Resultados de las comparaciones a nivel de grupo ( p  < 0,05, corregido) con regiones significativas en rojo

Resultados de las comparaciones a nivel de grupo ( p  < 0,05, corregido) con regiones significativas en rojo Health Environment

Historias Contaminación

Un estudio demuestra cómo afecta la contaminación al cerebro: "Piénsate dos veces si dejar la ventanilla bajada"

Científicos canadienses han descubierto que la exposición a gases de escape diésel provocan la disminución de la conectividad funcional.

1 febrero, 2023 01:46

Si bien es de sobra conocido que la contaminación provoca daños graves a nivel global en nuestro cuerpo —principalmente en los ámbitos respiratorios y cardiovasculares—, uno de los ámbitos menos conocidos es el de cómo afecta a nuestro cerebro. Un nuevo estudio de la Universidad de la Columbia Británica (UBC por sus siglas en inglés) y la Universidad de Victoria, ambos en Canadá, ha demostrado que los niveles comunes de contaminación por el tráfico puede afectar a la función del cerebro del ser humano en cuestión de horas. 

Los hallazgos de la investigación muestran que con tan sólo dos horas de exposición a los gases emitidos por un tubo de escape de un automóvil diesel provoca una disminución en la conectividad funcional del cerebro. Esto es, en la “dependencia temporal de la actividad neuronal entre regiones cerebrales anatómicamente separadas”, como lo define un artículo de la Revista Neurológica

Publicado en la revista científica Environmental Health, el estudio, titulado Brief diesel exhaust exposure acutely impairs functional brain connectivity in humans: a randomized controlled crossover study, es el primero que proporciona evidencia en humanos sobre la conectividad alterada en las diferentes áreas del cerebro inducida por la contaminación del aire. 

“Durante muchas décadas, los científicos pensaron que el cerebro podría estar protegido de los efectos nocivos de la contaminación del aire", señaló Chris Carlsten, autor principal del estudio y profesor y director de medicina respiratoria en la UBC, a la revista Technology Networks. Y añadió: “Este estudio, que es el primero de su tipo en el mundo, proporciona nueva evidencia que respalda una conexión entre la contaminación del aire y la cognición”.

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Cómo se hizo el estudio 

En la investigación participaron 25 personas adultas entre 19 y 49 años que fueran capaces de hablar inglés, que estuvieran sanos, que no fueran fumadores, que no estuvieran embarazadas ni en periodo de lactancia y que no tuvieran contraindicaciones a la hora de realizar una resonancia magnética. El único factor excluyente, en caso de que se cumplieran todos los criterios, fue la claustrofobia. 

Todos los participantes fueron expuestos brevemente a gases de escape diésel y aire filtrado durante diferentes momentos en un entorno controlado de laboratorio. Después, se les realizó una resonancia magnética funcional para medir la actividad cerebral. 

Resultados de las comparaciones a nivel de grupo ( p  < 0,05, corregido) con regiones significativas en rojo.

Resultados de las comparaciones a nivel de grupo ( p  < 0,05, corregido) con regiones significativas en rojo. Health Environment

Los resultados revelaron que el cerebro había disminuido la conectividad funcional en regiones extensas de la red de modo predeterminado (DMN por sus siglas en inglés) tras haber estado expuesto a los gases de emisión diésel, en comparación al aire filtrado. Esta red, como lo define Psychology Today, es “un sistema de áreas cerebrales conectadas que muestran una mayor actividad cuando una persona no se centra en lo que está sucediendo a su alrededor”. 

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"Sabemos que la conectividad funcional alterada en la DMN se ha asociado con un rendimiento cognitivo reducido y síntomas de depresión, por lo que es preocupante ver que la contaminación del tráfico interrumpe estas mismas redes", explicó Jodie Gawryluk, profesora de psicología en la Universidad de Victoria y una de las autoras de la investigación. 

Los efectos podrían ser duraderos

Tras la exposición, no se produjeron daños irreversibles y la conectividad del cerebro volvió a la normalidad al finalizar el experimento. Sin embargo, Carlsten expuso que si la exposición es continua, los efectos en la red neuronal podrían convertirse en duraderos.

Asimismo, para Gawryluk, si bien es necesario realizar más investigaciones para “comprender completamente los impactos funcionales de estos cambios”, es probable que la contaminación pueda afectar al pensamiento o a la capacidad de trabajo de las personas. 

Por ello, Carlsten recomienda tomar precauciones en el aire que respiramos y tomar las medidas adecuadas para minimizar la exposición a los contaminantes de aire potencialmente dañinos como los gases que emiten los tubos de escape de los coches. “Es posible que la gente quiera pensarlo dos veces la próxima vez que esté atrapada en el tráfico con las ventanas bajadas”, dijo Carlsten a Technology Network. 

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Así, instó a revisar el filtro de aire de los coches y ver que esté en un buen estado de funcionamiento. Y desviarse a calles menos concurridas si andamos o vamos en bicicleta. “La contaminación del aire ahora se reconoce como la mayor amenaza ambiental para la salud humana y estamos viendo cada vez más los impactos en todos los sistemas de órganos principales”, advirtió. 

De la misma manera, viendo la creciente incidencia de los trastornos neurocognitivos, el profesor de la UBC urgió a los funcionarios de salud pública y a los encargados de formular políticas a tomar en consideración este problema. Y, por tanto, tomar medidas para mejorar la calidad del aire