Image: En el mar de ánforas

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Poesía

En el mar de ánforas

César Antonio Molina

26 mayo, 2005 02:00

César Antonio Molina. Foto: Chema Tejada

Pre-Textos. Valencia, 2005. 204 páginas, 17 euros

"Nada mi espíritu en confusión hacia lo incierto", decía César Antonio Molina en uno de los poemas de Olas en la noche (2001), su libro anterior. Estas palabras podrían verse como una síntesis de la poesía de conocimiento hacia la que se orienta desde el principio su escritura.

Y esas mismas palabras amplían su significación en este nuevo libro, sorprendente en cierto modo por la radical depuración de la materia expresiva pero coherente en su oscu- ridad con la búsqueda iniciada hace ya muchos años por el poeta. También en el epílogo de su libro anterior, que se definía a su vez como consecuencia de Para no ir a parte alguna (1994), afirmaba: "El ser no cae al vacío de la nada, no es para la muerte, sino el que vence a lo saturniano". Hallamos en esta conclusión uno de los ejes del sentido de los nuevos poemas que organizan En el mar de ánforas, cuyas primeras páginas nos enfrentan con su reverso: "nada esperar/de nada//nada temer//(esperar es temer)//nada de desesperar/de nada", e incluso con el silencio y con la incertidumbre del lenguaje, de acuerdo con el movimiento de fondo en la confusión esencial en la que este indagar se justifica.

Sin embargo, recorre el conjunto desde los versos iniciales otra veta de índole emocional, de rara intensidad lograda ("Nanas de la nada", por ejemplo), que implica a un lector a la expectativa en la materialidad concreta de lo muerto: "besar tu boca muerta//la luciente espina//sus estrellas//esa llaga que es/ la puerta estrecha". El espléndido último poema, "Balada de amor para engañar a la muerte", que conforma por sí solo la sección "Y otros poemas", intensifica la nota sentimental de otro modo textual menos desnudo, con su itinerario de lugares visitados en una compañía ahora fantasmal, con la reiteración de un "contigo" que crece hasta dejar en la sombra toda disquisición, toda aventura conceptual, todo juego de palabras.

En la construcción del libro, de implícitas raíces culturalistas, ambos ejes resultan necesarios por cuanto el recorrido al que asistimos, entre la experimentación en la materia verbal, la constelación de imágenes de lo concreto o el retazo narrativo de índole metapoética, apunta a la unidad compleja del conocimiento otro, trascendente, espiritualista, casi litúrgico a veces, hermético en última instancia, de esta escritura poética que engloba en contrastados contraluces la indagación en el lenguaje, en la conciencia del tiempo y de la muerte, en la realidad del vivir y de un mundo que aquí se presenta fulgurante y atomizado, como los mismos poemas abiertos al silencio en su disgregación conceptual (que en los poemas finales llega a diluir los versos en sílabas y en letras), en los dobles espacios que separan versos, en la suma de propuestas abiertas al lector de este libro, un punto de inflexión decisivo para una escritura tan personal como la de su autor.