Modelo de caza MIG-29

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Alemania rompe el tabú de las armas de ataque y acepta que Polonia ceda cazas MIG-29 a Ucrania

Para que nadie dude de su compromiso, Berlín ha dado el visto bueno sin pensárselo demasiado.

14 abril, 2023 03:46

Después de casi catorce meses de guerra, Occidente sigue buscando la manera de no perder la guerra de Ucrania sin querer ganarla del todo. Los miedos son lógicos, por supuesto. Por un lado, el respeto a Rusia sigue siendo máximo pese a sus fracasos en el frente. Por otro lado, especialmente en Europa Occidental, se sigue fantaseando con un fin “pacífico” del conflicto que permita recomponer las relaciones comerciales con Moscú cuanto antes y evitar los daños económicos de los últimos meses.

Ahora bien, meterse en una guerra tan cruenta como la de Ucrania, con casi cien mil muertos entre los dos ejércitos en poco más de un año, apoyando a un bando, pero sin intentar molestar en exceso al otro tiene un punto absurdo. Occidente tendrá que afrontar la realidad tarde o temprano y asumir que esta guerra se perderá o se ganará, pero que no puede eternizarse con medias tintas que solo causan más dolor y más incertidumbre. Los que más claro parecen tenerlo son los países bálticos -Estonia, Letonia y Lituania- y, por supuesto, Polonia, cuyo historial bélico con Rusia habla por sí mismo. Intuyen que serán los siguientes.

Precisamente por eso, también han sido los que se han andado con menos debates morales. Si hace unos meses, Polonia ponía en un brete a Alemania al anunciar el envío de tanques Leopard de fabricación germana con el permiso de Scholl o sin él, ahora dobla la apuesta con el envío de cinco viejos cazas Mig-29. En esta ocasión, para que nadie dude de su compromiso y rotos por completo los numerosos lazos comerciales con Rusia, Berlín ha dado el visto bueno sin pensárselo demasiado.

Sentar un ejemplo

¿En qué puede cambiar la guerra el envío de cinco cazas a Ucrania? Obviamente, en nada. Eso no es lo importante. La intención de Polonia, secundada por Alemania, es romper el tabú de las armas de ataque. Hasta ahora, el compromiso generalizado ha sido armar a Ucrania para defenderse de la agresión, sin atreverse del todo a enviar material que le permita atacar a las tropas que ya han invadido su territorio. De hecho, el propio envío de cazas ha sido negado en numerosas ocasiones por las fuerzas occidentales, empezando por Biden tanto el 30 de enero como el 25 de febrero, aunque en esta segunda ocasión matizó la negativa con un “por ahora”.

Si en vez de viejos Mig, Occidente siguiera el ejemplo polaco y mandara sus F-16 de nueva generación, sí que podríamos hablar de un elemento suficientemente diferenciador.

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Hay que recordar que Ucrania apenas tiene fuerza aérea y que, aun así, Rusia ha sido incapaz de imponer la suya. Si a los numerosos sistemas antiaéreos, le unimos la capacidad de enviar aviones de guerra al combate, sea contra otros cazas o sea para bombardear posiciones enemigas en vez de utilizar drones, Ucrania habrá dado un importante paso adelante.

Este pasado jueves, hablábamos de la urgencia de Ucrania en su anunciada contraofensiva de primavera. El objetivo es recuperar la mayor cantidad posible de terreno para convencer a Occidente de que la guerra se puede ganar sin negociaciones o, en el peor de los casos, para conseguir que esas negociaciones impliquen muy pocas cesiones. El círculo vicioso en el que se mueve el ejército ucraniano ahora mismo es que necesita armas para conseguir más armas y necesita recuperar terreno para tener la opción de recuperar más terreno. No es fácil romper ese bucle.

Desafiar las bajas expectativas

Ahora bien, no todo es territorio, no todo son mapas. Ucrania ha demostrado en el pasado que su ejército puede dañar al ruso. Las pérdidas de material son incontables y suponen un gasto humano y económico brutal para Moscú. Obviamente, tanto la OTAN como la Unión Europea están muy interesadas en que eso siga siendo así. Si Ucrania vuelve a golpear la estructura bélica desplegada en Ucrania por Putin y vuelve a hacerlo con éxito, aunque sus avances sean moderados, tendrá más fácil el acceso a nuevas y más sofisticadas armas.

Por eso es tan importante para Zelenski y los suyos tener material suficiente para atacar. Alemania y Polonia han roto el tabú y ahora habrá que ver si los demás aliados les siguen o prefieren esperar a ver qué pasa. Todo el mundo quiere vencer a Putin, pero a la vez todo el mundo tiembla cada vez que Putin saca a relucir su arsenal nuclear. Si Occidente se olvida de las amenazas de una III Guerra Mundial y consigue centrarse en el conflicto real y sus consecuencias reales, Ucrania tendrá una oportunidad de victoria. 

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El hecho de que Alemania lo haya entendido tan fácilmente en esta ocasión invita al optimismo en Kiev. Ahora, está en sus manos saber aprovechar las oportunidades y desafiar las bajas expectativas que se ciernen sobre su próxima ofensiva. En apenas ocho meses, hemos visto cómo el ejército de Zaluzhnyi echaba a los rusos del sur de Járkov, del norte de Jersón y les mantenía a raya en los quinientos kilómetros de frente del Donbás, desde Kupiansk hasta Vuhledar. Puede que en los próximos ocho, veamos más cosas inesperadas. Para ello, Polonia lo tiene claro, hay que empujar un poco desde fuera.