Un manifestante durante la huelga convocada por asociaciones vecinales a finales de octubre.

Un manifestante durante la huelga convocada por asociaciones vecinales a finales de octubre. EuropaPress

España SANIDAD

Las batas blancas vuelven a la calle: la pesadilla para los gobernantes en año electoral

Se ha creado un caldo de cultivo que no beneficia a ningún partido político y que puede influir en las elecciones de este 2023.

2 enero, 2023 01:55

Ocho comunidades autónomas van a verse sacudidas por movilizaciones en Sanidad. Las huelgas, encabezadas mayoritariamente por los médicos de Familia, unos de los profesionales más hastiados por el deterioro del Sistema Nacional de Salud, pueden extrapolarse al resto de servicios.

Enfermeras, farmacéuticos, odontólogos, fisioterapeutas... se sienten exhaustos tras dos duros años de pandemia que han aflorado las deficiencias del sistema sin que ni Gobierno ni Comunidades Autónomas hayan avanzado hacia un gran pacto por la sanidad, como viene reclamándose desde hace años.

El objetivo de ese pacto es marcar una estrategia a largo plazo para que la organización, las ratios de profesionales, las subidas de salarios o mejoras laborales no dependan del partido político que esté en cada momento en el poder.

"Nada funciona, nada avanza", claman desde organizaciones sindicales y colectivos profesionales. La realidad es que se ha creado un caldo de cultivo que no beneficia a ningún partido político y que puede influir en las elecciones de este 2023, empezando por las autonómicas de mayo.

Las batas blancas van a volver a salir a la calle y a convertirse en la pesadilla de los gobernantes. La diferencia respecto a las mareas que se organizaron tras la crisis económica es que, en esta ocasión, no son pacientes y usuarios del sistema público los que protestan del brazo de los profesionales, sino los propios trabajadores. 

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Este cambio es importante. Cuando la movilización la protagonizaban los pacientes no había huelga de por medio. Ahora, las protestas sí repercuten directamente en la atención. Ahí es cuando una huelga puede afectar al gobierno de turno. Si el servicio se resiente, el paciente -potencial votante- lo nota. 

El claro ejemplo de cómo usar una huelga con fines partidistas está en Madrid. La izquierda se ha puesto del lado del sindicato médico AMYTS recurriendo a estadísticas sesgada para manipular a la opinión pública. 

Y ha comenzado la guerra de eslóganes: "la mejor Sanidad del mundo", "más médicos que nadie" contra "los peores sueldos que en ninguna parte de España", "la Sanidad no se vende" o "Ayuso, tu política mata".  Porque, en ocasiones, se ha dejado a un lado lo que pedían los convocantes de la huelga, para mezclarlo con asuntos que nada tienen que ver como los seguros de salud privados o los conciertos sanitarios. 

A principios de diciembre se difundió un audio en el que una de las activistas hablaba de llevar la huelga hasta las elecciones. Cuando más daño haría electoralmente a la presidenta regional, Isabel Díaz Ayuso. 

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Educación

Pero no sólo en sanidad puede haber movilizaciones. La educación es otro sector en el que los ánimos están caldeados y ya se fraguan movilizaciones, como las que ya se están viendo en Cataluña.

La aplicación de la ley Celaá se le está resistiendo a los docentes que denuncian que no han tenido una "guía" para empezar a enseñar "por competencias" y no de manera "memorística", como se hacía hasta ahora.

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Además, los bandazos del equipo del Ministerio de Educación de Pilar Alegría tampoco ayudan. Tras afirmar que la nueva Selectividad se pondría en marcha con un modelo transitorio que empezaría el próximo curso, se ha dado marcha atrás.

Este mismo mes de diciembre ha anunciado, que no será así y que todo se atrasará un año más. Esto, unido a las luchas entre Comunidades Autónomas, tampoco ayuda a la coordinación de los docentes.

Los sindicatos educativos todavía no han convocado ninguna huelga o movilización a nivel nacional, como sí han hecho los sindicatos médicos, pero tampoco lo descartan. "Está sobre la mesa", dicen, mientras los políticos empiezan a sacarle brillo a las urnas.