Antonio Pérez Río. Foto: Archivo del autor.

Antonio Pérez Río. Foto: Archivo del autor.

Poesía

'El undécimo mandamiento', poesía para honrar al padre en la batalla contra el olvido

Antonio Pérez Río convierte cada verso en un acto de gratitud, reparando la ausencia del padre enfermo y devolviendo el amor que recibió en la infancia.

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Al bien conocido decálogo de mandamientos que recibió Moisés en el monte Sinaí, Antonio Pérez Río (Madrid, 1972) añade en este libro uno más, el de honrar al padre en una situación personal específica, la de deterioro cognitivo, de pérdida en el olvido de la personalidad que fue, recordándolo en poemas que son una especie de compensación del extravío del enfermo a la vez que expresión de la inmensa gratitud debida, y de devolución del amor que se recibió de él.

El undécimo mandamiento

Antonio Pérez Río

Premio Juan Ramón Jiménez. Diputación de Huelva, 2025. 90 páginas. 5 €

Casi en el inicio del libro, en el poema “Resumen de antecedentes”, se da noticia del cuadro clínico. Entre los males, se lee “Ictus lacunar”. Su consecuencia es que, escribe el poeta, “Mi padre se dirige a un lugar desconocido”, la inopia. Pero afirma: “Yo te protegeré”.

Palabras para la protección: el hijo le recuerda cuando era niño y le narraba el cuento de los siete cabritos.

Repasando fotografías le rememora junto a sus hermanos, sus padres, etc., pero, pese a todos esos rescates, el padre ha caído en “el abrazo del dios de la demencia”.

El undécimo mandamiento, como ya sucedía, por ejemplo, con los poemas de Demens de Cristina Sanz (El toro celeste, 2023) o la novela Quédate más tiempo de David Viñas (Destino, 2022), es testimonio de amor, es voz emocionada y es también un ejercicio de terapia personal, terapia que va más allá y se ofrece a quienes viven o puedan llegar a vivir un trance semejante, y así lo dice: “Esa voz que yace […] es mi padre y el de todos”.

Un libro que, si bien está centrado todo él en el mandamiento impuesto, es un conjunto marcado por la imaginación, en el que cada uno de los poemas huye de la monotonía y tiene su carácter propio, lo que da en una lectura emocionada y amena.