Alberto Olmos y Eider Rodríguez. Fotos de Sergio Cadierno y Harkaitz Cano

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Jardines colgantes

¿Cuidan las editoriales a los escritores?

El pudor ha muerto. Cuidado con la sensación de burbuja y con las ideas viejas. ¿Se puede escribir sin tener nada que decir, sin ningún mensaje, solo por amor al arte? Eso sí, poetas más bien pocos...

6 marzo, 2023 01:16

Carlos Zanón piensa que no. "Creo, sinceramente, que [las editoriales] nos dejan muy desprotegidos", revela a Inés Martín Rodrigo (El Periódico de España). "La industria se mueve en el terreno de la novedad –explica el escritor–, pero tú no, tú necesitas un tiempo para madurar tu novela (...) Eso empobrece toda la cultura del país (...) En el momento en el que buscas una intencionalidad en lo que haces, te estás pervirtiendo y acabas escribiendo mal". Y añade un ejemplo. "Salvo honradas excepciones, los premios Planeta son malos libros, son malos libros a veces de grandes escritores".

La ganadora del premio en 1999, Espido Freire, asegura a Mar Muñiz (Yo Dona) que "el Planeta no fue producto del azar". "Siempre he querido –argumenta– que se note que trabajo mucho, que no me han regalado nada (...) Algunos pensaron '¿cuánto tardará en hundirse?', pero en general he recibido siempre mucho apoyo".

Aixa de la Cruz cuenta a Ignacio Romo González (Coolt) que "uno de los principales problemas de los trabajadores culturales es ese: la ansiedad que produce tener que vendernos constantemente". La autora de Las herederas, recién fichada por Alfaguara, también reflexiona sobre el mundo editorial. "En cierto modo, estar en una editorial pequeña puede generar una falsa sensación de burbuja. El paso a editoriales más grandes te conduce a públicos más grandes, sí, pero también te permite salir de esa burbuja. (...) Es casi todo positivo. Con la salvedad, claro, de que los grupos grandes son tan grandes que a veces da un poco de susto".

Alberto Olmos: "Hoy, la queja, la desgracia y la penalidad dan bastante lustre"

Centrándonos en la propia creación, Alberto Olmos (El Confidencial) percibe que "el pudor ha muerto" y que hemos convertido el propio dolor en "espectáculo". "Hoy, la queja, la desgracia y la penalidad –escribe– dan bastante lustre, y hay como un negocio en ser víctima, y como una nueva naturalidad en manifestar que uno lo está pasando mal, incluso muy mal, al punto de que esa exhibición se entiende como canjeable socialmente".

La escritora Eider Rodríguez es tajante al respecto. "Odio el victimismo. Me saca de mis casillas y, en parte, es una cosa mía porque sé que igual no está bien pensar así –declara a Noelia Ramírez (El País)–. Pero no me gustan ni la literatura ni los discursos ni las creaciones victimistas. El otro día leía que la víctima es el nuevo héroe en la literatura, pero creo que ese factor anula el diálogo".

John Banville es de los escritores que no pretenden ofrecer ningún mensaje en sus novelas. "Solo quería escribir un libro, crear una obra de arte –aclara el novelista a Ángel Peña (The Objective)–. No tengo nada que decir sobre el mundo, la política, la moral, nuestro futuro o cualquier otra cosa. Una obra de arte tiene valor en sí misma. No tiene ambiciones de ser otra cosa que lo que es. Ni filosofía, ni metafísica ni nada".

Entre tantos discursos y mensajes, lo que parece que escasean son obras de arte. "Ahora mismo se publica más que nunca (...), pero poetas hay pocos", cuenta Vicente Gallego a Jesús Fernández Úbeda (Zenda). "En el Siglo de Oro –argumenta el poeta valenciano–, escribió mucha gente pero, al final, te quedan 20 o 25 poetas. Y, en primera fila hay seis o siete, más o menos".

Eider Rodríguez: "No me gustan ni la literatura ni los discursos ni las
creaciones victimistas"

Entre ellos, Calderón de la Barca, al que la Biblioteca Castro acaba de dedicar un volumen. con introducción de Ignacio Amestoy. El dramaturgo destaca, en una entrevista para el canal de YouTube de la editorial, "la importancia de leer el teatro", porque "muchos de nuestros clásicos se ven percutidos por lo correcto, por la cancelación y entonces muchas de estas obras maestras de nuestra literatura no llegan al escenario, digamos en la puridad en que se crearon".

P. S. En un artículo titulado Neorrancios versus veteroprogres, aparecido en Letras Libres, el filósofo Manuel Cruz reflexiona sobre la confrontación de generaciones. "Buena parte del debate cultural y político sobre la identidad y lo woke se basa en premisas falsas. Entre las falacias que abundan, están la argumentación ad hominem y la atribución de intenciones espurias. (...) El cansino desfile de jóvenes (políticos, creadores, opinadores…) que se dedican a proclamarse los portadores de la novedad ofreciendo como única prueba (...) el hecho de que ellos son nuevos, como si resultara inconcebible que un nuevo pudiera defender ideas viejas".

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