Europa

El atentado contra el prorruso Fico convulsiona el Este de Europa en pleno avance de Putin en Ucrania

El primer ministro eslovaco está estabilizado en estado muy grave, según el hospital.

16 mayo, 2024 03:15

“Un crimen monstruoso”. Así calificó Vladímir Putin el atentado contra la vida del primer ministro eslovaco Robert Fico que, tras pasar horas en estado crítico, se encuentra "estable" pero en "estado muy grave", según el hospital. Putin, en mensaje a la presidenta Zuzana Caputova, calificó a Fico como "un hombre valiente y de fuerte voluntad" y mostró su confianza en que sea capaz de salir de esta.

La respuesta del presidente ruso se ha hecho esperar dentro de un contexto de enorme tensión: Fico es uno de sus máximos aliados en el Este de Europa, junto al primer ministro húngaro Viktor Orbán. Nadie duda de que el Kremlin está detrás de su discurso anti-OTAN y anti-Ucrania.

Al menos, la rapidez con la que el gobierno eslovaco, en boca de su ministro del Interior, ha aclarado que el atentado tiene una motivación política interna, ha evitado de momento cualquier tentación de culpar a agentes externos del tiroteo.

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Igual que sucediera con la masacre de Moscú del pasado mes de marzo, cuando el gobierno ruso se lanzó a culpar a Ucrania antes de que todas las evidencias señalaran al ISIS-K como verdadero culpable, se temía que tanto Bratislava como el Kremlin responsabilizaran a Occidente de estar detrás del intento de magnicidio.

Lo cierto es que no ha sido así y en ello ha podido influir la rápida condena de todos los países tanto de la OTAN como de la Unión Europea. Desde el presidente estadounidense Joe Biden hasta el propio Volodímir Zelenski, a quien Fico había calificado previamente de nazi y fascista, culpándole de la intervención rusa en Ucrania, salieron de inmediato a condenar la barbarie.

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Aunque Fico se ha mostrado varias veces como un populista contrario a todo lo que defiende Occidente, Eslovaquia no deja de ser un miembro de las principales organizaciones atlantistas y nadie quería dejar el más mínimo resquicio a la duda.

Momento del intento de magnicidio contra el primer ministro de Eslovaquia.

El ejemplo de Georgia

Menos aún en un momento de especial agitación tanto en el frente de Ucrania como en la propia agenda diplomática rusa. Aún resuenan los cánticos de los miles de georgianos que han pasado semanas protestando contra la ley de agentes extranjeros, sospechosamente similar a la que aplica Rusia para evitar, supuestamente, injerencias occidentales y que, en la práctica, limita la libertad de expresión de sus medios.

Durante días y días, Tiflis ha vivido enfrentamientos a las puertas del Parlamento entre policías y manifestantes proeuropeos y antirrusos. Todo, en vano. La ley finalmente fue aprobada después del intento frustrado del pasado año.

El europeísmo de determinados dirigentes georgianos se ve con mucho recelo desde Moscú y la agitación en las calles de Tiflis ha llegado a recordar las protestas del Euromaidán de 2014 en Kiev, tras las cuales el líder prorruso Víktor Yanukóvich tuvo que abandonar la presidencia de Ucrania y Putin se anexionó Crimea por las bravas, iniciando de paso una guerra en el Donbás que aún continúa.

Georgia y Rusia han librado varias disputas militares en los últimos años, destacando la invasión relámpago de 2008, que derivó en la independencia de Osetia del Sur y Abjasia, territorios prorrusos dentro del propio estado vecino.

La idea de que una agitación similar pudiera trasladarse a Eslovaquia, uno de los pocos países afines a Rusia dentro de la antigua zona de influencia de la extinta Unión Soviética, preocupaba y mucho en el Kremlin.

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Como buen populista, Fico, que ya lideró al país después de su separación de la República Checa, no solo es un antisistema, sino que presume de ello con ostentosidad. Su pelea más reciente ha sido con la OMS por el tema de las vacunas. Cualquier estamento internacional le resulta incómodo al actual gobierno eslovaco, lo que le convierte en una especie de submarino político dentro de la OTAN y la Unión Europea, para deleite de Moscú.

Es imposible saber si este atentado traerá un período de reflexión o si, al contrario, será el inicio de una escalada de violencia. Los mismos que piden calma son los que responsabilizan a los rivales políticos y mediáticos. El gobierno de Fico no tiene ni siete meses de vida y sus miembros no han tardado en culpar a la prensa local y a la oposición de lo sucedido. "Estaréis contentos", exclamó a los periodistas Andrej Danko, vicepresidente del Consejo Nacional. Rusia no va a dejar solo a su aliado en este momento y vigila con atención desde la distancia.

La ofensiva de Járkov

Esta crisis culmina en unos días de lo más movidos en el Kremlin, con la sustitución en el Ministerio de Defensa del fiel escudero de Putin, Sergei Shoigú, por el asesor económico Andréi Beloúsov, lo que implica un claro descontento con la gestión militar en Ucrania de Shoigú… y el inicio de una nueva etapa en la que la economía estará al servicio de las necesidades del ejército.

Restos de la casa de casa de la cultura de Lozova, en la región de Járkiv, tras ser destruida por un misil ruso

Restos de la casa de casa de la cultura de Lozova, en la región de Járkiv, tras ser destruida por un misil ruso María Senovilla

El ataque en el norte de Járkov ha servido para agitar la propaganda, pero se ha traducido en muy pocas ganancias estratégicas: apenas unos cuantos poblados que los propios ucranianos han dado por perdidos desde el inicio.

Hablamos de una ofensiva con pocas tropas y pocos medios destinada más bien a desviar recursos ucranianos del Donbás, donde realmente se están jugando ambos países las castañas. Es difícil ver una amenaza real sobre la ciudad de Járkov, por mucho que las redes sociales prorrusas lleven tiempo anunciando un ataque demoledor para este verano.

En abril, con unas bajas calculadas en torno a los 25.000 muertos y heridos, Rusia apenas logró ocupar 85 kilómetros cuadrados de territorio ucraniano. Járkov es una ciudad de un millón de habitantes protegida con manto de hierro.

Las cosas no han ido mejor en mayo, y tarde o temprano la ayuda estadounidense llegará a primera línea. Aunque el presidente Zelenski canceló su visita a España y Portugal para atender la situación bélica, y aunque es innegable que Ucrania lleva demasiados meses a la defensiva, con el riesgo que eso supone, lo cierto es que Chasiv Yar resiste los intentos rusos de envolver la ciudad vecina a Bakhmut y que el progreso a partir de Ocheretyne, al noroeste de Avdivka, se ha frenado.

Putin ha mostrado hasta ahora una paciencia infinita y sus planes siguen pasando por instalar la duda en Occidente y obligar a unas negociaciones de paz que le sean favorables y que pueda a su vez romper en otros cinco o diez años. Para ese fin, políticos como Trump, Orbán o el propio Fico le son imprescindibles. Otra cosa es que basten para doblegar la voluntad occidental. De momento, no ha sido así, pero, lo dicho, en el Kremlin no tienen prisa.