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Poesía

Curación

17 diciembre, 2010 01:00

Ana Merino
Visor. 68 páginas. 10 €

Resulta interesante comprobar que pese a las novedades que ofrece cada libro de Ana Merino (Madrid, 1971) se sigue manteniendo la fusión de realidad pensada e indagación irracional que da cuerpo a su poesía desde el principio hasta el denso y áspero territorio metafórico de la enfermedad, que sirve de escenario y argumento en su última entrega. En una poética de hace años, Merino entreveía unos poemas futuros “donde podré trazar la ruta de mis miedos”. Buena muestra de ello nos ofrecen sus libros posteriores, particularmente este tremendo Curación, en el que se extreman los rasgos irracionalistas. Las imágenes, de fuerte sensorialidad y riqueza visionaria, vehiculan el concepto de enfermedad como núcleo de un análisis que abarca mucho más que sus referencias de partida y que se amplía a la angustia de la temporalidad, al análisis de los sentimientos y también a la recuperación del mundo infantil de los cuentos y las asociaciones ingenuas que se entrevera con la recurrencia de los cuerpos enfermos, de esa piel, por ejemplo, “extraña superficie que brota con los años”.

De manera eficaz, algo reiterativa, estos poemas despliegan un amplio repertorio léxico que incide en el desmenuzamiento de lo enfermizo y de la corporeidad y que se concentra, muy significativamente, en el simbolismo ambiguo de la boca -palabra, respiración, alimento, etc.- que en prácticamente todos los poemas se convierte en elemento central de múltiples significaciones. “Mi perdición/ es una enfermedad/ parecida al amor”: los de este libro no son, ni lo pretenden, poemas complacientes con el lector, como tampoco creo que busquen otra cosa que, como poesía, exorcizar realidades para las que el lenguaje parece insuficiente a la autora: sentimiento trágico del tiempo, deterioro, desamor… “En la tienda del taxidermista”, uno de los más interesantes, compone una especie de ensoñación misteriosa y obsesiva: “Ahora todo parece/ un ocaso de polvo ensimismado,/ un espejismo inmenso/ de tela transparente/ que afila sus cuchillas/ y me roza la nuca”. Una ensoñación de la que nos saca con sarcasmo una clave sentimental: “Qué equivocado estás/ cuando te acercas/ y quieres convencerme/ para que no me resista/ en este forcejeo/ donde sólo te preocupa/ que mi piel no se dañe”.