Image: Cataluña y el absolutismo borbónico

Image: Cataluña y el absolutismo borbónico

Ensayo

Cataluña y el absolutismo borbónico

Roberto Fernández Díaz

29 mayo, 2015 02:00

Felipe V a caballo. Jean Ranc (1723)

Crítica. Barcelona, 2015. 648 páginas. 29'90€

Roberto Fernández Díaz (Hospitalet de Llobregat, 1954) es un destacado modernista catalán, rector en la actualidad de la Universidad de Lérida, cuyo libro viene avalado por su especialización en el siglo XVIII, al que ha dedicado trabajos fundamentales. El tema de fondo es nada menos que la relación España-Cataluña en dicha centuria o, más exactamente, durante el periodo que transcurre entre 1714 y la guerra de la Independencia, que aborda desde dos perspectivas distintas: el análisis de la historiografía desde Antonio de Capmany (1742-1813) hasta nuestros días, y su propia reconstrucción de las diversas cuestiones.

En realidad, la atención a cuantos historiadores se han ocupado del siglo XVIII catalán convierte el libro en un estudio de las relaciones entre historiografía y política en Cataluña durante los últimos siglos. El autor señala que desde finales del siglo XIX, al compás del desarrollo del catalanismo político, se consolidó una interpretación sobre la dinámica España-Cataluña basada en los agravios de aquélla hacia ésta, que con el tiempo se ha convertido en la interpretación dominante en la historiografía catalana, marcada por la fuerte dependencia nacionalista de los historiadores. Ello le lleva a lo que constituye el tercer elemento fundamental del libro: la defensa de la necesidad metodológica de hacer historia científica, la cual exige la independencia del historiador tanto de la ideología como de la política.

Para recuperar esa deseada independencia y superar las posturas encontradas, Roberto Fernández hace una serie de reflexiones. Entre ellas la de que Cataluña adolece de una excesiva y perversa relación entre la historiografía y la política, con la frecuente dependencia de la primera con respecto a la segunda; o que los hechos del pasado no tienen por qué "atarnos de por vida de manera determinante", y cita una frase de John Elliott referida a Cataluña: "Una sociedad demasiado constreñida por las limitaciones del pasado no es una sociedad bien equipada para afrontar el futuro". Considera también que la tarea del historiador no consiste en juzgar ideológicamente el pasado o utilizarlo para legitimar ideologías del presente, ni su misión es tampoco generar conciencia nacional o de clase, o permitir que el presente colonice indebidamente el análisis del pasado. En su opinión, la utilización nacionalista de la historia no solo lleva a falsearla sino también a empobrecerla, reduciendo la interpretación del siglo XVIII catalán "en clave única de una dialéctica de relaciones encontradas entre Cataluña y España (especialmente Castilla) con el absolutismo borbónico como telón de fondo."

Otras consecuencias negativas son la visión globalizadora de la centuria, sin atención a las diversas fases y periodos; la excesiva simplificación, siempre deformadora del análisis del pasado; o el olvido de lo social, pues la tendencia a la personificación de la Cataluña histórica desconoce las diferencias e intereses encontrados entre sus clases sociales, sin tener en cuenta que el interés de clase se superpuso siempre al interés nacional tanto a la hora de emprender los negocios como de imaginar el futuro político. No por casualidad, indica, la historia social del siglo XVIII catalán ha alcanzado un escaso desarrollo. Estamos, en definitiva, ante un libro que realiza tres importantes aportaciones: el análisis de la historiografía catalana -en la que incluye también a los autores no nacidos en Cataluña que se han ocupado del tema- la síntesis propia del autor, y su reflexión sobre la historia y la responsabilidad del historiador.