Artur Mas, durante su declaración como testigo en el juicio del 'procés'.

Artur Mas, durante su declaración como testigo en el juicio del 'procés'.

España

Artur Mas ya puede volver a la arena política tras 13 meses de inhabilitación

El 13 de marzo de 2017, el TSJC condenó a Mas por desobediencia a dos años de inhabilitación, que luego el Tribunal Supremo rebajó a 13 meses.

23 febrero, 2020 10:56
Jordi Font Comas (Efe) Redacción | Agencias

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El expresident Artur Mas culmina este domingo los 13 meses de inhabilitación a los que fue condenado por la consulta del 9N y puede volver a primera línea política -si él quiere y con el beneplácito de Carles Puigdemont-, en un momento preelectoral en Cataluña y en pleno debate de candidatos en JxCat.

Delfín del que fuera durante 23 años presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, ejecutor de los recortes en plena crisis y artífice del procés a partir de 2012, Mas tiene desde este lunes vía libre para ser candidato electoral y ejercer un cargo público. Pero ¿lo hará?

Públicamente, Mas ha preferido mantener el interrogante sobre si será candidato: "Desde el punto de vista legal, podré a partir de febrero. Desde un punto de vista político, no lo sé. Y desde punto vista personal, sería que no", ha dicho en entrevistas recientes.

En una entrevista este sábado en RAC1, Mas ha explicado a este respecto: "no me quiero desvincular del mundo político, pero lo quiero hacer más en el terreno de las ideas, identificar a gente de valía para el mundo de la política". Y ha añadido: "no deseo volver a primera línea política. Pero a la vida a veces quieres una cosa y acaba pasando otra"

También, preguntado por la posibilidad de que Puigdemont encabezara una lista electoral, ha defendido que si eso ocurre espera que se explique "desde el primer momento que no podrá ejercer de presidente".

Trabajo entre bastidores

Mas, organizador de la consulta soberanista del 9 de noviembre de 2014, es un referente en el espacio postconvergente, pero mucho ha llovido desde que en enero de 2016, repudiado por la CUP -que se negó a investirlo como president-, tuvo que ceder el testigo a Puigdemont, y difícilmente tendrá cabida en puestos relevantes -no meramente simbólicos- en la futura lista electoral de JxCat.

Los sectores más cercanos a Puigdemont y alejados del PDeCAT -la formación heredera de CDC- no dejan de verle como un convergente que aplicó recortes y que estuvo al frente de una Convergència salpicada por casos de corrupción, por lo que no verían con buenos ojos que se postulara como próximo candidato de JxCat a la Generalitat.

Además, sus diferencias con Puigdemont sobre cómo orientar el procés son notorias, si bien Mas ha mantenido las distancias con el sector crítico encabezado por la senadora Marta Pascal, excoordinadora general del PDeCAT, una de las voces que le aconsejó repetir elecciones en lugar de dar un "paso al lado" en 2016 y que en estos momentos se plantea crear otro partido más moderado.

El exlíder de CiU se ha dedicado en los últimos meses a trabajar entre bastidores para tratar de tejer puentes entre el PDeCAT -que ahora preside David Bonvehí- y Waterloo, desde donde Puigdemont mueve los hilos del difuso espacio de JxCat, que abarca no solo a los herederos de la antigua Convergència sino también a la Crida Nacional per la República -que lidera Jordi Sànchez desde prisión- y a sectores independientes que se han ido acercando al proyecto.

El 'president' de la consulta

Hace seis años, Puigdemont era simplemente el alcalde de Girona y Mas, el president que se disponía a liderar, por primera vez, una consulta sobre la independencia que marcó su trayectoria política.

Después de un primer mandato al frente de la Generalitat condicionado por los recortes (2010-2012), Mas viró hacia el independentismo y, tras ser reelegido en los comicios de finales de 2012, apostó por organizar una consulta sobre la independencia que llevó a cabo el 9 de noviembre de 2014 sin el acuerdo del Gobierno de Mariano Rajoy y desoyendo al Tribunal Constitucional.

La consulta del 9N fue un éxito organizativo del Govern, pero le acabó llevando al banco de los acusados del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC), junto con los exconsellers Joana Ortega, Irene Rigau y Francesc Homs (este último fue juzgado directamente en el Tribunal Supremo al ser entonces diputado en el Congreso).

Además, ahora Mas se enfrenta a la pérdida de sus ingresos durante un año, dado que va a dejar de percibir la pensión que le correspondía tras dejar el cargo y no podrá cobrar la pensión de expresidente hasta que cumpla los 65 años (en un año). 

Según el estatuto de los expresidentes de la Generalitat, una vez que los presidentes catalanes dejen el cargo recibirán "una asignación mensual equivalente al 80% de la retribución mensual que corresponde al ejercicio del cargo durante un período equivalente a la mitad del tiempo que han estado en el cargo". Según esa misma norma, después podrán cobrar el 60% del sueldo por ser expresidentes pero solo a partir de que cumplan 65 años,

El primer juicio al 'procés'

El 6 de febrero de 2017, Mas subió la escalinata del TSJC para ser juzgado por desobediencia en una de las ya numerosas jornadas históricas del proceso independentista. Era la primera vez desde la Transición que se juzgaba a alguien por su actuación como president, aunque entonces Mas ya no era inquilino del Palau de la Generalitat.

Un año atrás, Mas había dejado paso a Puigdemont, al no haber logrado que la CUP desistiera de su propósito de vetar su investidura y enviarlo "a la papelera de la historia".

El 13 de marzo de 2017, el TSJC condenó a Mas por desobediencia a dos años de inhabilitación, que luego el Tribunal Supremo, en un fallo conocido el 17 de diciembre de 2018, rebajó a 13 meses al equipararlo con la condena a Homs.

La ejecución de la sentencia comenzó el 23 de enero de 2019, por lo que la inhabilitación de Mas culmina este domingo, marcado en el calendario -caprichos de la historia- como un 23F.