Eugeni Prigozhin con sus mercenarios del Grupo Wagner.

Eugeni Prigozhin con sus mercenarios del Grupo Wagner. Twitter

Europa

La "traición" de Prigozhin deja desnuda Bakhmut y todo el frente este ante la contraofensiva ucraniana

10 de mayo. Esa es la fecha que Prigozhin ha puesto como límite para que sus tropas abandonen Bakhmut si no llegan las municiones prometidas por el ministro de defensa ruso.

6 mayo, 2023 03:22

10 de mayo. Esa es la fecha que Eugeni Prigozhin ha puesto como límite para que sus tropas abandonen Bakhmut si no llegan las municiones prometidas por el ministro de defensa, Sergei Shoigú, y el jefe de las fuerzas armadas, Valeri Gerasimov. El camino que ha emprendido el líder del Grupo Wagner ya no tiene vuelta atrás. Lo puede tener su decisión -cuesta imaginar a Wagner realmente desertando del campo de batalla, dejando el terreno abierto para el enemigo en medio de una contraofensiva-, pero no sus formas. Los insultos hacia los altos mandos, sus gritos desmedidos repitiendo que arderán en el infierno le catapultarán, como siempre ha deseado, a un puesto de élite en el Kremlin o le condenarán al ostracismo.

Desde el punto de vista político, la situación es complicadísima para Vladimir Putin. ¿Qué clase de liderazgo es el suyo cuando mete a su país en una guerra de altísimo coste en vidas humanas y no es capaz ni de controlar a sus subordinados? Después de pasarse veinte años envenenando a enemigos políticos y periodistas poco afines, el liderazgo del autócrata ruso parece tambalearse entre discrepancias públicas y emergencia de ejércitos privados como reinos de taifas. Nadie sabe quién manda ahora mismo en el ejército ruso. Nadie sabe quién tomó siquiera la decisión de fiarlo todo a la conquista de Bakhmut.

Una conquista, además, que no parece que vaya a completarse. Como bien apunta Prigozhin, pudo serlo hace una semana, cuando los ucranianos se atrincheraron en el último barrio de la zona oeste y prepararon la carretera de Ivanivske a Chasiv Yar para una posible retirada. No tiene pinta de que las cosas vayan a cambiar de nuevo antes del 9 de mayo, Día de la Victoria, como pretendía Putin, ni más tarde. Si al final Wagner se retira de la ciudad, no hay medios suficientes en el ejército regular ruso para sustituir a esas tropas. No los ha habido nunca, por otro lado.

Las tropas del Grupo Wagner son las mejor preparadas y las mejor abastecidas del bando ruso. Ni los hombres de Gerasimov ni mucho menos los chechenos de Kadírov pueden sustituirlos en la empresa de conquistar una ciudad calle por calle. No, desde luego, sin enviar tropas desde otros lugares del frente, lo que a su vez pondría en riesgo toda la zona ocupada rusa y haría tambalear las fronteras de febrero de 2022 e incluso las de 2014, cuando empezó la guerra del Donbás. Las tropas ucranianas siguen avanzando por Avdiivka y Vuhledar, pronto estarán a las puertas de Donetsk capital.

Trincheras como último recurso

Todo esto, insistimos, en el supuesto de que Prigozhin cumpla su amenaza. Ahora bien, incluso si al final le "disuaden" para que mantenga sus hombres en Bakhmut, parece improbable que pueda completar su misión. Es obvio por su desesperación que no tiene municiones para ello. También es obvio que ha perdido tantísimos hombres que su ejército es una sombra de lo que era cuando llegó de África en marzo de 2022 para ayudar en la fallida "operación militar especial". No se puede esperar nada de ellos y, desde luego, no se puede esperar que el Kremlin decida echarle una mano justo ahora, cuando les ha expuesto públicamente como traidores envidiosos.

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Incluso de hacerlo para salvar los muebles, el ejército ruso se vería ante el mismo dilema que mencionábamos antes: Prigozhin está convencido de que no le mandan municiones porque no quieren –"los arsenales están llenos", dice en su polémico vídeo-, pero no está nada claro que esto sea así. Lo más probable es que a Prigozhin no le esté llegando la munición prometida porque no hay o porque se está empleando en Svatove, Kreminna, Kupiansk, Avdiivka, Vuhledar… El Kremlin tiene que elegir y está eligiendo como puede, sabedor de que se le puede venir todo el frente abajo.

Y es que las noticias que llegan desde Ucrania son de todo menos alentadoras para el ejército invasor. En el este, los avances son pequeños pero constantes. Más allá de un posible contraataque sobre Bakhmut, que no debería tardar, el noreste de Lugansk y el sudeste de Donetsk están bajo clara amenaza. Los ataques de precisión sobre refinerías y depósitos de combustible no ayudarán a retiradas ordenadas ni a remplazos urgentes. Pinta a desbandada en cualquier momento, con la única esperanza de que las trincheras que han cavado por todo el frente detengan de alguna manera a los tanques occidentales, cosa bastante improbable porque no estamos en 1916.

Evacuaciones masivas en Zaporiyia

Es imposible controlar un ejército de unos doscientos mil hombres, con un frente abierto de mil trescientos kilómetros mientras los jefes se tiran los trastos a la cabeza. Completamente imposible. En su momento se criticó duramente -sobre todo por parte de Estados Unidos y su prensa- la decisión de Ucrania de resistir en Bakhmut y Bakhmut ha acabado siendo una ratonera para el ejército ruso. La concentración de hombres en una sola ciudad permitió la estabilización del resto del frente y la precarización del sur, de donde llegan también noticias excelentes para Ucrania.

El anuncio este viernes por parte de las autoridades rusas de evacuar el norte de Zaporiyia -incluidas las ciudades de Tokmak y Kajovka, de las que venimos hablando desde hace días- parece el preludio de una retirada militar. Baste decir que, si Ucrania consigue cruzar el Dniéper y hacerse con estas dos ciudades y con la central nuclear de Energodar, el frente sur caerá como un castillo de naipes. Son todo hipótesis, por supuesto, pero una vez que el ejército ucraniano consolidara sus posiciones en Vasilivka, tendría la posibilidad de avanzar en tres direcciones: Melitopol, Berdiansk y Mariúpol. Rusia no puede parar los tres avances. Algo tendrá que inventarse si quiere defender la península de Crimea.

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También puede que el anuncio implique todo lo contrario: una escalada en la guerra, pero ¿de qué tipo? ¿Hacer volar la central nuclear de Energodar, que está a cuatrocientos kilómetros de suelo ruso? Cualquier juego de ese tipo acabaría afectando tanto a las tropas desplazadas en la zona como a los propios ciudadanos rusos que habitan el este del país y la península ocupada de Crimea. En cuanto a la capacidad de las tropas regulares destinadas a esa zona, es imposible hacer un juicio adecuado. Lo que sabemos invita a pensar que son casi todos reservistas y movilizados de segunda ola. Si no tienen municiones en pleno Donbás, es difícil pensar que las vayan a tener en Jersón.

En definitiva, los dos frentes peligran para Rusia mientras en el Kremlin se dedican a jugar a los avioncitos. No hay señal alguna de liderazgo ni de organización. Nada parecido a una coordinación en el campo de batalla. Cada uno actúa por su cuenta sin nadie que supervise. Mientras Zelenski visita el frente y apoya cada una de las medidas de sus generales Zaluzhnyi y Sirski, Putin apenas ha pisado Ucrania tres veces en un año y no da muestras de ser el comandante en jefe que necesita su país. La guerra ha sido cosa suya y, si no sale bien, su liderazgo interno se verá seriamente cuestionado.