El presidente Pedro Sánchez, este sábado durante su intervención ante el Consejo de la Internacional Socialista (IS) en Malta.

El presidente Pedro Sánchez, este sábado durante su intervención ante el Consejo de la Internacional Socialista (IS) en Malta.

Política

"Nadie dejará de votarnos por eso": Moncloa ve amortizada la corrupción y se aferra a la vuelta de Puigdemont para resistir

El Gobierno está convencido de que Ábalos y Koldo no tienen nada que pueda comprometer a Sánchez, ni desde el punto de vista de "intimidades" políticas, ni desde el penal.

Más información: El Gobierno, conmocionado, no logra desmarcarse de Ábalos y Feijóo pide salir a la calle contra la corrupción de Sánchez

Publicada

Las claves

El Gobierno de Pedro Sánchez considera amortizado el impacto de los casos de corrupción recientes, como los encarcelamientos de Ábalos y Koldo García, y cree que no afectarán significativamente a su electorado.

Moncloa confía en que un eventual regreso de Carles Puigdemont, tras un posible fallo favorable del TJUE sobre la Ley de Amnistía, les permita recomponer la relación con Junts y facilitar la aprobación de los Presupuestos.

El Ejecutivo reconoce su actual debilidad parlamentaria y opta por posponer iniciativas hasta febrero, esperando lograr acuerdos mínimos y evitar derrotas en el Congreso mientras se resuelve la situación con Junts.

El Gobierno señala que la imprevisibilidad de Junts y el cambio en la aritmética parlamentaria tras la suspensión de Ábalos complican la estabilidad, pero descartan que Junts pueda apoyar una moción de censura junto al PP y Vox.

"Vamos a seguir hasta 2027". De ahí no hay quien saque a los miembros del núcleo más próximo a Pedro Sánchez.

Rodeados de escépticos que creen difícil aguantar año y medio con los procesos judiciales en marcha, y sin respaldo parlamentario sólido para aprobar los Presupuestos, los más cercanos a Sánchez repiten sin dudas lo que les transmite claramente el presidente del Gobierno.

Transmiten que resisten, que Sánchez está estos días "tranquilo y decepcionado". Les ha pedido a sus ministros que presenten iniciativas y concede importancia a culminar a mediados de 2026 la recepción y aplicación de los fondos europeos.

Y eso pese a que, en pocos meses, hayan estado en prisión dos secretarios de Organización del PSOE, que fueron mano derecha de Sánchez, y sobre los que en gran medida recayó el peso de garantizar el ascenso del líder socialista, su llegada a la Moncloa y los pactos para mantenerse.

Repiten también que José Luis Ábalos y Koldo García no tienen nada que contar que pueda comprometer a Sánchez, ni desde el punto de vista de "intimidades" políticas, ni por supuesto del de la implicación penal.

"Es una realidad con la que convivimos desde hace tiempo. Ya ocurrió cuando se conocieron los whatsaps en los que el presidente hablaba de miembros del Gobierno, algo que incomoda, pero que no tiene efectos electorales o de desgaste", explican en Moncloa.

"Nadie que nos iba a votar va a dejar de votarnos por eso", añaden.

Contra Ábalos y Koldo

No descartan que Ábalos y Koldo y sigan difundiendo lo que consideran "bulos" sobre el presidente. Y consideran que si algo se demuestra es que, pese a lo que ha ocurrido, se está viendo que Alberto Núñez Feijóo es incapaz de rentabilizar el posible desgaste del Gobierno. No termina de despegarse el PP en las encuestas, según sus análisis internos.

El cambio es que en los últimos días han empezado ya a hablar de "chantajistas" al referirse a Ábalos y a Koldo García, como hizo este viernes María Jesús Montero y ha rematado una nota del PSOE.

Es decir, dan por perdida ya la posibilidad de que ambos guarden silencio y empiezan a prepararse para esa batalla, desprestigiando su testimonio.

Admiten que al Gobierno todo este "ruido" le pilla en un momento de debilidad. Un virus es siempre mucho más dañino cuando el paciente tiene las defensas bajas y está más débil.

Y el encarcelamiento de Ábalos coincidió con la votación en la que el Congreso rechazó la senda de déficit, lo que apunta a que no habrá Presupuestos y que se terminará la legislatura sin aprobar cuentas del Estado. Todo un récord mundial.

En esa situación, el Gobierno se agarra al clavo ardiendo de que haya un giro de guion que permita recomponer la relación con Junts.

Fuentes del entorno de Sánchez explican que se aferran a la esperanza de que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) falle a favor de la Ley de Amnistía en la línea del informe del Abogado General, es decir, validando su aplicación al expresidente de la Generalitat.

Eso sería en los próximos meses de diciembre o enero, según las previsiones del Ejecutivo. Permitiría que Carles Puigdemont vuelva a España para entonces, si es que el Tribunal Supremo aplica la ley y renuncia a plantear una nueva cuestión prejudicial que retrasaría su vuelta.

El voto de Junts

Si eso fuera así, el Gobierno cree posible lograr el voto de Junts a los Presupuestos en el primer trimestre de 2026 y garantizarse cumplir los cuatro años de legislatura.

Puigdemont volvería como triunfador y Sánchez podría hacer alarde de reconciliación y normalización de Cataluña, comunidad en la que apoyó en 2023 el resultado electoral que le ha permitido gobernar.

Por eso el Gobierno ha demorado hasta febrero la presentación del proyecto de Presupuestos. El objetivo asequible e inmediato para el Gobierno es llegar a ese mes, cuando reabra el Congreso de los Diputados, haciendo las menos olas posibles.

Quedan sólo dos plenos de la Cámara, con una segunda derrota ya descontada a la propuesta de senda de déficit.

El Gobierno intentará presentar sólo iniciativas que tengan previamente un consenso asegurado, para disfrutar luego de unas Navidades "largas" y prolongadas con un enero con el Congreso casi cerrado.

Por ejemplo, el decreto de ayudas para los afectados de la dana que fue aprobado el jueves con un amplio apoyo. Pero sin presentar nuevas iniciativas e intentando en lo posible calmar las aguas políticas, si eso es posible.

No obstante, el Gobierno explica que Puigdemont ya ha mostrado cierta imprevisibilidad y puede haber riesgo de que quiera forzar unas generales, aprovechando que Aliança Catalana ha asegurado que no concurrirá a las elecciones para el Congreso.

Descartan que Junts pueda apoyar una moción de censura del PP, porque necesariamente incluiría a Vox y eso lo hace indigerible para los de Puigdemont.

A partir de ahora, Moncloa entiende que es obligado que todos recompongan su posición como consecuencia del encarcelamiento de Ábalos, en una especie de efecto mariposa aritmético.

Porque la suspensión de Ábalos como diputado hace que la abstención de Junts sea ahora letal, pues puede tumbar iniciativas del Gobierno.

Según el Ejecutivo, en estos meses se ha evitado negociar con Ábalos las votaciones y que su voto fuera decisivo. Se ha negociado con los grupos como si ese voto no existiera, para no darle poder de veto y librarse de esa imagen incómoda.

Junts, según Moncloa, ejercía hasta ahora una especie de "daño controlado", según el cual castigaba con abstenciones sabiendo que eso no suponía tumbar la iniciativa en cuestión. Ahora eso ya no les vale y una abstención suya equivale a una derrota del Gobierno.

Escenario distinto

Los de Carles Puigdemont tienen que recomponer esa estrategia y todos "deben mover ficha" en febrero, porque el escenario será distinto, según Moncloa.

En medio quedan las elecciones en Extremadura, que el PSOE da por hecho que no les irán bien, y en las que sólo aspiran a volver a visualizar la dependencia del PP de los votos de Vox en una eventual investidura de María Guardiola.

La subida de Vox es, paradójicamente, el éxito del PSOE para poder explotarlo como mensaje político.

Luego vendrán las citas electorales de Castilla y León y de Andalucía, que llenarán casi todo el escenario político de 2026.

La contraofensiva

Esas elecciones y las noticias judiciales que van conociéndose operan respecto a la continuidad del Gobierno como ese juego de mesa que consiste en una torre de piezas de madera de la que se van quitando elementos hasta que no resiste y cae, según la aportación del periodista Aimar Bretos en la Cadena Ser.

Con el encarcelamiento de Santos Cerdán se quitó una pieza importante, con el de Ábalos otra, con la pérdida de votaciones otra y así sucesivamente. Hasta que el equilibrio sea imposible.

La respuesta de alguien del núcleo duro de Sánchez a esa metáfora es que se tiende a olvidar que, a su vez, el presidente del Gobierno va colocando piezas para sustituir a las que se eliminan, para apuntalar la torre inestable.

Por ejemplo, con la subida de sueldo de los funcionarios, con el desgaste del PP por el cribado de cáncer en Andalucía, con la corrupción en Almería, con todo lo que rodea a Mazón, con el discurso de la persecución desde el Tribunal Supremo, con el debate sobre el aborto abierto en Madrid y, por supuesto, con los pactos de Feijóo con Vox en distintas comunidades y el miedo a la ultraderecha.

Y así la torre va aguantando. La vuelta de Puigdemont y un hipotético acuerdo con Junts sobre los Presupuestos pondría muchas fichas para que la torre siga año y medio en pie.

Unen lo que consideran "ansia del PP" por pretender que cada semana va a caer el Gobierno, hasta el punto de provocar decepción entre sus propios votantes porque eso no ocurre. También lo que consideran debilidad de Feijóo, incapaz de haber aprovechado la pésima situación del Gobierno.

Lo ligan con la manifestación de este mismo domingo contra la corrupción que, según Moncloa, tiene el riesgo para el PP de cansar a sus votantes porque estas convocatorias no terminan con Sánchez.

Creen que, más bien, el PP intenta evitar que Vox se les adelante en la calle y en la disputa por encabezar el "antisanchismo". Aunque ello le cueste acabar cambiando el foco del encarcelamiento de Ábalos hacia la afluencia de ciudadanos a la manifestación, lo que beneficia al Gobierno.

Cuenta Sánchez con la ventaja de tener el partido muy controlado y la única disidencia es la de exdirigentes críticos, conocidos irónicamente entre los actuales miembros de la dirección como "las Juventudes Socialistas".