Pedro Sánchez y Carles Puigdemont.

Pedro Sánchez y Carles Puigdemont. Diseño: Arte EE

Política

Sánchez cumple la exigencia de Junts de un acto de contrición pública para intentar reabrir la negociación a la desesperada

Admite personal y públicamente su culpa ante los separatistas catalanes y desbloquea asuntos pendientes pensando en los Presupuestos.

Más información: Sánchez resucita el "conflicto político" España-Cataluña: para "resolverlo" tendrá que "cumplir los compromisos" con Junts

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Las claves

Pedro Sánchez realizó un acto de contrición pública, admitiendo incumplimientos con Junts, para intentar reabrir la negociación y asegurar el apoyo a los Presupuestos.

La rectificación de Sánchez incluyó entrevistas en medios catalanes y la aprobación de medidas exigidas por Junts en el Consejo de Ministros.

Junts exige acciones concretas y reconocimiento público de los incumplimientos como condición para retomar las negociaciones.

Algunas medidas impulsadas por Junts generan rechazo en otros socios de coalición, como Sumar y Podemos, complicando la aprobación de iniciativas del Gobierno.

Hace sólo un mes, el presidente del Gobierno aseguraba públicamente que no había incumplido ninguno de los compromisos adquiridos con Junts.

Este martes, Pedro Sánchez rectificó y expresó media docena de veces su lamento por haber incumplido las peticiones del partido de Carlos Puigdemont.

Con ese acto de contrición, Sánchez cumplió ayer, con tono compungido, lo exigido por Junts para intentar volver a retomar las negociaciones, especialmente las que se han desarrollado desde hace dos años en Suiza y Bélgica.

Es un gesto casi a la desesperada para lograr oxígeno e intentar retomar una relación que le permita aprobar los Presupuestos y acabar la legislatura.

Gobierno y Junts, según fuentes de Moncloa, rompieron hace varios meses esos contactos, pero mantuvieron algún hilo de relación, directa o indirecta.

Esas vías sirvieron para conocer que Puigdemont iba en serio en sus amenazas o que sus diputados rechazarían el pasado jueves la senda de déficit, previa a los Presupuestos.

También ha servido para saber qué es lo que exige Junts para retomar los contactos: medidas concretas aprobadas, vuelta a lo del "conflicto político" y reconocimiento de los incumplimientos, realizado directamente por el propio presidente del Gobierno de manera pública e incuestionable.

Por eso, Sánchez se hizo entrevistar de forma inusual en la misma mañana y de forma sucesiva por dos medios catalanes (RAC1 y La 2Cat). Ahí insistió en admitir sus incumplimientos y anunció medidas concretas que se aprobaron poco después en un decreto tramitado en el Consejo de Ministros.

"El mensaje es más importante que el contenido", explican fuentes de la Moncloa. Más que entrevistas fueron mensajes directos a Puigdemont.

Sánchez hizo un inusual reconocimiento de culpa en primera persona, después de varios meses de evitar cualquier respuesta a las críticas de Junts.

Ese respeto se tradujo este martes en cumplimiento de exigencias en primera persona.

Tan notorio fue el gesto como que el ministro de Transformación Digital y Función Pública, Óscar López, subrayó media docena de veces en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros que lo que se aprobaba es petición de "Junts".

No es la primera vez que el presidente del Gobierno comparece en persona para dar cuenta del cumplimiento de exigencias formuladas por Junts. Es uno de los protocolos que se han cumplido desde que ambas partes negocian durante la legislatura.

También han participado José Luis Rodríguez Zapatero y Santos Cerdán. Cuando este último fue encarcelado, el expresidente asumió en solitario ese papel.

En algún momento de la negociación fue el mediador internacional el que exigió pasos a alguna de las partes para evitar una ruptura.

Así, en febrero, el verificador internacional Francisco Galindo Vélez, pidió a Junts que considerara retirar la iniciativa parlamentaria que solicitaba que el presidente del Gobierno se sometiera a una cuestión de confianza. Puigdemont lo hizo.

Ahora, el Gobierno lanza un gesto a Junts, al que sólo le faltó un fondo de trompetas y luces intermitentes.

Mirando a los Presupuestos

La idea, según explica Moncloa, es intentar aprovechar el paréntesis que se abre hasta que en febrero presenten el proyecto de Presupuestos.

Entienden que Junts no lo aceptará de inicio, pero intentarán avanzar hasta febrero en otros asuntos para satisfacer a los independentistas, como el uso del catalán en la UE.

Pero, sobre todo, como informó EL ESPAÑOL, confían en que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) siga la línea marcada por el Abogado General y avale la Ley de Amnistía.

Si fuera así, Puigdemont podría volver a España en el primer trimestre, siempre que el Tribunal Supremo no obstaculizara la aplicación de la amnistía.

Si todo eso pasara, en Moncloa creen que podría haber un pacto sobre los Presupuestos, al menos, con Junts.

Además, si José Luis Ábalos es suspendido como diputado, la abstención de Junts supondrá directamente el rechazo de las iniciativas del Gobierno. Es decir, ya no le basta la abstención de los diputados independentistas para ganar votaciones.

Por el momento, Moncloa da por hecho que el próximo jueves el Congreso volverá a rechazar la senda de déficit, con la abstención de Podemos y el voto en contra de Junts. Aún es pronto para certificar la reconciliación, dicen. Y hasta temen que Puigdemont aproveche para elevar sus exigencias.

Ese camino tiene algunas dificultades evidentes, como el hecho de que algunas medidas aprobadas ahora por el Gobierno a instancias de Junts, chocan con la posición de otros socios de coalición o parlamentarios.

Sumar y Podemos, por ejemplo, rechazaron este martes expresamente algunas de esas propuestas, como la indemnización a propietarios afectados por impagos de alquiler, lo que deja en el aire su aprobación.

Fuentes del Gobierno explican que tratan de aprovechar este momento para acercarse a Junts, tras el ataque del PP a este partido por su supuesta connivencia con la corrupción del Ejecutivo.