El metaverso es la última forma de comunicación internacional, la apoteosis de la transmisión instantánea. Estamos ante la reinvención de internet, ante la convergencia de las principales tecnologías de vanguardia. El metaverso significa la evasión de la realidad y la instalación de la persona en el mundo virtual. En el año 2030 el metaverso moverá más de un billón de euros. A Mark Zuckerberg pertenece la gloria de su creación. Eduardo Saverin, Dustin Moskovitz, Chris Hughes y otros compañeros de la Universidad de Harvard le han ayudado en la aventura que ha convertido a Mark en uno de los cinco hombres más influyentes del mundo.

Platón, hace 2.400 años, se dio cuenta de que la literatura evade al ser humano de su realidad para incorporarle al nuevo mundo imaginado. Aristófanes centró la vida virtual en el teatro. Aristóteles desarboló, a través de la imaginación, la realidad de la vida humana, a veces tan tórpida y cruel. Las artes plásticas, la música, el deporte, el cine, la televisión, las redes sociales, a lo largo de los siglos, han robustecido la evasión de la realidad que nos rodea y zarandea.

El metaverso y sus gafas virtuales permiten a una persona visitar el Louvre como si estuviera en el museo; pasear por Carnaby Street, por la Concorde o la Puerta del Sol; disfrutar en el Palacio Real de Madrid; recorrer la Ciudad Prohibida en Pekín o el Jardín Secreto en Seúl; admirar el Palacio Imperial de Kioto y sus jardines interminables; adentrarse en el Taj Mahal, el monumento más bello del mundo; contemplar la Capilla Sixtina; sumergirse en las cataratas del Niágara o en el Iguazú argentino; bucear en la profundidad del océano o encaramarse al Burj Khalifa; navegar por el Nilo africano o adentrarse en la selva virgen bakonga… Sin salir de casa, el mundo en la mano y en los ojos, su pasado y su futuro. Y no como un simple avatar, porque la ropa digital adecuada añadirá las sensaciones físicas y el tacto, superando la Inteligencia Artificial.

El metaverso nos incorpora al mundo 100% digital. Con sus defectos y sus problemas, pero con sus grandes virtudes, la nueva tecnología impondrá el mundo virtual sobre el mundo físico. Se disfrutará de niveles sin precedentes en el control, la personalización y la automatización. Vivimos ya el nuevo tiempo esencial de internet. La ola del metaverso nos invade. Las empresas, para competir en la próxima década, necesitarán algo más que la habilidad tecnológica y la invención. Precisarán de la visión certera del mundo que viene. Eso lo ha explicado con profundidad ese excepcional empresario que se llama José María Álvarez-Pallete, sagaz presidente de Telefónica.

El metaverso, en fin, lo supera todo. Las emprensas ofrecerán lo mejor de ellas a través de la realidad virtual. Los empleados podrán trabajar y relacionarse desde cualquier lugar. Tendrán ocasión de comprar un terreno virtual y edificar en él la casa de sus sueños. La visitarán cuando lo deseen y vivirán en ella disfrutando de todo aquello que ambicionen. El metaverso significa la agonía de las dictaduras, de los convencionalismos, de lo políticamente correcto, del dominio del capitalismo salvaje, de la voracidad de los partidos políticos, de los medios de comunicación absorbentes… El hombre que siempre ha peleado por su libertad, desde la esclavitud faraónica al comunismo estaliniano, la disfrutará en plenitud cuando el metaverso entre definitivamente en su vida.