la caída de los ingresos por la venta de gas y petróleo, y unas sanciones occidentales que siguen asfixiando a la economía.

El desequilibrio en las finanzas rusas es cada vez más acusado. El déficit acumulado en lo que va de año supera los cinco billones de rublos (unos 55.000 millones de euros), por encima de lo previsto por el Ministerio de Finanzas.

Economistas locales advierten de que la brecha podría llegar a los ocho billones si el ritmo de gasto se mantiene hasta final de ejercicio.

El Banco Central, que en julio redujo el tipo de interés del 20% al 18% anual, ha alertado de que la economía ha agotado casi por completo su capacidad productiva, logística e infraestructural. “El país necesita una pausa para revisar sus métodos de crecimiento”, afirmó Andréi Gangan, director de política monetaria de la institución, quien insistió en que, sin medidas, los aumentos salariales serán devorados por la inflación.

El presupuesto para 2025, que será presentado en septiembre, prevé un desembolso combinado en defensa y seguridad de 17 billones de rublos, equivalente al 41% del gasto total. Es decir: el mayor desde la Guerra Fría y cercano al 8% del PIB.

Este gasto sin precedentes ha convertido al sector bélico en el principal motor de la actividad económica. Por encima de la producción civil. Y las partidas destinadas a sanidad y educación bajan.

El presidente de la comisión de Presupuestos de la cámara alta, Anatoli Artamónov, ha defendido una consolidación fiscal “urgente” que incluye recortar dos billones de rublos anuales en programas no militares hasta 2028. “En los próximos tres años no podremos mantener el nivel de vida actual”, reconoció el legislador.

Las medidas pasan por subidas de impuestos, menor indexación de pensiones y salarios públicos respecto a la inflación —estimada en torno al 7%—, y una restricción adicional del gasto regional. El ministro de Finanzas, Antón Siluánov, ya anticipó en abril que “la austeridad es inevitable”.

Pese al discurso oficial de estabilidad, los signos de debilidad son visibles. El crecimiento previsto para 2025 se sitúa en apenas entre el 1% y el 2%, por debajo de las previsiones iniciales del Ministerio de Economía.

El déficit de ingresos petroleros y gasísticos, principal fuente de divisas de Rusia, agrava las tensiones.

La necesidad de financiar indemnizaciones a combatientes y a sus familias, así como el coste futuro de las pensiones y la asistencia médica a veteranos, añade presión adicional a las cuentas públicas.

Putin insiste en que la guerra no destruye la economía nacional, aunque admite que el gasto en armamento podría seguir aumentando.

“No podemos reducir las partidas de defensa, y lo más probable es que tengamos que incrementarlas”, afirmó Artamónov. Un alto funcionario citado por Reuters apuntó que, incluso si se alcanza un alto el fuego en 2026, la producción de proyectiles y drones deberá continuar “a menor escala”.

El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, interpreta los datos como una señal de la eficacia de las sanciones contra Rusia: “Putin tiene más soldados y más armas, pero su economía se está derrumbando, y eso también es un hecho. En un año enfrentará problemas serios, y en dos, mucho mayores”.

Un informe reciente del Institute for the Study of War advierte de que Rusia está comprometiendo la estabilidad interna al destinar una parte creciente de sus recursos a sostener la guerra.

Según este centro de análisis británico, Moscú “pone en riesgo los medios de vida de sus ciudadanos” para alimentar la base industrial militar. A su vez, posterga inversiones en sectores civiles esenciales.

El coste futuro de atender a los veteranos y sus familias —con compensaciones económicas, asistencia médica y apoyo psicológico— amenaza con convertirse en una carga permanente y demasiado pesada.