Me entero de que en Chile se acaba de reeditar Entre la lluvia y el arcoiris, antología de “algunos jóvenes poetas chilenos” realizada en su día por Soledad Bianchi y publicada originalmente en Rotterdam, en 1983, por Ediciones del Instituto para el Nuevo Chile, una activa organización de exiliados que en su día contó con el apoyo del gobierno holandés.

La reedición corre a cuenta de la Universidad de Chile. Entre los poetas recogidos por Bianchi, dieciséis en total, figuraba un entonces apenas conocido Roberto Bolaño, para quien ser incluido en esta antología fue algo importante. En la nueva edición, al llegar a la sección del libro destinada a los poemas de Bolaño, el lector se encuentra con unas páginas en blanco. En el prólogo del libro se aclara la razón: “Con las vueltas de la vida y los halagüeños beneficios que puede acarrear la muerte, cómo iba a sospechar Roberto Bolaño […] que la severidad de sus herederos lo transformaría en un vacío, impidiéndole estar, ahora, entre estas páginas, y que, aprovechándose de su ausencia irreversible, lo volvería definitivamente mudo y desaparecido, borrando su talento, su humor, su pasión por la escritura y su propia escritura…”.

No es esta la primera antología en la que el lugar de Bolaño lo ocupa un puñado de páginas en blanco. Del año 2014 es Perros habitados por las voces del desierto (Aldus, México), selección esencial de “poesía infrarrealista entre dos siglos” preparada, introducida y anotada por Rubén Medina, decisivo cómplice de Bolaño en aquella aventura.

En la nueva edición de 'Entre la lluvia y el arcoiris', al llegar a la sección del libro destinada a los poemas de Bolaño, el lector se encuentra con unas páginas en blanco

El mismo Medina advertía al frente de la sección en blanco correspondiente a Bolaño: “La dura custodia que la agencia y la heredera de Roberto Bolaño ejercen sobre su obra ha impedido que podamos incluir una selección de sus poemas en la presente antología. Sabemos que a Bolaño le habría gustado compartir este libro con la vieja tribu, por lo que, apelando a su espíritu lúdico y provocador, resolvimos dejar en blanco la sección en donde deberían aparecer sus poemas”.

Antes aún, en el año 2012, en una importante antología de la poesía actual en México titulada 359 Delicados (con filtro) y preparada por Pedro Serrano y Carlos López Beltrán (Lom, Santiago), en el espacio correspondiente a Bolaño se daba un texto titulado “Sobre diez poemas de Roberto Bolaño que aquí deberían estar”, en el que, vetada su reproducción, se glosaban los poemas en cuestión, precedidos de la siguiente reflexión: “Trasladar un poema a una antología colectiva no es traicionarlo: es reactivarlo de una manera distinta y echar luz sobre otros de sus perfiles. Por esa razón es poco usual que un poeta se niegue a que un poema suyo aparezca en una selección con poemas de otros”.

Comentando la antología de Bianchi, dice el escritor y editor chileno Jorge Montealegre: “Es lamentable que al momento de evaluar la autorización para una obra de este tipo no se considere la voluntad previa del autor irremediablemente ausente. En la antología, más allá de los valores individuales, hay un valor en el conjunto. Este revela la diversidad de la muestra y un momento inicial –cuando primaba la solidaridad antes que el individualismo– en el desarrollo de poetas que persistieron y tienen vigencia. Además, creo que cuando un escritor pasa a ser una marca, un producto bien cotizado en el mercado o incluso un ‘clásico’, justamente sus primeras publicaciones son útiles para el estudio de su trayectoria, de sus inicios, así como de las condiciones históricas de la creación. Al impedir que sus poemas se publiquen en la antología se le desgaja de sus compañeros de oficio y se priva a los lectores del acceso a esa referencia”.

Ya ven.