Paso a la mujer que se abre paso. Carme Riera es uno de los nombres grandes de la literatura en castellano y en catalán. Su prestigio profundiza la vida intelectual de nuestra nación. Nunca necesitó de cuotas. Accedió a la Real Academia Española por su calidad literaria, por su vasta obra flanqueada de prestigiosos premios, donde Llamaradas de luz, Tiempo de inocencia o Vengaré tu muerte brillan con la luz de la profundidad literaria.

Carme Riera publica ahora la biografía de uno de los personajes más interesantes de la vida intelectual española en el último medio siglo: Carmen Balcells. Tuve la suerte de conocerla. Acudió muchas veces al ABC verdadero, en almuerzos prolongados por conversaciones a veces insólitas. Se convirtió en un mito. Vázquez Montalbán la llamaba “superagente Balcells con licencia para matar”. Y Vargas Llosa “le regaló una pistola que guardó en el cajón de su escritorio”. La verdad es que Mario no ha tenido nunca una pistola en la mano. Conocía Balcells las virtudes, los defectos, las fortalezas y las debilidades de la mayor parte de los grandes escritores en español del siglo XX.

Rodeada de García Márquez, José Donoso, Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa, Goytisolo, Onetti, Ana María Matute, Camilo José Cela, Nélida Piñón, Miguel Ángel Asturias, Isabel Allende, Vicente Aleixandre… Y Bryce Echenique que la bañó en cariño… Y el admirable José Luis Sampedro que la conocía a fondo. Carmen Balcells permaneció, sin embargo, ajena a la vanidad personal. “¿García Márquez? Me basta con ser su agente”, si bien Carme Riera afirma que consideraba a Gabo como la otra cara de su propia moneda. Solo escribió un artículo en su vida. Lo publicó en La Vanguardia cuando murió García Márquez: Ha nacido el gabismo. No se equivocó. Su atención fue sensible a todas las expresiones literarias. Trasformó su papel de agente en generación de consejo junto a la certera gestión.

Carme Riera ha dedicado 500 páginas de un libro excelente a reflejar la vida de Carmen Balcells. En su obra no hay un párrafo en el que decaiga el interés. Ha convertido a la biografiada en la papisa de uno de los más fecundos periodos de la historia de la literatura en español. Ha tenido el acierto Carme Riera de no olvidar a los grandes editores, Lara, Herralde, Tusquets, Borrás, Salinas, a los que Balcells lidió al natural con la muleta de su sagacidad y su sabiduría.

La verdad es que siempre miré con recelo a Carmen Balcells. La veía como una tigresa depredadora, dispuesta a apresar con sus garras literarias a los escritores que colaboraban conmigo en ABC. Siempre estuve orgulloso de haber contado en el periódico con cinco premios Nobel en español: Camilo José Cela, Vicente Aleixandre, Octavio Paz, Miguel Ángel Asturias y Mario Vargas Llosa. En un descuido, me arrebató al autor de La fiesta del Chivo. Contraté a Vargas Llosa en mi etapa de la agencia Efe y se vino conmigo después durante varios años a ABC, donde escribió crónicas y artículos memorables. Recuerdo en especial los que dedicó a Sendero Luminoso. Tuve un descuido y Carmen Balcells se llevó a Vargas Llosa a otro periódico. Fracasó luego en su intento de hacer lo mismo con Octavio Paz y Camilo José Cela, porque conseguí cebar el corredor por el que la Balcells seducía “literariamente” a los grandes. Como agente era implacable.

Carme Riera ha tenido el acierto de descubrir en su libro la humanidad de Carmen Balcells, una mujer tiburón e inteligente, pero también tierna y humana que sentía el dolor de los demás. “Valgo más por lo que callo que por lo que hablo”, solía decir. Personalmente sé muy bien lo que eso significa. Yo perdoné enseguida a Carmen Balcells, y ahora, tras el libro deslumbrante de Carme Riera, todavía más, aquella faena que me hizo al arrebatarme a Mario Vargas Llosa, el escritor en español más influyente del mundo.