Idoia Villanueva y Yolanda Díaz, en Pamplona.

Idoia Villanueva y Yolanda Díaz, en Pamplona. Iván Delgado Europa Press

Política PACTOS DE INVESTIDURA

El ataque de Podemos al viaje a Marruecos destapa otro eslabón débil en la mayoría de investidura

La formación morada lleva semanas remarcando su independencia con el resto de la coalición de Gobierno, tanto con el PSOE como con Sumar.

4 agosto, 2023 03:16

"Pedro Sánchez sigue mostrando su complacencia con Marruecos". Es la frase con la que este jueves Podemos ha hecho estallar las pocas hebras que tejen el Gobierno en coalición, todavía en funciones y aún sin garantías de reeditarse. El ataque lo esgrimió la eurodiputada Iodia Villanueva, cercana al núcleo de Ione Belarra, apenas 24 horas después de que Moncloa confirmase que el presidente decidió visitar un complejo de lujo en Marraketch durante sus vacaciones. 

Que Podemos intenta mantener un perfil propio con respecto al resto de la coalición lleva siendo una realidad desde antes incluso del nacimiento de la coalición. Ocurrió con el sólo sí es sí, con su desmarque en el acto de Magariños, en las semanas previas al 28-M, durante las negociaciones para el 23-J y ahora, en los últimos días, para desmarcarse de Sumar en los pactos de investidura.

La cuestión de Marruecos promete erosionar uno de los eslabones más débiles del bloque de investidura como es la política exterior del Gobierno. Los vaivenes del PSOE con respecto al Sáhara Occidental, por ejemplo, ya le generaron problemas durante la anterior legislatura, pero los números daban y no llegó la sangre al río. 

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En esta ocasión las cosas son distintas. Las posturas de todos los partidos independentistas siempre han sido muy claras con respecto al pueblo saharaui, demandando su autodeterminación en repetidas –aunque no tan reproducidas– ocasiones. En temas como el de Rabat, el PSOE está solo dentro de la alianza.

Con el bloque de investidura más endeble de la democracia, el PSOE deberá guardarse de cada movimiento con Marruecos si no quiere perder a sus valiosos y escasos aliados. Viajes como el de esta semana no ayudan en su causa, y menos si no puede controlar a Podemos.

Crisis con Podemos

La lealtad de los cinco diputados de Ione Belarra lleva en entredicho desde el día después de las generales, el 24 de julio, cuando la secretaria general y ministra en funciones reivindicó su peso en la coalición y criticó la estrategia de campaña de Sumar. En los días siguientes, varias de fuentes del partido insistieron a este diario en que los cinco respondían "sólo ante Podemos", no ante Díaz, y que sus votos "los van a sudar".

Volviendo a Sánchez, los bandazos del PSOE con el Sáhara Occidental han generado grietas insalvables entre los socios de la coalición. Ya ocurrió el año pasado, cuando aprobaron el "plan de autonomía" que exigía Marruecos, y este mismo, al bloquear en el Congreso que los saharauis nacidos antes de 1976 pudieran acceder a la nacionalidad española. Son heridas que, al menos para Podemos, no han terminado de cicatrizar.

Incluso Yolanda Díaz, que ha mostrado sus discrepancias con los socialistas en varias ocasiones, ha preferido callar antes de cerrar un acuerdo de investidura. Es un cierre de filas que, al margen de las tensiones, ya se dio en el Gobierno en episodios como el de Pegasus, cuando el móvil del presidente fue infectado por el virus informático. Sobre esto y todo lo demás, las delegaciones de Sumar o bien callan o echan balones fuera, todas salvo en Podemos. 

El que fuera portavoz parlamentario en la anterior legislatura, Pablo Echenique, no ha dudado en criticar la gestión de los ministros Fernando Grande-Marlaska o Margarita Robles por "expulsar ilegalmente a 55 menores", como mencionó este mismo jueves. Distanciarse del PSOE, en este caso, suena también a distanciarse de Sumar, al menos en lo simbólico. 

El gran problema al que se enfrenta Podemos con sus incómodos socios de coalición es que, por mucho que sus cinco diputados valgan su peso en oro para cada votación (y tengan libertad de voto para ejercer), la realidad es que ninguno de ellos puede tomar la sartén por el mango e irse al Grupo Mixto, como hizo Compromís en 2016, debido a las ataduras económicas que les ligan a Sumar. Por lo pronto, sólo queda quejarse.