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Opinión

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Por Juan Palomo Participe en el blog de Juan Palomo

16 septiembre, 2011 02:00

Michel Houellebecq, Eduardo Bautista, Arturo Pérez Reverte y Patricia Cornwell


Más lenta y perezosa que nunca, la rentrée literaria va cayendo, gota a gota, sobre los escaparates asustados de crisis y amazones. A lo lejos, sombras nada más del sexto Alatriste de Pérez Reverte y unos ecos todavía lejanos de la Libertad de Franzen, el otro mundo de Muñoz Molina y lo último y mejor de Murakami o David Foster Wallace. Muy cerca ya El primer naufragio, de Pedro J. Ramírez, libro importante de verdad (y bien saben ustedes lo nada que cultivo la lisonja). Otra cosa es Patricia Cornwell, también al caer, aunque el premio RBA se haya fallado (o así) hace una semana, porque lo negro esta temporada va a seguir vistiendo mucho, con la estupenda Fred Vargas y el esperadísimo Domingo Villar a la cabeza. El escritor gallego anda rematando su próximo libro, Cruces de piedra, con su inspector Leo Caldas embarcado ahora en averiguar quién mató a la extraña mujer que vivía en una casita sobre el mar, en la península del Morrazo, frente a Vigo. Habrá que esperar, porque Siruela no piensa lanzarlo hasta marzo.

En Amazon se venden libros pero también tablets y móviles, ropa interior y coches. Los precios son buenos, la experiencia usuario, exquisita, la rapidez del envío no tiene competidor y el servicio postventa resulta excelente. Su aterrizaje en nuestro país es una magnífica noticia para el consumidor... y un muy mal augurio para la industria cultural patria que no ha apostado nunca con fuerza por la venta en la red más allá de su uso meramente complementario al canal tienda tradicional. Si nadie en España se esforzó en serio por vender libros de manera masiva por internet ¿quién se atreverá ahora?, ¿y cuántos lectores se acercarán dentro de unos años a patita hasta la tienda? Es cierto que en España el gigante estadounidense no podrá competir en precios debido a la Ley del Libro, ni en ebooks, por lo marginal aún del mercado. Pero todo puede cambiar. Y pronto.

No le está yendo mal al cine español en 2011. En la primera mitad del año se estrenaron 42 películas de producción nacional que obtuvieron una cuota de mercado del 19%, con Midnight in Paris, de coproducción española, al frente. Nada menos que diez puntos de diferencia con respecto al mismo período del año pasado, con un 9,07 % de cuota. Teniendo en cuenta que en el segundo semestre computará La piel que habito (superando ya el millón de euros de recaudación), la cuota puede llegar al 25%. Gracias, claro, a Woody Allen y Almodóvar.

Falta poco ya para la asamblea extraordinaria de la SGAE (día 20), donde los socios debatirán el cambio de estatutos de la sociedad para hacerla más participativa y permitir que las elecciones del próximo enero sean democráticas. Se pergeñan varias candidaturas alternativas a la oficial que encabezaba el infausto Teddy Bautista y su opositora, la de Fernández Sastrón. Interesante será ver las nuevas alineaciones de los artistas y conocer en detalle, si el jurista Ramón López Vilas lo permite, los negocios de la Sociedad y sus redes, léase Arteria.