Pedro Sánchez, frente a los fotógrafos, en su escaño del Congreso de los Diputados.

Pedro Sánchez, frente a los fotógrafos, en su escaño del Congreso de los Diputados. EFE

Política

Pedro Sánchez, 'candidato autonómico' del PSOE: el peligroso antecedente de las elecciones locales de 2023

El presidente asume el riesgo de convertir las elecciones en las comunidades autónomas en plebiscitos a su gestión en el Gobierno central.

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F. Garea
Publicada

Ximo Puig, Javier Lambán, Guillermo Fernández Vara, Concha Andreu y Ángel Víctor Torres fueron hasta mayo de 2023 presidentes socialistas de sus respectivas comunidades autónomas.

El 28 de mayo de 2023 sufrieron, junto a multitud de alcaldes del PSOE, un varapalo electoral, con distinto grado de intensidad, que provocó la actual situación en la que el PP acumula el mayor poder autonómico y municipal que ha tenido nunca un partido en la España constitucional.

Esas elecciones se desarrollaron en un marco de política nacional, con Pedro Sánchez volcado en la campaña electoral y recorriendo todas las comunidades. Su Gobierno, que arrancó en julio de 2018 y fue ratificado en elecciones generales en 2019, empezaba a dar muestras notables de desgaste.

El propio PSOE admitió entonces que les había quebrado en esos comicios el rechazo a decisiones concretas del Gobierno (entonces de coalición con Unidas Podemos), como la polémica sobre la ley del sólo sí es sí, entre otras causas.

Sánchez, rápido casi siempre a la hora de identificar las corrientes políticas y de opinión, asumió de forma implícita su responsabilidad al convocar al día siguiente unas elecciones generales inopinadas para junio.

Le salió bien porque pudo formar Gobierno (aunque no ganara las elecciones), especialmente porque funcionó el mensaje del "miedo a la ultraderecha".

Pero pareció entender que lo que se hace en la Moncloa tiene consecuencias decisivas en casi todos los comicios, incluidos los autonómicos. Decidió entonces que la manera de mitigar ese efecto en las siguientes autonómicas y municipales debía ser el control absoluto sobre las federaciones socialistas.

Algo así como: "Ya que se vota en clave nacional, hagamos que el marco, el mensaje y la confrontación electoral sea el que creamos más conveniente en la Moncloa".

O podría decirse que en Ferraz si no fuera porque en la dirección del PSOE, en la práctica, ocurre exactamente lo mismo Sánchez prefiere controlar todo con su "círculo rojo" de la Moncloa.

Su primer paso fue llegar a la situación insólita de tener hasta cinco ministros que, a la vez, son candidatos en sus respectivas comunidades y sin complejos a la hora de diseñar sus agendas y sus decisiones pensando en sus territorios.

Esta semana, Sánchez ha mostrado en el Congreso que pretende afrontar el ciclo electoral que se abre el 21 de diciembre en Extremadura, como si fuera un plebiscito. Si tiene que ser un examen a su Gobierno, que sea del todo.

De hecho, desde el verano, Sánchez ha actuado casi como si estuviera en vísperas de unas elecciones. Tanto, que algunos de sus socios parlamentarios ya sospechan de una convocatoria de generales para primavera que el presidente sigue negando.

Moncloa ha puesto en marcha, incluso, un plan de "humanización" del presidente, como informó EL ESPAÑOL. Incluye "actividades espontáneas", denominadas en su Gabinete como "cercanías" y presencia en redes y podcast de influencers, entre otras.

Agrupar voto de la izquierda

Nadie discutió internamente lo de los candidatos, ni cuestionará su control, entre otras cosas, porque en esas federaciones ya no queda nadie que pueda cuestionar.

Queda sólo la "aldea gala" de Emiliano García Page, la única que se salvó de la quema de 2023, y donde Sánchez sólo podrá ir de visita y siempre que sea rápida.

Ha dejado claro también que el debate para el ciclo electoral debe ser el de la capacidad de gestión, combatiendo desde la Moncloa lo que se hace en cada comunidad y usando la capacidad de propagación que se logra desde la Presidencia del Gobierno.

El marco que pretende establecer está destinado a acallar el eco que crea el PP cada día, a propósito de la corrupción y las investigaciones judiciales.

Habrá sobre todo crítica a la gestión del PP en cada territorio, con dosis notables de denuncias de "persecución judicial" a su entorno para explotar el discurso victimista.

Por supuesto, en el apartado de gestión se incluye el debate ideológico sobre las privatizaciones, la identificación con medidas de Vox y el miedo a esa extrema derecha.

Entienden los estrategas del PSOE que de esa forma es posible agrupar el voto progresista como "única opción que puede frenar a la ultraderecha" y movilizar al electorado a su izquierda para evitar gobiernos de PP y Vox.

El riesgo, según admiten algunos socialistas, es el de volver a provocar la situación de 2023, sepultando las respectivas políticas autonómicas con la agenda nacional. Que como ocurre en la Comunidad Valenciana o en Andalucía, por ejemplo, no haya referentes de oposición sobre el terreno.

Juanma Moreno reta a Sánchez

También está el peligro de que algunos de los candidatos paguen en sus territorios el desgaste por su gestión como ministros, como puede ocurrir con María Jesús Montero si cala el mensaje de "ministra de Hacienda que ha favorecido a Cataluña".

Otro riesgo es el de "hacer grandes" a los barones del PP porque ya confrontan directamente con el presidente del Gobierno. Por ejemplo, Juan Manuel Moreno ha corrido a retar a Sánchez a un debate sobre política andaluza, apartando a Montero como oponente.

El PP coincide con algunos dirigentes socialistas en recordar que las encuestas muestran un desgaste y un rechazo notable de Sánchez que puede favorecer a los barones populares. Se apoyan en ejemplos como la falta de tirón de los socialistas con Diana Morant, pese a la caída de Carlos Mazón y los graves efectos de la dana.

Según Moncloa, Sánchez cuenta esta vez con la ventaja de que puede apoyarse en la denuncia de los errores de gestión del PP en las comunidades, como hizo el miércoles en el Congreso.

De Moreno denunció la crisis por los cribados de cáncer, de Isabel Díaz Ayuso el caso de su pareja y de Alfonso Fernández Mañueco y María Guardiola la gestión de los incendios forestales de este verano. Y de todos ellos, la privatización de servicios públicos, especialmente, la sanidad.

El caso de Extremadura es peculiar porque las circunstancias obligan a que Sánchez se vuelque en esa campaña, porque el candidato, Miguel Ángel Gallardo-, se sienta en el banquillo en febrero con el hermano del presidente del Gobierno.

El 21 de diciembre, el líder socialista pondrá a prueba su estrategia para el resto de elecciones del ciclo, con su primer plebiscito.