Pedro Sánchez, el pasado día 15 en Moncloa, durante la presentación del informe "Cumpliendo".
El Gobierno constata la posibilidad de volver a sentarse a negociar con Junts, aunque le eleven el precio por su debilidad
Sánchez busca ganar oxígeno en la tregua política de Navidades y hasta el 7 de enero no tendrá intervenciones públicas ni habrá Consejo de Ministros.
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El Gobierno se fue oficialmente de vacaciones el 23 de diciembre. No se recuerda un Gobierno que necesitase tanto unas vacaciones, entendiendo como tal un período de tregua política para ganar oxígeno.
Pedro Sánchez llega a esa tregua en el momento crítico provocado por una hecatombe electoral en Extremadura, la presión de escándalos de corrupción y el estallido de casos de acoso sexual. Aunque la portavoz del PSOE, Montse Mínguez, se empeñe en que están "más fuertes que nunca".
La tregua le sirve también para apaciguar el ánimo de sus socios de coalición y de investidura, y encontrar fórmulas para recuperar el pulso político a la vuelta de las vacaciones.
El miércoles día 7 habrá de nuevo Consejo de Ministros y a mediados de enero tendrá que celebrarse un Pleno en el Congreso para convalidar los decretos del escudo social y del abono de transporte.
Y en febrero, si Sánchez cumple su compromiso, llegará el momento de aprobar en Consejo de Ministros los Presupuestos Generales del Estado, para llevarlos seguidamente al Congreso de los Diputados.
Fuentes de la Moncloa explican que, pese a lo que llaman "ruido" y las dificultades objetivas del Gobierno, han podido constatar que hay posibilidades de que Junts vuelva a sentarse a negociar.
Para eso, Sánchez dio orden de volcarse en tender puentes con quienes fueron socios de investidura. Por un lado, recuperando iniciativas del partido de Carles Puigdemont que estaban bloqueadas y, por otro, intercambiando mensajes discretos para constatar la disposición de Junts.
Gestos a Junts
Públicamente, los independentistas han asegurado a través de Míriam Nogueras que la debilidad del Gobierno permite arrancar muchas más concesiones de Sánchez. Es decir, una posición que Moncloa interpreta como muestra de voluntad de aprovechar el momento para volver a negociar.
Desde que Sánchez hizo, el pasado 2 de diciembre, el acto de contrición pública que le exigió Puigdemont, el presidente ha multiplicado su política de gestos hacia Junts.
Ha pedido la inclusión de Cataluña y País Vasco como miembros de UNESCO y la OMT (Organización Mundial de Turismo), ha intensificado la negociación con Alemania para el reconocimiento de las lenguas cooficiales en la Unión Europea.
Y ha aceptado tramitar y apoyar normas propuestas por Junts, como la que endurece las penas contra la multirreincidencia y la que resarce a los propietarios afectados por la suspensión de desalojos por impagos de alquileres.
Con ERC, casi todos los esfuerzos están centrados en lograr un acuerdo que está pendiente desde el verano de 2004, cuando pactaron la investidura de Salvador Illa como presidente de la Generalitat: la financiación singular para Cataluña, similar a un sistema como el concierto vasco y navarro para que la Generalitat recaude todos los impuestos y sólo devuelva al Estado una cuota de solidaridad.
Desde entonces, Hacienda trabaja con ERC sin haber logrado cerrar un acuerdo.
También en enero, Sánchez recibirá a Oriol Junqueras con el objetivo de, como mínimo, dar un impulso a esa negociación.
El propósito del Gobierno es presentar una propuesta ese mismo mes. La dificultad es cómo hacer compatible la petición de ERC con el sistema común de todas las comunidades autónomas.