Así traduce visualmente Mikael Ross la excepcional música de Beethoven

Así traduce visualmente Mikael Ross la excepcional música de Beethoven

Novela gráfica

Beethoven antes de Beethoven: así fue la dura infancia de 'Luddi', el genio hecho a sí mismo

El historietista alemán Mikael Ross narra los años de formación del compositor en el cómic 'El joven Ludwig', que nos muestra su lado más humano

22 agosto, 2022 01:13

Aunque el 99 % de la gente encima de la faz de la Tierra sepa que Beethoven es uno de los mayores genios musicales de la historia de la humanidad, la imagen que muchos tienen de él es caricaturesca. Es ese señor con cara de malas pulgas y pelo encrespado que, en forma de busto barato de escayola, mira con severidad a todos los niños estudiantes de conservatorio, generación tras generación, desde la tapa del piano.

Pero olvidamos a menudo que él también fue un niño. Y que no lo tuvo nada fácil. Al talento innato hay que sumarle el doble mérito de sacarle el jugo a sus dones y, además, haberlo conseguido a pesar de tener una situación familiar sumamente complicada.

Basándose sobre todo en los textos escritos por la familia Fischer, los vecinos y caseros de los Beethoven, el historietista alemán Mikael Ross ha recreado los años de formación del maestro de Bonn en El joven Ludwig, que edita en España Reservoir Books.

[¡Silencio, irrumpe Beethoven!]

Todo comenzó por un encargo de la Biblioteca Estatal de Berlín, que organizó una gran exposición sobre Beethoven con motivo de su 250.º aniversario a partir de los valiosos materiales originales que conserva de él. Encargaron a Ross un cómic de 18 páginas destinado a los visitantes más jóvenes. Pero la exposición tuvo la mala suerte de inaugurarse al comienzo de la pandemia, y solo estuvo abierta al público un día, justo antes de que se decretara el confinamiento.

“Seguí desarrollando el cómic por consejo de mi novia”, recuerda Ross. “Ya tenía los personajes, había hecho mi investigación, y tuve la corazonada de que la pandemia iría para largo, así que continué el proyecto”.

Portada de 'El joven Ludwig', de Mikael Ross, editado por Reservoir Books

Portada de 'El joven Ludwig', de Mikael Ross, editado por Reservoir Books

El texto que escribió el hijo de los Fischer cuando Beethoven se hizo famoso “fue rechazado como fuente durante mucho tiempo simplemente porque procedía de un hombre humilde y estaba escrito en un lenguaje humilde, no literario. A Beethoven se lo asocia con la alta cultura, ha pertenecido siempre a las clases altas. Pero él no empezó ahí, sino que tenía un origen humilde. En la última década varios estudios han revisitado el texto de los Fischer y lo han considerado una fuente fiable”, señala el autor del cómic.

Gracias a esta fuente, vemos en el cómic de Ross los juegos de "Luddi" (así lo llamaban) en la nieve, sus peleas con otros niños del barrio, las broncas en casa o el comportamiento idiota de sus hermanos pequeños. “Eran dos auténticos chiflados, unos inútiles”, explica Ross, a los que Beethoven llamaba “comesesos”, hirnfresser en alemán.

Mikael Ross. Foto: Darjush Davar

Mikael Ross. Foto: Darjush Davar

De la caricatura al torbellino

A nivel gráfico, lo más sencillo del trabajo fue el diseño de personaje de Beethoven, porque su apariencia ya era en sí misma caricaturesca. “Fue la parte más fácil, me llevó apenas un par de horas. Las pocas descripciones que hay de él son muy graciosas. Lo describen como un hombre casi sin cuello, con una gran frente, ojos que miran fijamente…”.

En cambio, lo más difícil fue traducir su música a imágenes, un reto del que Ross sale no solo bien parado sino triunfante, con torbellinos de colores entremezclados, que suben y bajan, colman los espacios y se enroscan alrededor de los personajes. 

“Fue muy complicado, intenté mantenerme fiel a la música de Beethoven, no podía inventármelo sin más. El sonido, en el caso de Beethoven, se traduce a menudo a imágenes. Por ejemplo, la sonata de La tempestad describe claramente una tormenta. El problema es que, como genio que era, no trabajaba con una sola imagen mental, sino con ochenta a la vez. Para traducir una sonata entera de Beethoven al lenguaje del cómic, haría falta un libro de 80 páginas”, opina Ross. “La decisión que tomé fue reproducir el movimiento de la música: las subidas y bajadas, las dinámicas y ese tipo de cosas”.

El camino hacia el éxito

El padre de Beethoven era un tenor de segunda, arruinado y casi siempre borracho. Consciente de las dotes musicales de su hijo, le infundió la disciplina necesaria para aprovechar su talento; pero cortaba sus alas al obligarle a estudiar un determinado repertorio y detestaba su libertad creativa como compositor. Además, no espoleaba su talento de manera altruista: sabía que su hijo era la solución a sus muchas deudas acumuladas, así que exprimió a la gallina de los huevos de oro todo cuanto pudo.

Su madre, todo dulzura, murió a los 39 años de tuberculosis y su padre entró en una depresión, agravándose su alcoholismo. Beethoven, que ya estaba en Viena labrándose un prometedor futuro en el mundo de la música, tuvo que regresar a Bonn y hacerse cargo de la manutención de sus hermanos desde los 16 años, tocando el violín en una orquesta y dando clases de piano durante cinco años, mientras su padre estaba en la cárcel por problemas derivados de su adicción.

La frágil salud de Beethoven es otro factor que contribuye a humanizar al genio en el libro de Ross. A menudo se pasa por alto, pero los problemas de salud condicionaron enormemente la vida, y por tanto la obra, de muchos de nuestros mitos culturales. En el caso de Beethoven fueron los problemas digestivos crónicos que le hicieron padecer diarreas continuamente, muchas veces en los momentos más inoportunos. Y aunque el libro concluye con su primer gran éxito encima de un escenario, a pesar de su juventud vemos los primeros síntomas de una sordera que iría en aumento en los siguientes años hasta dejarlo sordo por completo, circunstancia que no impidió que siguiera componiendo obras maestras gracias a un profundo conocimiento de la armonía y a una prodigiosa memoria auditiva.

En el cómic se nos cuenta todo esto y también sus primeros pasos en el mundo de la música profesional, gracias a varios mecenas. También vemos un fugaz encuentro con Mozart, que no está demostrado pero forma parte de la leyenda. Aunque nuestra imaginación sitúe ese encuentro entre genios en un lugar similar al Olimpo, en el cómic se trata de un encuentro fortuito bajo la capa de una mujer cargada con dos cubos que por un módico precio ofrecía un retrete portátil en el que aliviarse y la intimidad de una capa con la que cubría al cliente mientras hacía sus necesidades. En otro encuentro posterior, se nos muestra a Mozart como un Don Juan que se colaba en casas ajenas para cortejar a las damiselas a través de las ventanas de sus alcobas.

Otro figurón de la época, nada menos Joseph Haydn, fue el mentor de Beethoven en Viena y quien le obligó a componer contrarreloj su primera obra estrenada en Viena, un concierto que Haydn dirigió y el propio Beethoven interpretó.

En realidad, Beethoven tuvo varios maestros y, según Ross, no se puede identificar claramente cuál fue el más determinante en su carrera. “He buscado la respuesta a esa pregunta pero no he encontrado respuesta. ¿Qué hace a un genio? Quizá el tiempo, quizá la combinación de varias cosas. Lo único que sabemos es que solo cada doscientos años nace un genio así. El milagro de Beethoven persiste, no lo puedes desmitificar. Es tan bueno, y compuso tantas cosas buenas… Otros compositores tienen varias piezas buenas, en el caso de Beethoven, todo lo que compuso es un hit. El tiempo lo ha demostrado, a todo el mundo le encanta”.