Image: Zenobia Camprubí-Graciela Palau. Epistolario

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Ensayo

Zenobia Camprubí-Graciela Palau. Epistolario

Zenobia Camprubí. Graciela Palau de Nemes

24 julio, 2009 02:00

Zenobia Camprubí. Foto: Archivo

Publicaciones de la Residencia de Estudiantes. Madrid, 2009. 307 páginas. 25 euros


Graciela Palau de Nemes (Cuba,1919) sigue siendo considerada una de las grandes especialistas en la vida y la obra de Juan Ramón Jiménez. Cuando estudiaba en Puerto Rico en 1936 llegaron exiliados Juan Ramón y Zenobia y desde ese momento surgió un calor y una devoción de la estudiosa hacia la pareja. Ahora se nos presenta una abundante colección de cartas (hay más de Zenobia) que vienen a aclarar no sólo la amistad real que se dio entre ambas mujeres, sino -y como no podía ser menos- que el centro de esa amistad era JRJ, al que las dos procuran cuidar y dar a conocer, cada cual a su modo pero con similar interés. Graciela, cuando le manda recuerdos en sus cartas, dice siempre "Don Juan Ramón".

Tampoco es conocido en demasía (y ocupa toda la parte final de esta correspondencia) que siendo Graciela Palau profesora en la Universidad de Maryland, fue una de las personas que más seriamente se preocupó y gestionó los trámites necesarios para que esa Universidad norteamericana fuera una de las que solicitaron -y parece que pesaba- el premio Nobel de Literatura de 1956 para Juan Ramón. Nos hallamos ante dos mujeres que, en medio de las dificultades de la vida ordinaria, se preocupan por el futuro de Juan Ramón (su Sala en Puerto Rico) y ese Nobel que consideraban un galardón más que merecido. De fondo entrevemos a ese Juan Ramón siempre delicado, que procura huir de los compromisos y que de alguna manera parece no enterarse del todo de cómo los demás le cuidan. Su estudiosa y admiradora y esa mujer, Zenobia, que como es bien sabido (y aquí queda patente) fue mucho más que esposa: secretaria, enfermera, cuidadora... Tanto que mientras Zenobia lucha en un hospital de Boston contra un cáncer que terminaría con su vida, no deja de preocuparse de los papeleos que encarga y comenta a Graciela, quien pese a su amistad, suele encabezar sus cartas como "Muy querida señora Jiménez".

Es curioso que en la última de estas cartas (septiembre de 1956) Graciela tenga la seguridad del Nobel para Juan Ramón -y se lo comunique a Zenobia- porque un colega universitario le ha dicho que lo ha leído -la propuesta- en "Paris Match", una revista frívola, digamos. Un gran documento para juanrramonianos. Y la historia de dos mujeres.