Leyendo la monumental biografía de Fernando Pessoa escrita por Richard Zenith (2021), que Acantilado tiene previsto publicar a finales de este año, doy con uno de esos datos anecdóticos que llaman mi atención y me divierten absurdamente. Suelen ser datos que establecen conexiones imprevistas, cuando no disparatadas, entre personalidades a las que admiro. Vean si no.

Ocurre que, hallándose todavía en Durban, Sudáfrica, donde pasó buena parte de su infancia y adolescencia, Pessoa, con dieciséis años de edad, superados ya los exámenes y con la perspectiva de regresar pronto a Lisboa para prolongar sus estudios, se encontró con muy poco que hacer. Muy consciente de su constitución enclenque, optó por prestar un poco de atención a su propio cuerpo.

Con este objeto, no se le ocurrió nada mejor que encargar por correo un libro que desde hacía unos cuantos años causaba furor en todo el planeta: Strength and How to Obtain It (“Sobre la fuerza y cómo conseguirla”), del pionero del fisioculturismo moderno Eugen Sandow (1867-1925).

Me entero por Zenith de que este libro de Sandow es uno de los que figuran en la biblioteca de Leopold Bloom, el protagonista del Ulises de Joyce. Me entero de más: de que, siendo estudiante en Harvard, el joven T. S. Eliot, nacido el mismo año que Pessoa, también encargó el mismo libro. Al parecer, lo mismo había hecho, pocos años antes, W. B. Yeats, pese a ser bastante mayor que Eliot y Pessoa.

Por si fuera poco, Zenith me recuerda que otro comprador del libro fue, desde Praga, Franz Kafka, quien lo conservaba asimismo en su biblioteca. Al decir de Reiner Stach –el biógrafo de Kafka–, este parece haberse dado cuenta enseguida de que los ejercicios de Sandow “planteaban exigencias más propias de un circo que de un sanatorio”; por esta razón terminó decantándose por el Sistema del deportista y profesor de gimnasia danés Jorgen Peter Müller, otro libro que alcanzó un éxito mundial en aquellos años.

Estamos en la temporada de la “operación bikini”. Reconforta enterarse de que Yeats, Pessoa, T. S. Eliot y Kafka tuvieron preocupaciones parecidas

Lo que vengo a sugerir es que, echándole un poco de imaginación, cabe pensar que hubo un momento, muy a comienzos del siglo XX, en que, en diferentes habitaciones de Durban, Harvard, Dublín y Praga, un poeta ya cuarentón (Yeats) y tres adolescentes larguiruchos y escasamente atléticos (Eliot, Pessoa y Kafka) trataban de mejorar su aspecto físico siguiendo con previsible torpeza las recomendaciones –oportunamente ilustradas con fotografías– de quien fue conocido en su día como “Sandow el Magnífico” y aplaudido en todo el mundo como la encarnación del “ideal griego” masculino.

Si consultan la entrada de Wikipedia dedicada a Eugen Sandow (quien en realidad se llamaba Friederich Wilhem Müller y era de origen prusiano) se enterarán de algunos detalles curiosos sobre su vida y hasta podrán ver un cortometraje del musculoso deportista luciéndose en los Estudios Edison en 1894. Lo mismo cabe hacer con Jorgen Peter Müller, de quien pueden verse unas instructivas grabaciones en YouTube.

Estamos en la temporada de la “operación bikini” (como se llama, creo, al conjunto de atolondradas medidas dietéticas y gimnásticas destinadas a mejorar el aspecto físico con vistas a poder lucir el propio cuerpo, durante el verano, sin demasiados complejos, ya se trate de hombres o mujeres). Reconforta enterarse de que tipos como los mencionados tuvieron preocupaciones parecidas, da igual ahora con qué grado de perseverancia (en el caso de Kafka, mucha).

Como ven, el asunto viene de lejos. El imperativo social de la apostura física hace ya siglo y medio que genera toda una industria de tutoriales que al parecer no tiene fin, más bien todo lo contrario.
En cuanto a Pessoa, terminó parodiando sus propias ínfulas por medio de uno de sus más antiguos heterónimos, el Dr. William K. Jinks, un paladín de la “elevación física, moral y mental de hombres, mujeres y niños”.