Margarita-Xirgu

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Ensayo

Margarita Xirgu, una vida de puro teatro

El catedrático Manuel Aznar Soler reúne en Epistolario (Renacimiento) todas las cartas de la empresaria, directora y actriz, que desvelan la intimidad personal y artística de quien se convirtió en mito de la escena española del siglo XX y símbolo del exilio republicano

5 abril, 2019 00:00

"Para mí será un sacrificio enorme vivir seis meses sin teatro, sin lucha", escribía Margarita Xirgu a su amigo, el ecléctico dramaturgo Joaquín Montaner, a comienzos de 1928. Una sentencia que condensa la pasional y combativa forma de entender el teatro que tenía la ya entonces exitosa actriz. A sus 40 años, Xirgu contaba con una compañía de casi dos décadas de antigüedad y había triunfado, primero en la escena catalana y luego en la madrileña y en giras americanas, con obras de Guimerá, Wilde, Valle-Inclán, Galdós y de los omnipresentes y populares hermanos Álvarez Quintero, así como del Nobel Jacinto Benavente, el dramaturgo que más se adaptaba al gusto burgués de la época.

Con muchos de ellos, a los que se unen Eduardo Marquina, Cipriano Rivas Cherif, Unamuno, Lorca y varios familiares, mantuvo Xirgu una intensa relación a través de casi medio millar de cartas que integran el nutrido Epistolario publicado ahora por Renacimiento en edición de Manuel Aznar Soler y Francesc Foguet i Boreu. Un compendio de todas sus cartas conocidas que "revela la intimidad de Margarita Xirgu, su personalidad auténtica, sus sentimientos, ideas y naturales contradicciones". Y es que según Aznar Soler, "detrás del mito está la mujer de carne y hueso, cuya razón de vida fue su pasión por el teatro en todas sus dimensiones: actriz, directora de escena y pedagoga".

Margarita Xirgu en Montevideo durante un homenaje

Margarita Xirgu en Montevideo durante un homenaje

Procesada por el Tribunal de Responsabilidades Políticas tras la guerra, Margarita Xirgu sufrió la confiscación de todos sus bienes y fue condenada a "extrañamiento a perpetuidad". Establecida definitivamente en Uruguay, donde se convirtió en madre de toda una generación de actores desde su puesto como directora de la Escuela Municipal de Arte Dramático, "las cartas con su familia muestran su voluntad de regresar y, al mismo tiempo, la imposibilidad de su vuelta". En una misiva a su ahijada Margarita, fechada en Montevideo el 29 de mayo de 1962, escribe: "Si no fueran tan comentados mis pasos, hace ya mucho tiempo que estaría con todos vosotros".

Por ello, concluye Aznar Soler, "Margarita Xirgu murió en su exilio uruguayo el 25 de abril de 1969". Sin embargo, debido a su gran importancia en nuestra historia dramática y a su encendido papel en la difusión de nuestro teatro "se consagró definitivamente en ausencia como mito, pero no únicamente en el imaginario de nuestro exilio republicano sino también en el de todos los españoles del interior que no llegaron a verla representar nunca entre nosotros".