ASESINADO. Luis Ciges (1921-2002), peculiar intérprete en el cine de Luis García Berlanga y José Luis Cuerda, tenía 15 años cuando su padre, detenido en su casa y luego puesto en libertad (y a tiro), fue fusilado por individuos incontrolados el 4 de agosto de 1936 en Ávila. Manuel Ciges Aparicio, nacido en Enguera (Valencia) en 1873, apenas llevaba un mes en aquella ciudad como gobernador civil, tras haber ocupado idéntico puesto en Baleares –donde le tocó tener amistad con Franco–, Santander y Lugo, era militante de Izquierda Republicana y amigo personal de Manuel Azaña.
Periodista, escritor, traductor y director literario en un par de editoriales, Ciges Aparicio fue un intelectual crítico y comprometido, republicano, regeneracionista –escribió una biografía de Joaquín Costa– y anticanovista, y, habiendo tenido una militancia en el PSOE entre 1909 y 1915 –en tiempos de su exilio en París por su oposición a la guerra con Marruecos–, no entró directamente en las lides políticas hasta 1923.
Antes del periodismo, su ocupación principal durante años como colaborador, redactor y director de medios, tuvo una corta carrera militar, iniciada en Melilla en 1893 –donde participó en combates– y continuada en Cuba desde 1896, donde, por mostrarse partidario de la autonomía administrativa de la isla y criticar al gobernador Valeriano Weyler, estuvo a punto de ser fusilado y fue condenado a más de cuatro años de cárcel, que no llegó a cumplir al ser indultado.
EL 98. Las reediciones en 2022 y 2023 de sus novelas-reportaje Los vencedores (1908) y Los vencidos (1910), sobre la patronal y el movimiento obrero en las minas de Asturias, Riotinto y Almadén, apuntan a la recuperación de un novelista olvidado, y ciertamente irregular, practicante del realismo social, intento ahora prolongado con la publicación de Los caimanes (Montesinos, 2024), su última novela y una de las mejores.
Casado con Consuelo Martínez Ruiz, hermana de Azorín –tuvieron cuatro hijos–, no ha acabado de encajar en la Generación del 98, a la que pertenecería por cronología y por algunas preocupaciones compartidas, situándose en todo caso en una posición periférica y menor. Ciges nació el mismo año que Azorín, un año después que Baroja, un año antes que Maeztu y dos años antes que Machado.
'Los caimanes' (1931), su última novela y una de las mejores, casi acaba leyéndose como un 'thriller' y cuenta una historia de ascenso y caída
Además de a Azorín, obvio, trató cercanamente a Valle-Inclán, Baroja y Unamuno y publicó o trabajó en los mismos periódicos que varios autores del 98. Andrés Trapiello, en su imprescindible Los nietos del Cid (reedición de Athenaica, 2023), lo emplaza, con una relevancia menor, en el ámbito noventayochista con un comentario interesante: así como los otros llevaron la literatura al periodismo, Ciges llevó el periodismo a la literatura.
INDUSTRIALIZACIÓN. Los caimanes (1931) –casi acaba leyéndose como un thriller– cuenta una historia de ascenso y caída. Román Castalla, niño pobre, huérfano, analfabeto y dedicado a la mendicidad en Troya de la Sierra –un pueblo inventado, quizá castellano-manchego–, tras foguearse como pañero ambulante, acaba convirtiéndose, debido a su tesón, ambición y audacia para los negocios, en un próspero industrial textil, de paños y mantas, que compite con los hegemónicos catalanes, desborda a los taimados y caciquiles empresarios locales y comercia ventajosamente con Francia y otros países.
El ascenso progresivo de Castalla sirve a Ciges para narrar, con un lenguaje tan sobrio como rico, la industrialización y acceso a la riqueza de un pueblo estancado y en crisis, en el que se producirán cambios sociales y económicos muy significativos, lo que incluye la activación del sindicalismo obrero, con sus reivindicaciones, inédito hasta entonces. El principal telón de fondo es la Primera Guerra Mundial, que Castalla sabe aprovechar como una oportunidad y que le lleva varias veces a París, donde se relaciona con un conjunto de negociantes y buscavidas magníficamente descrito. Las envidias, las zancadillas y sus imprudencias le colocarán junto a su familia al borde del precipicio.