Image: Prisión perpetua

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Novela

Prisión perpetua

Ricardo Piglia

6 diciembre, 2007 01:00

Ricardo Piglia. Foto: Domenec Umbert

Anagrama. Barcelona, 2007. 160 páginas, 11’71 euros

El nuevo libro de Ricardo Piglia (Adrogué, Argentina, 1940) no es tan nuevo. Se publicó inicialmente en Buenos Aires en 1988, con dos relatos más: El fin del viaje y La loca y el relato del crimen. El autor -uno de los más sugestivos y lúcidos narradores latinoamericanos- justifica la coexistencia de los dos relatos, que fecha en 1988, porque "las dos historias que componen el libro [...] recién ahora descubro que son, en realidad, relatos gemelos (gemelos desdoblados, se podría decir). En Prisión perpetua he contado fragmentos de mi vida sin incurrir, confío, en la confesión sentimental ni en la autoindulgencia. Escribir un Diario nos ayuda a olvidar la ilusión de tener una vida privada. Encuentro en Saint-Nazaire fue escrito durante una estadía de tres meses en la Maison des écrivais et traducteurs de Saint-Nazaire". Los extraños sucesos que ocurrieron en ese lugar..."

Vista ahora, desde el conjunto, puede decirse que en Prisión perpetua se adivinan ya las preocupaciones fundamentales de Piglia y su poderosa capacidad para encajar en un texto géneros muy diversos sin que por ello chirríe el conjunto. Aquí advertiremos el mejor ejemplo de que los géneros literarios existen y, al tiempo, pueden asimilarse y hasta desleírse como el azucarillo en el café. La ambición del autor hizo saltar las barreras retóricas y, a posteriori, sabemos los propósitos y hasta los límites de su experiencia. De otro lado, ningún otro texto de Piglia muestra tan a las claras los orígenes borgeanos de su estilo y maneras. No es exactamente un discípulo, pero de él procede el sentencioso estilo y hasta la finura del análisis de tan extravagantes personajes (contradictoriamente herederos de Artl), las reflexiones sobre el cómo se está componiendo y el necesario misterio que ha fundar la historia, por breve que ésta sea.

Steve (quien se habrá convertido en un maestro) "murió sin dejar nada, como si sólo hubiera sido un narrador oral". Pero no importa que el ex presidiario se sirva de la teoría de Hemingway según la cual "lo más importante es lo que no se dice". Piglia dice mucho en breves líneas, en las historias carcelarias o no de la primera parte. Si trata de los crímenes pasionales cometidos por mujeres concluye que "son una versión concentrada del ansia de libertad que late sofocada en los oprimidos de cualquier sociedad" y, al mismo tiempo, concluye que "el matrimonio es una institución criminal". El minirelato crece dentro de un aparente diario donde se confunden historias apuntadas y brevísimos ensayos. La naturaleza oral de su escritura no siempre es evidente. No cabe duda de que Stephen Stevensen nos resulta ya personaje conocido, doble antagónico de Steve; porque los héroes no son sino fruto de paralelismos, serialización y misterios racionales que ya apreciábamos en Borges. Piglia no se pierde por los laberintos, es capaz de escapar de ellos con implacable rapidez, con sentencias que recuerdan el estilo aforístico. Para el "Diario de un loco" ("laberinto rojo") Piglia elige la forma del diccionario (pág.119) y recordemos la devoción de Borges por ellos hasta el punto de asegurar que dedicarse a elaborar diccionarios habría sido la pasión de su vida. Un diccionario enciclopédico, antes de Internet, era lo más cercano a la dirección de una biblioteca finita, cerrada. Las voces elegidas proceden de observaciones sobre físicos y matemáticos, pero si figura como sugestiva entrada "Fermat, Pierre", el matemático francés; la voz "Irlanda" parte de la información "Somos irlandeses" y nos conduce a una historia del IRA.

El lector deambulará, pues, por las excelentes páginas de Prisión perpetua, como si estuviera en un ámbito cerrado, un mundo enumerado, donde el escritor exhibe sus artilugios y se sirve de ellos no tanto para justificar el conjunto, sino para conferirle una unidad imposible, tan diversos y dispares son los mecanismos compositivos. Inventar una realidad intelectual reconocible, donde figure, por ejemplo, Elizabeth, la hermana de Nietzsche, mediante el lenguaje es oficio de gran escritor, no de estilista. Piglia es grande y este libro puede entenderse casi como un compendio desde el que apreciar la evolución de diversos mundos que se nos invita a compartir.