Ilustración: Tomás Serrano

Ilustración: Tomás Serrano

Política

Otra vez la España de 'El Motín': el Gobierno caricaturiza a la oposición con la técnica de la propaganda del siglo XIX

Desde los "señores de los puros" de junio de 2022 hasta "los ultrarricos dueños de las nucleares", Sánchez y el PSOE polarizan su discurso con argumentos 'ad hominem' para demonizar a Feijóo.

Más información: "Si no polarizamos estamos muertos": preocupación en el Gobierno al no poder dar respuesta a la sensación de caos.

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Ilustración original de 'Demócrito' en el primer número de 'El Motín' (1881).

Ilustración original de 'Demócrito' en el primer número de 'El Motín' (1881).

¡Oh apreciables conservadores, que así exclaméis al leer el título de este periódico! ¡Oh, firmes columnas del orden, la propiedad y la familia! ¡Oh, sesudos políticos, de cívicas virtudes y abnegaciones patrióticas! [...]

Sí; hay motín, y motín semanal, dirigido principalmente contra vosotros, para contrarrestar los efectos del motín de cada día, de cada hora, de cada segundo, que le armáis a la libertad. Al arma, pues, y disparad sobre nosotros, conservadores de todos los matices, las palabras huecas de sentido que conserváis en el arsenal del miedo; [...] habladnos de las sangrientas hecatombes; que nosotros, los promovedores de EL MOTÍN, nos reiremos a mandíbula batiente de vosotros con la misma constancia que vosotros os burláis del país que habéis explotado y escarnecido.

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Así se presentaba a sus lectores una nueva revista, pretendidamente satírica, el 10 de abril de 1881, apenas dos meses después del primer turno del turnismo en el Gobierno, entre conservadores y liberales, de la llamada "Restauración Borbónica".

Cuando Antonio Cánovas del Castillo dejó paso a Práxedes Mateo-Sagasta, las izquierdas republicanas vieron abrirse una rendija por la que horadar el regresado régimen monárquico atacando (y sobre todo, deslegitimando) a las derechas.

Es la perspectiva de la Historia la que permite hacer esa lectura de El legado de los conservadores, título de aquella ilustración original.

Porque entonces la aparición de una publicación que no era más que un pliego de cuatro páginas —protagonizada por un grabado de Demócrito en las centrales, al que enmarcaban poemas, proclamas y unas breves notas de actualidad— se podía entender, simplemente, como un paso adelante en las conquistas de libertad de expresión.

Pero la caricaturización, la agresividad, el argumento ad hominem y el objetivo de combatir las ideas conservadoras arremetiendo contra sus portadores, se reflejan como en un espejo del tiempo en la estrategia seguida por Moncloa en Paiporta, en el gran apagón y en el caos ferroviario del pasado domingo.

"O polarizamos o estamos muertos", confesaba un miembro del equipo de Pedro Sánchez esta semana en EL ESPAÑOL.

Desde los "señores de los puros" de junio de 2022 a los "ultrarricos dueños de las nucleares" del pasado miércoles.

Los tres años que empezaron con la mayoría absoluta de Juanma Moreno en Andalucía y el relevo de Pablo Casado, tomado por un bisoño, por Alberto Núñez Feijóo, un ganador de elecciones con experiencia y pedigree, el PSOE no ha dejado de encadenar metáforas de brocha gorda con las que crear la imagen de que el político gallego y Santiago Abascal son la misma cosa: ya sea "negacionista", "antidemócrata", o lo que tocara...

Porque hoy, no es José Nakens, escondido en el periodismo como fundador y editor para ejercer la propaganda, el que impulsa este motín democrático. Sino el mismo presidente del Gobierno, desde la tribuna del Congreso, acusando a Alberto Núñez Feijóo, por ejemplo, de ser un "servidor de los ultrarricos dueños de las nucleares", o de estar "a la orden" de quien encarna, supuestamente, ese mal, José María Aznar.

Mazón y los "ultras" fantasma

Lo que hoy repasamos empezó hace meses, el 3 de noviembre, en Paiporta. La localidad era el símbolo y una de las más afectadas por la riada del 29-O, causada por una violenta dana y que provocó 228 muertes. Y la presencia del presidente del Gobierno junto a los Reyes y al president Carlos Mazón pretendía simbolizar la unidad institucional.

Pero se convirtió en un punto de inflexión político, por los incidentes de aquella tarde.

Mazón y los ultras fantasma.

Mazón y los "ultras" fantasma. Ilustración: Tomás Serrano

La ciudadanía, indignada por la tragedia, la desatención institucional y la batalla política de los días posteriores, recibió a los líderes entre gritos de "¡asesinos!" y desesperación.

Muchos vecinos reprocharon a Sánchez su frase del día anterior: "Si la Comunidad Valenciana necesita más recursos, que los pida". Y todos se quejaron de que la comitiva policial que escoltaba a las autoridades era más numerosa que la ayuda que habían recibido cuando el agua se lo llevó todo.

La Reina Letizia acabó llorando y llena de barro; el Rey Felipe VI, acorralado por el pueblo pidiendo ayuda. Mazón, ya entonces bajo acusaciones de negligencia por haber estado ilocalizable durante la catástrofe, se mantuvo junto a los Monarcas. Pero Sánchez abandonó apresuradamente el lugar tras un altercado.

Se difundió que el presidente había sido golpeado con un palo —se le vio caminar con dificultad, apoyado en sus escoltas— y que su coche había sido atacado. Sin embargo, ninguna imagen confirmó la agresión, y el vehículo dañado tampoco era el suyo.

Es más, ni los escoltas ni la investigación policial detectaron presencia alguna de grupos radicales. Y los detenidos por los incidentes resultaron ser vecinos o voluntarios indignados, sin vinculación política.

Aun así, desde Moncloa se filtró la tesis de que todo había sido organizado por "grupos ultras coordinados". El propio Sánchez lo corroboró en rueda de prensa poco después: "Me encuentro bien", dijo. Y la frase provocó indignación en la oposición, que lo acusó de querer convertir su incidente en el centro del relato, "mientras cientos de familias lloraban a sus muertos".

El Gobierno llegó incluso a sugerir que la Casa Real había desoído su petición de no acudir a Paiporta "para evitar protestas organizadas". Y finalmente, en aquella comparecencia pública, el presidente aprovechó para señalar al PP por no apoyar sus Presupuestos Generales, que pedía aprobar "ante la necesidad colosal provocada por la dana".

Desde entonces, sin embargo, la Generalitat ha denunciado que la reconstrucción se está haciendo con recursos propios y sin respaldo efectivo del Gobierno central. Pese a todo, el Gobierno mantuvo durante meses que aquello fue una acción "organizada por la extrema derecha para destruir un Gobierno legítimo"... mientras las redes sociales se llenaban de inserciones publicitarias del PSOE acusando a Mazón y exigiendo su dimisión.

"Ultrarricos" nucleares manejan a Feijóo

Sánchez compareció este miércoles en el Congreso para hablar del plan de Defensa, pero lo escondió bajo dos capas: convirtió su discurso y su réplica en un encendido alegato contra las nucleares, dando más protagonismo al gran apagón del 28 de abril, y arremetió contra Feijóo durante aún más minutos que los que dedicó al "cero energético".

Ultrarricos nucleares manejan a Feijóo.

"Ultrarricos" nucleares manejan a Feijóo. Ilustración: Tomás Serrano

Durante un debate de más de seis horas, el presidente desplegó una estrategia de no dar explicaciones técnicas, sino convertir al Gobierno en víctima de una derecha "catastrofista" y "al servicio de los ultrarricos dueños de las nucleares".

Hora y media larga de intervención y casi dos de contrarréplica, frente a 20 minutos de réplica y siete de dúplica final por portavoz, le permitieron abrumar al hemiciclo con loas al "civismo ciudadano" y reproches a quienes "llevan años anunciando el apocalipsis que nunca llega".

Sánchez evitó explicar por qué la España peninsular, Portugal y parte del sur de Francia fundieron a negro 10 días antes. Tampoco el porqué de que estuviera desaparecido hasta pasadas las 18:00 horas. Ni de que en su segunda aparición televisiva repitiera exactamente la misma falta de concreciones sobre unos misteriosos "15GW desaparecidos de la red".

"Íbamos a salir, pero entraron datos nuevos", explicaba una fuente de Moncloa en el patio del Congreso sobre la comparecencia de media tarde. "¿Datos, cuáles? Si el presidente no dio ni uno", respondió un reportero.

En cambio, acusó a Feijóo, en una violenta diatriba, de difundir "sensación de caos", de alimentar "el catastrofismo" y de hacer "oposición destructiva", de nuevo, "al servicio de los que especulan con el precio de la energía".

Frente a ello, Sánchez se presentó como gran gestor de la recuperación: "Recuperamos el suministro en horas, no en días como ocurre en otros países". Y evitó mencionar que ni las Comunidades Autónomas ni los Ayuntamientos recibieron información hasta su tardía comparecencia —cuando más de la mitad de la población ni siquiera tenía luz ni acceso a medios de comunicación—.

Las tres hipótesis iniciales —ciberataque, sabotaje o fallo de Red Eléctrica— fueron planteadas por Moncloa sin aportar pruebas.

Y a pesar de que los expertos descartaron el ataque informático y apuntaron a una mala planificación del mix energético, con exceso de renovables sin respaldo de acumuladores, Sánchez insistió en que "todas las posibilidades siguen abiertas".

Un día después del blackout, el consenso técnico ya era prácticamente unánime.

Y Sánchez anunció que acumularía el gran apagón a su comparecencia en el Congreso sobre el plan de Defensa. El debate se llenó de ataques ad hominem, no argumentales: a Feijóo y su "oposición destructiva"; al "lobby nuclear" y a sus "dueños ultrarricos"... sugirió el presidente, incluso, que el líder de la oposición dijera "esas cosas" desde la sala de prensa de las eléctricas, "y no en esta Cámara".

Los avisos "ignorados", según Feijóo, durante años —de Red Eléctrica, la CNMC, el OIEA o Bruselas—, fueron desmentidos por Sánchez.

Y es que, cuando el PP veía más claro que el apagón "obligaría" a Sánchez a rectificar y mantener las nucleares activas o reforzar la red de transporte, el ministro Carlos Cuerpo dinamitó la negociación sobre el decreto de aranceles rechazando todas las propuestas de Juan Bravo.

El desplante se interpretó así desde Génova: "Sánchez sabe lo que pasó, pero no puede reconocer que es su culpa. Por eso, en el Congreso insultó a Feijóo más tiempo del que dedicó a explicar el apagón", resume un dirigente popular. La táctica fue detectada hasta por medios afines al Gobierno: culpar a los "operadores privados", decir que la energía nuclear "es más problema que solución" y que el PP sirve a intereses "que no son los de los españoles".

Aznar, la "disciplina" y el "sabotaje"

El pasado domingo 5 de mayo, más de 10.000 personas quedaron varadas en mitad del páramo castellano-manchego dentro de sus trenes. Ni agua, ni luz en muchos casos, ni comida ni transporte alternativo.

Tampoco explicaciones de por qué se les había dejado salir a cada uno de su estación si ya se había detectado el robo de cable en cinco puntos distintos cerca de Los Yébenes (Toledo).

Aznar, la disciplina y el sabotaje.

Aznar, la "disciplina" y el "sabotaje". Ilustración: Tomás Serrano

En lugar de aportar esas soluciones, el Gobierno —de quien dependen Adif y Renfe— optó por denunciar "un acto grave de sabotaje", desde el primer minuto. Y por señalar a las "muy poderosas y disciplinadas derechas" de la oposición, después.

La estrategia, perfectamente coordinada desde el PSOE y la Moncloa, trató de desviar el foco, eludir responsabilidades y acusar al PP de Feijóo, otra vez, de "anunciar apocalipsis que nunca llegan" y tratar de "crear sensación de caos" para derribar al Gobierno.

Óscar Puente se preguntó en voz alta si el robo de 150 metros de cable en la línea de alta velocidad fue realmente un "robo con fuerza" —como investiga la Guardia Civil— o si se trató de un "sabotaje", priorizando esta segunda opción.

El ministro de Transportes alegó que "quien lo hizo sabía lo que hacía", porque eligió un punto sin cámaras y por un material con "rédito económico absolutamente despreciable, de 300 euros" frente al daño causado. Además, se amarró al elemento temporal subrayando que el acto ocurrió justo "en fechas clave": el inicio de la Feria de Abril en Sevilla y el fin del puente de mayo en Madrid.

En la misma línea, el portavoz socialista en el Congreso, Patxi López, alimentó la sospecha: "O tenemos los ladrones más tontos del mundo, o esto fue otra cosa". En ningún caso asumió la posibilidad de negligencia del Ejecutivo ni quiso esperar a la investigación policial.

El caos ferroviario acaecido sólo una semana después del gran apagón, llevó incluso a Ramón Alzórriz, vicesecretario general del PSOE en Navarra, a aplicar este manual de resistencia socialista en su capítulo más exagerado, señalando directamente a esas "derechas disciplinadas", dando a entender que el robo podría estar relacionado con determinados discursos políticos lanzados desde el PP y Vox.

Así, el nombre del expresidente Aznar como presunto instigador emergió en los corrillos. Y su frase de "quien pueda hacer que haga", pronunciada en noviembre de 2023 contra la Ley de Amnistía, se recordó ante la prensa como prueba de cargo para demonizar a la oposición.

"Alguien dijo algo y ahora pasan cosas... Las derechas suelen ser muy disciplinadas... y muy poderosas, con muchos recursos de todo tipo. A ver mañana las portadas y las tertulias de sus medios", escribió Alzórriz en sus redes sociales sin más contexto, aunque acompañado de varios retuits a dirigentes del PSOE que criticaban a Feijóo por no condenar el "sabotaje" a las vías de alta velocidad.

Santos Cerdán, secretario de Organización del PSOE, sí que puso nombres. En varios recortes de prensa compartidos en redes sociales, señaló expresamente a Aznar por haber llamado a la ciudadanía a "movilizarse" contra el Gobierno: "El PP y sus socios de ultraderecha son un peligro para la convivencia de los españoles".

Lo cierto es que el robo de cobre en instalaciones públicas no deja de crecer en los últimos años. Sólo en 2024 se produjeron más de 4.400 incidencias de este tipo. Entonces, otro episodio coincidente con un evento de especial significación política, como las elecciones autonómicas catalanas del 12-M, paralizó decenas de trenes.

En el Congreso, el propio presidente Sánchez acusó a Feijóo de practicar "el carroñerismo político", en redes sociales y el ministro Félix Bolaños identificó al PP con "los ultras y sus amos", tras la aprobación del decreto sobre aranceles.

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Lo de "los cenáculos madrileños de señores con puro" data de 2022. Pero cabe recordar cómo marcó la actual legislatura el discurso del presidente y candidato Sánchez:

"Hoy aquí, en esta sesión, señorías, nos toca elegir camino. O bien abrimos la puerta a ese movimiento o lo frenamos en seco, erigiendo un muro de democracia [...] Porque fue un Gobierno progresista en España el que fue capaz de paralizar el chantaje institucionalizado del Partido Popular y Vox, que quisieron imponer en Castilla y León a las mujeres que querían interrumpir su embarazo".

Aquel "programa" del "muro" se basó en una supuesta noticia... un legado de los conservadores que, en realidad, era un bulo.

Y así cerraba el editorial fundacional de El Motín.

¡Guerra a los conservadores! Nos parece que este grito equivale a un programa.